Ruth Díaz, actriz de 'El Pueblo': “Cuando decían: ‘¡Acción!’, mi perra Gala se quedaba totalmente callada porque se había acostumbrado al rodaje”

Familias famosas

Ruth nos cuenta quién era el favorito de Gala durante el rodaje de la serie de éxito 'El Pueblo': “Gala adoraba a Carlos Areces”

La actriz mantiene una relación única con Gala, la ve “como un hijo que no crece nunca” y afirma que es una maestra “en confiar, disfrutar de la naturaleza ¡y en la manipulación!”

Ruth y Gala son inseparables

Ruth y Gala son inseparables

Ruth Díaz

Hoy os presento a Gala, una perrita nacida el 27 de enero, que llegó a la vida de Ruth Díaz en un momento clave, transformando por completo su día a día. Inteligente, cariñosa y juguetona, Gala se ha convertido en más que una amiga peluda; es una compañera inseparable que le ha enseñado a disfrutar del presente, valorar la naturaleza y ser más consciente de lo que realmente importa. Con su pasión por el agua y lo mucho que le gusta la pelota, esta perrita no solo llena de alegría la vida de Ruth, sino que también le da lecciones diarias de amor incondicional y serenidad.

¿Conocéis a Ruth?

Es una actriz increíble de la que, personalmente, me declaro fan. En una carrera que ha abarcado teatro, cine y televisión, ha participado en series de éxito como El Pueblo o Ni una más y en películas como Hogar o Tarde para la ira, con las que se ha ganado la admiración y el cariño del público. Actualmente, la tenemos protagonizando Fitzroy, la última comedia de Jordi Galcerán, dirigida por Sergi Belbel, en el Teatro Maravillas de Madrid. Pero, más allá de todo esto, hoy la protagonista es Gala, una perrita muy, muy deseada que se ha convertido en una pieza clave en la familia y la vida de la actriz.

Gala, Ruth…

¿Cómo estáis?

¡Pues muy bien! Aquí la tienes, a mi lado.

Ruth la coge y Gala suelta un discreto gruñido…

Siempre que la cojo, me gruñe como diciendo: “Déjame en paz”.

Eso lo hace mucho porque mi hija Luna, de 17 años, juega mucho con ella y tienen esta relación de hermanas, la mayor y la pequeña, que se pican jugando. Por eso lo hace.

Estamos súper bien, maravillosamente juntas, y su llegada significó un cambio absoluto en mi vida. No había tenido este tipo de relación con un animal y, vamos, lo he flipado y no lo cambio por nada.

La actriz de 'El Pueblo' siempre se lleva a su perra Gala a los rodajes cuando puede

La actriz de 'El Pueblo' siempre se lleva a su perra Gala a los rodajes cuando puede

Ruth Díaz

¿Cómo llegó Gala a tu vida?

Cuando Luna, mi hija, tenía cuatro años, siempre me decía que quería un perrito. Le respondía que, por problemas de espacio y porque económicamente, en ese momento, no estaba boyante, no era posible; que cuando tuviéramos más dinero y una casa más grande, lo tendríamos. Esto se fue alargando hasta que cumplió 12 años y, como nos cambiamos de casa, llegó la pregunta. La verdad es que, en aquel momento, yo ya lo estaba pensando y tenía claro que sí. Estábamos cenando y, de repente, me dice: Mira, mamá, como ya nos hemos cambiado de casa, ahora sí que podemos coger el perrito. Claro, como siempre le había dicho que no, lo que no se esperaba era que yo le fuera a decir que sí. Las dos nos pusimos a llorar, y fue un momento precioso.

