Cuidados

¿Cómo podría explicarles a mis hijos de corta edad la pérdida de nuestro can o felino de modo que no sientan que su animal de compañía los ha abandonado?

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Álvaro Narváez, experto veterinario, detalla la manera de abordar esta situación con transparencia y afecto, además del motivo por el cual la sinceridad constituye asimismo una vía para salvaguardar el equilibrio emocional de los niños.

Niño mascota

Niño mascota

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Al fallecer un animal de compañía, el sufrimiento no es exclusivo de los mayores. Para gran parte de los pequeños, esa criatura representaba su amistad inicial, su aliado en las diversiones y un apoyo permanente en su rutina cotidiana. Tras su partida, surge una interrogante compleja de abordar: ¿de qué modo relatarles que el can ya no está para evitar que perciban un desamparo? El modo en que los progenitores transmiten este fallecimiento influye decisivamente en cómo los menores comprenden el fin de la vida, manejan la melancolía y atraviesan sus procesos de luto iniciales. Eludir el remordimiento, el temor o la impresión de soledad demanda más que solo voluntad; precisa de términos precisos, sinceridad y una perspectiva ajustada a su etapa de desarrollo.

Álvaro Narváez, experto veterinario en procesos de eutanasia, detalla la manera de encarar esta situación mediante la transparencia y el afecto, y la razón por la cual comunicar la realidad —de forma adecuada— constituye igualmente un método para resguardar el bienestar emocional de los niños. “El fallecimiento de una mascota es uno de los primeros contactos que muchos niños tienen con la muerte, y es habitual que aparezcan preguntas directas y a veces desarmantes: ‘¿Por qué se ha ido?’, ‘¿He hecho algo mal?’, ‘¿Ya no me quería?’. Para evitar que el pequeño interprete la muerte como un abandono o como una consecuencia de su comportamiento, es fundamental usar un lenguaje claro, honesto y acorde a su edad”, señala. 

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El impulso más habitual, señala el veterinario, consiste en emplear analogías para “protegerlos”. “Frases como 'se ha ido a dormir', 'se marchó de viaje' o 'está en el cielo' pueden generar más confusión y, en algunos casos, miedo a dormir o a que un adulto se vaya y no vuelva. También hacerse preguntas sobre 'cómo puede ir al cielo para volver a ver a su animal'”. Por esta razón, considera que el comunicado más apropiado requiere unir honestidad y afecto.

“Algo así cómo: nuestro animal estaba muy enfermo y su cuerpo dejó de funcionar. No es culpa de nadie. La queríamos mucho y siempre formará parte de nuestra familia, porque no lo olvidaremos nunca”. En otras palabras, aclarar el fallecimiento no requiere profundizar en pormenores médicos, sino comunicar una idea: “su cuerpo dejó de vivir, no eligió marcharse, y desde luego no abandonó a nadie”.

Perro. 
Perro. 

Asimismo, resulta fundamental considerar que los menores perciben la realidad a través de su propia perspectiva, razón por la cual es frecuente que cuestionen si cometieron algún error o si sus acciones pudieron originar esta situación. “Lo importante es anticiparte y decirles algo parecido a: lo que le pasó no tiene nada que ver contigo. Nada de lo que hiciste lo causó. Tú lo quisiste mucho y eso siempre le hizo feliz”, señala Narváez. De este modo, prosigue el veterinario, validas sus sentimientos— “es normal que estés triste y puedes llorar si lo necesitas”— y les permites atravesar el proceso de pérdida de manera saludable y libre de culpas. 

Narváez sugiere diversas dinámicas que facilitan el proceso de adiós para los más pequeños. “Una buena forma puede ser haciendo algo que les ayude a honrar la memoria de su mascota”, señala, tales como realizar un dibujo del animal y redactar unas palabras finales, confeccionar un cofre de memorias con imágenes, su correa o un objeto de juego, o sembrar un vegetal que represente la vida que sigue. “También puedes fomentar los recuerdos positivos y divertidos junto al animal cuando estaba con vida”. 

El objetivo es facilitarles una comunicación más clara y que se sientan acompañados en un trance tan doloroso como el fallecimiento de su mascota. “Contestar a las preguntas difíciles sin evitar el tema, porque tarde o temprano llegan las preguntas más complejas como si va a volver”. Lo fundamental consiste, por consiguiente, en ajustar la explicación a la madurez y a los valores del hogar, conservando la lógica y la veracidad. “Evitar las respuestas absolutas o contradictorias ayuda a que el niño sienta seguridad”, señala. Finalmente, recomienda que, en caso de proceder con la eutanasia, se aborde la situación con gran sensibilidad. “Puedes explicarles que el veterinario le ayudó a dejar de sufrir porque estaba muy enferma, que no sintió dolor y estuvo acompañada todo el tiempo”. De este modo, los pequeños evitarán imaginar situaciones más pesimistas. 

Estar presente en su luto valorando sus propios ritmos

En ocasiones, los mayores pretenden apresurar el restablecimiento del menor para ahorrarle sufrimiento. No obstante, consentir periodos de melancolía, quietud o interrogantes constantes constituye un elemento normal de la evolución.

“Lo más útil suele ser: mantener rutinas estables, responder a las preguntas con paciencia, aunque se repitan, y dar espacio a la expresión emocional sin minimizarla ni intentar evitarla. Aunque también es importante mantener vivo el recuerdo sin convertirlo en un tabú, ayudándoles a recordar los buenos momentos con el animal”. 

Un pequeño que asimila que es factible identificar el fin de la vida y transitar el duelo sin pavor deviene en un joven y un adulto con mayor madurez sentimental.

Este contenido ha sido elaborado tras consultar a expertos en veterinaria y técnicos pertenecientes a la red de Pets & Vets. Los datos aquí expuestos se fundamentan en pautas globales y sugerencias de carácter orientativo. Bajo ninguna circunstancia reemplaza la atención de un veterinario particular, la cual resulta esencial para analizar cada situación de manera específica, completa y médica.