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Una mujer y su gato comparten algo más que una casa: sus expresiones son prácticamente idénticas y “no hace falta prueba de ADN” para corroborarlo

Dos gotas de agua

Las escenas alternan momentos cotidianos en los que el gato imita la postura de su dueña: tumbados en la cama, trabajando en la cocina o frente al ordenador, siempre con la misma mirada

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La verdad es que se parecen bastante

A veces la elección de una mascota no es tan casual como parece. Sin darse cuenta, muchos dueños se sienten atraídos por animales que comparten con ellos rasgos físicos o gestuales. La afinidad puede surgir por una mezcla de percepciones visuales y de hábitos diarios que acaban reflejándose en ambos.

Esa tendencia, estudiada en más de una ocasión por etólogos y psicólogos, explica por qué algunas personas parecen buscarse a sí mismas en su perro o en su gato. En uno de esos casos se ha fijado el público de redes sociales, sorprendido por el parecido entre una mujer y su gato Parsnip.

Una mujer y su gato conquistan las redes por su asombroso parecido

El vídeo que ha llamado la atención muestra a la mujer y al animal en distintos momentos de su vida. Ella aparece tumbada en la cama mientras el gato se acomoda a su lado, ambos con una expresión tranquila y muy similar. En otro fragmento, el animal se apoya sobre sus hombros mientras la mujer trabaja en la cocina, repitiendo el mismo gesto curioso con la cabeza ligeramente inclinada.

El montaje continúa con planos del gato sobre su regazo mientras ella escribe en el ordenador, y el parecido en sus miradas resulta tan evidente que muchos espectadores se han detenido a comentar ese detalle.

El vídeo fue difundido en la cuenta dedicada al gato Parsnip, acompañada del texto “es un Parsnip salvaje, pero es mi Parsnip”. En la descripción aparecía también una frase de la dueña que decía: “Y pensar que solía decir que no soy una persona de gatos”. Esas palabras bastaron para que el público entendiera que su relación con el animal había cambiado por completo.

Las imágenes se repiten en distintas tomas, casi siempre con el gato apoyado sobre los hombros de la mujer, observando el entorno con la misma expresión que ella. Además, el contraste entre su pelaje claro y el rostro de su dueña resalta aún más la similitud que tantos han destacado.

Entre los comentarios se leen frases que insisten en la misma idea. Un usuario escribió: “No hace falta prueba de ADN”. Otro añadió: “Ese gato es claramente tu hijo”. Desde una cuenta dedicada a productos felinos publicaron: “No puedes negar que tiene tu ADN”. Los mensajes se multiplicaron con el mismo tono divertido, todos centrados en la similitud entre ambos.

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Detrás de la anécdota hay algo que la ciencia ha tratado de explicar. Investigaciones previas sostienen que los dueños tienden a elegir mascotas que les recuerdan a sí mismos, ya sea por el color del pelo, la forma de los ojos o ciertos gestos.

También influyen los cuidados y el entorno, que acaban modelando la apariencia y el comportamiento del animal. Así que, cuando alguien dice que una persona y su gato parecen familiares, quizá tenga más razón de la que imagina.