En los ojos de Ruth puedo leer perfectamente lo que sintió en aquel momento. Hay tanto cariño y emoción ahí…

Sigue…

Era después de la pandemia, una época muy confusa, y me puse a buscar en protectoras, en Mil Anuncios… Soy bastante obsesiva y, todos los días, al levantarme, buscaba perros mientras desayunaba, hasta que un día apareció un chico con una camada de cachorritos ya destetados en Cantabria, en Entrambasaguas. Aunque eran las siete de la mañana, lo llamé, aunque no me cogió el teléfono, claro. Le puse mensajes de WhatsApp: Oye, por favor, me interesa mucho adoptar uno de los perritos… El tema era que estaban destetados, pero aún no tenían ningún tipo de vacuna y necesitaban que alguien se hiciera cargo de ellos porque ya no podían sostenerlos económicamente. Él me respondió que sí, le pedí si podía ser la de color chocolate, y no hubo problema. Viajé de Madrid a Santander y, de allí, a Solares a recoger a Gala. Me quedé a dormir en casa de mi hermana, aunque no dormimos porque la cachorrita no dejó de llorar en toda la noche. La envolví con mi jersey para que sintiera que estaba protegida y, al día siguiente, cogí el tren de vuelta a Madrid. Cuando íbamos por Valladolid, entraron dos personas en el vagón, que estaba vacío, y uno de ellos se acercó a mí y me sacó una placa que me puso directamente en la cara, todo chulo… En aquel momento vio a la cachorrita y, de repente, se enterneció y se puso a hacerle carantoñas. Me pidió el justificante del viaje, se lo enseñé y seguí camino hacia casa.

Cuando yo estoy mal, es la que realmente lo sabe, porque con ella muestro mi verdadero ser

Ruth y Gala son inseparables
Ruth Díazactriz

¿Qué te gustaría que Gala tuviera más de ti? Y a ti, ¿qué te gustaría tener más de ella?

Me gustaría tener su capacidad de desconexión y de vivir el presente. Ella se duerme en cualquier lugar, tranquilamente, sin comerse la cabeza, aunque haya estado jugando sin parar. Es esa capacidad de pasar de un estado a otro la que me gustaría tener. Yo tengo bastantes problemas para frenar el ritmo de mis pensamientos y, por eso, me gustaría tener esta parte de ella. También la alegría, la inocencia y esa capacidad de dar sin pedir nada a cambio, y de agradecer, que tiene el animal. Eso es amor puro, aunque yo también lo siento por ella.

Al final, lo que siento es como el amor que tiene una madre por su hijo. Yo lo tengo con Luna, mi hija, pero también lo tengo con ella. Es esa forma de amar que solo tienes con tus hijos.

¿Y de mí… qué me gustaría que tuviera?

Sonríe con ternura y timidez.

Pues no sabría qué decirte porque ella está muy bien así. No es que piense mal de mí, pero no veo ningún atributo que la pudiera favorecer…

La actriz Ruth Díaz ha protagonizado series como 'El Pueblo'

La actriz Ruth Díaz ha protagonizado series como 'El Pueblo'

Ruth Díaz

¿En qué dirías que Gala es una auténtica maestra?

En divertirse con lo que haya y en confiar. Tiene confianza plena en la gente de su entorno y en disfrutar de la naturaleza en todas sus formas: de un palo, del sol, del agua, de un pajarito que pasa… ¡Luego también es una maestra de la manipulación! Cuando estás comiendo, se te queda mirando, dando pena, hasta que le das, y esto es algo que hace conscientemente porque sabe que le funciona. Además, hasta que no lo consigue, no para.

¿A cuál de las dos le gusta más viajar?

A mí me gusta mucho, la verdad, y a ella también; de hecho, ha viajado bastante. Cuando dicen que los perros se parecen a sus humanos, es por algo y, en el caso de Gala, como yo he viajado mucho, ella también lo ha hecho. Al principio, le costaba por el coche y eso, pero, una vez que vio que los viajes te llevan a sitios como el campo, en Cantabria, pues le encanta. ¡Me ve hacer la maleta y se mete dentro! Si ve su transportín al lado, se sube corriendo. A las dos nos encanta viajar.

Durante el rodaje de la tercera temporada de la serie El Pueblo, se vino contigo a trabajar…

¡Claro! Antes, siempre me venía a buscar un coche de producción o una furgoneta negra y, todavía hoy, cuando ve una furgoneta negra, ¡se va corriendo para allá pensando que nos viene a recoger para llevarnos al pueblo! O sea, lo tiene ahí como muy metido.

En El Pueblo, ¿cuál era el día a día con ella?

Pues mira, allí dormíamos en las mismas casas donde se rodaba. Es decir, en muchas de ellas teníamos las habitaciones y, a la vez, el plató. En mi caso, mi habitación nunca fue plató, pero sí lo fue la parte de abajo de la casa, la cocina y la sala de estar con su chimenea. A veces entraban a rodar mientras yo lo estaba haciendo en la segunda unidad y, cuando volvía y me daba cuenta de que habían estado allí, pensaba: “¡Madre mía! ¿Y Gala?” Pues ella ni mú. Cuando decían: “¡Acción!”, se quedaba totalmente callada porque se había acostumbrado al rodaje. ¿Yo qué hacía? Pues mira, entre secuencia y secuencia, la sacaba, íbamos a dar una vuelta, volvía a rodar y, en la pausa de la comida, otra vez juntas. Era un entorno totalmente rural y, además, el equipo la quería muchísimo.

¿Con quién se llevaba mejor?

Gala adoraba a Carlos Areces. Se llevaban muy bien porque Carlos la amaba profundamente, y eso los perros lo notan. Si, de repente, hay alguien que te quiere mucho, el perro también lo hace; hay una comunicación inmediata.

Recuerdo una vez que veníamos de dar un paseo por el bosque y los alrededores. Aquel día yo no tenía que rodar y, al entrar en el pueblo, volviendo a casa, ella se adelanta y se va directa hacia Carlos Areces, que estaba rodando en aquel momento una secuencia. ¡Se metió en medio del rodaje!

(Risas)

Carlos enseguida la cogió en brazos y le dio muchos mimos y cariños.

Hablando de El Pueblo y de viajar, ¿qué viaje con Gala no vas a olvidar?

No olvidaré el de la recogida. Todo fue muy especial porque ella estaba muy asustada, tenía lombrices y yo no sabía lo que le pasaba porque nunca había tenido un cachorrito. Ese viaje marca nuestra historia porque los demás se han ido repitiendo. También recuerdo cuando tuvimos que volver a Cantabria porque tenía que rodar un cortometraje. Todavía no la podía poner en el suelo y fue la primera vez que pisó la playa. Era la playa de Liencres, ¡y flipó! Se puso a correr sin parar de arriba a abajo.

En ese sentido, en momentos de mucho trabajo, ¿cómo logras equilibrar las demandas de tu profesión con el tiempo que necesitas para estar con Gala?

En ese sentido he tenido suerte, por ejemplo, con El Pueblo, porque me permitió estar muchísimo con ella; incluso lo pedí por contrato, ya que tener que dejarla con alguien me aterraba. Otras veces, cuando he tenido que irme a rodar fuera y no he podido llevármela, se ha quedado con mi hija Luna y con su padre, que la adoran, por lo que me voy tranquila. Es una perra que casi nunca está sola, aunque sabe estarlo porque la eduqué bien para evitar que lo pasara mal. Lo fui haciendo gradualmente y se ha ido acostumbrando hasta el punto de que, a veces, vuelvo y está en el mismo lugar donde la he dejado. Cuando me tengo que ir, le doy un beso y le digo: “Ahora vengo, ¿vale? Tú te quedas ahí y me cuidas la casita”. Me pone un poco de carita, pero se queda tranquila.

En un rodaje que te tenga alejada de casa durante varios días, ¿en qué momento sueles pensar más en ella?

Cuando vuelvo a la habitación, cuando estoy sola y, sobre todo, cuando me voy. Me da mucha pena porque, al fin y al cabo, Luna ya hace y deshace con sus amigos y no necesita tanto de mí, porque va a cumplir 17 años, pero Gala siempre es más dependiente. Yo también lo soy bastante, por eso el momento de la partida se me hace tan duro, y cuando estoy en la habitación del hotel pienso mucho en ella, sí.

Te oigo hablar de Gala y veo que tenéis una relación única…

Imagino que cada persona la tendrá con su perro, pero sí, sí. Es como un hijo que no crece nunca. Aunque al principio dormía al lado de mi cama, en su camita, me miraba siempre con carita de pena mientras yo le decía: “No, no. Arriba no subes”. Incluso lo pedía moviendo las dos patitas, hasta que un día le dije: “Bueno, venga, va”… Nunca más bajó.

(Risas)

A veces, como da tanto calor y no acabo de dormir bien del todo, tengo que poner un cojín en medio. Luego, debo admitir que soy yo la que quiere que venga y la cojo de la sala aunque me gruña. Tengo dependencia de dormir con ella.

Ruth siente fascinación por Gala

Ruth siente fascinación por Gala

Ruth Díaz

Esta la suelo preguntar: cuando ensayas en casa, ¿se suma a tus diálogos o se queda al margen?

Ella me mira en plan: “¿Qué haces?”. En El Pueblo lo vivió como algo normal porque me veía ensayar todo el tiempo y se acabó acostumbrando. Cuando preparaba la función que estamos representando ahora, estuve mucho tiempo pasando texto sin parar y entonando de formas muy distintas. Recuerdo que Gala me miraba como diciendo: “¿Está hablando conmigo?, ¿qué dice?, pero, ¿qué le pasa?”. 

Para el casting de la peli 13 exorcismos, me tocó una escena en la que mi personaje hablaba con su hija y, como en aquel momento no tenía partenaire, la cogí a ella. Era una secuencia muy grotesca, pero lo pasamos muy bien.

Claro, en tu vida como actriz, siempre estás rodeada de guiones y personajes. ¿Cómo ha cambiado Gala tu perspectiva sobre la importancia de vivir sin un guion?

Bueno, eso ya lo cambiaron mi hija y la profesión de actriz. Cuando entré a estudiar en la RESAD, hacíamos muchísimas cosas, muchas funciones, trabajo de escena. Al acabar la escuela, me salió una obra de teatro con Pedro Osinaga; estuvimos de gira… Con el tiempo te das cuenta de que la profesión tiene períodos en los que no sale nada de trabajo y otros en los que no paras, por lo que tienes que dejar de sufrir por no estar trabajando, ya que es algo que va implícito en la profesión. Al principio me sentía triste y pensaba: “No me siento realizada”. Tuve una gran oportunidad durante tres años, pero, más tarde, vino la crisis, acababa de tener a Luna y, ahí, me di cuenta de que había otras prioridades. No todo era trabajar, ni mucho menos.

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Gracias a ella, visitas lugares como el parque del Oeste en Madrid. ¿Cómo ha influido en tu propio amor por la naturaleza, especialmente en Cantabria y en Madrid?

Cada vez que voy con ella al parque del Oeste, siento la naturaleza de una forma muy particular; es nuestro momento. Estamos las dos en paz, al solecito, jugando a la pelota, sintiendo el aire, los árboles, los colores, los pajaritos… Todo esto me lo ha traído Gala porque yo no era mucho de pasear. Yo paseaba solo para ir a un lugar determinado, pero el salir expresamente a pasear me lo ha dado ella. Estas cosas no las hacía.

Le gusta socializar, pero sin renunciar a vivir aventuras en solitario. ¿Cómo ves esa independencia en ella, en contraste con su relación cercana contigo?

Fíjate que no acabo de tener claro si es que ya era así o lo ha cogido de mí. Por ejemplo, en el parque del Oeste se crean grupos de gente que van habitualmente a pasear a los perros. Yo no soy así; muchas veces digo “hola” y me voy sola a otra zona del parque. Cuando veo que Gala se comporta así, pienso que, tal vez, lo ha heredado de mí. También debo decir que, la primera vez que la puse en el suelo, tenía mucho miedo de los perros; les sacaba los dientes, les gruñía… les tenía pánico, por lo que, igual, ya había algo de esto en ella. Hay perros que son más extrovertidos, pero esta es más selectiva; forma parte de su personalidad. Es muy observadora y tiene una mirada muy humana.

Gala siente fascinación por el agua. ¿Cómo fue tu reacción la primera vez que la viste tirándose al agua sin pensarlo?

¡Me metí un susto del copón! Mira, hacía pocas semanas que la había puesto en el suelo, era verano, hacía calor, y un día, en el mismo parque del Oeste, en la zona de los riachuelos, la acerqué al agua para que la viera y se tiró. Encima, el agua estaba estancada, llena de algas; la cubría entera y pensé: “¡Voy a por ella!”, cuando veo que empieza a mover las patitas. Al principio iba hacia las algas; yo le decía: “¡No, no, ve hacia ahí!”, hasta que finalmente recalculó y la pude coger. Cuando la saqué, del subidón de adrenalina que llevaba encima, se puso a correr a toda velocidad como un rayo; hasta quería volver a meterse en el agua. Desde entonces, tiene esta relación con el agua. Las olas le dan miedo, pero el agua le encanta.

Yo le hago la comida todos los días. Le doy de desayunar, de comer, de cenar y las cantidades que más o menos necesita

Ruth y Gala son inseparables
Ruth Díaz actriz

Sé que parte de su buena salud es por la alimentación que recibe. ¿Es cierto que tiene una chef particular?

A ver, ella está muy contenta…

(Risas)

Yo le hago la comida todos los días. Le doy de desayunar, de comer, de cenar y las cantidades que más o menos necesita. O sea, la primera vez que tienes un perro, no sabes muy bien y te dicen: “Pienso”, pues dices: “Joder, pues habrá que darle pienso”, pero yo siempre pensaba: “Esto todo el tiempo no es comida”. Así que, el año pasado, empecé a darle yo la comida. Me compré un libro de recetas y, según las cantidades que ella necesita, junto con unos suplementos, como el hueso molido, le preparo la comida. Le doy verdura, fruta, carne… Tiene un pelo superguay y está muy contenta.

Ruth, ¿cuándo Gala se convierte en un refugio para ti?

Desde el principio se convirtió en un refugio para mí. Era un momento de transición de muchas cosas: me estaba cambiando de casa, me acababa de separar y fue un cambio total en mi vida.

Creo que viví una segunda maternidad y la gente me lo decía.

Completa la frase… “La vez que me equivoqué con Gala fue…”

La pobre… Me equivoqué cuando, de pequeña, se atragantó y empecé a meterle los dedos para ver si le sacaba lo que tenía.

(Ruth gesticula ilustrando la maniobra).

Claro, ella me miraba en plan: “Pero, ¡¿qué hace esta señora?!”.

(Risas)

Desde entonces, cuando se atraganta, se esconde de mí.

¿Un secreto vuestro?

Cuando yo estoy mal, es la que realmente lo sabe, porque con ella muestro mi verdadero ser. Con Gala no pasa nada, todo fluye, porque estoy segura con ella.

Después de hablar con Ruth, se puede sentir que el verdadero protagonismo no siempre está en los escenarios, sino en esos momentos de autenticidad compartidos fuera de ellos. Gala, con su alegría desbordante y su conexión tan pura con la actriz, no solo es una buena compañía, sino una verdadera maestra de vida. Nos recuerda que, incluso en medio del ajetreo y la popularidad inherente a la profesión, el verdadero bienestar llega cuando somos capaces de ser como nuestros perros: sencillos, transparentes, presentes y llenos de amor incondicional. En un mundo en el que todo parece girar en torno al éxito, Ruth y Gala nos enseñan que la verdadera riqueza está en los lazos que creamos con los que realmente importan. Seguimos hablando durante un rato más y, entre otras cosas, nos dimos cuenta de que ambos comenzamos a alejar el teléfono móvil para poder leer sin tener la visión borrosa, al mismo tiempo… ¿Sabéis qué más tenemos en común? Os lo diría, pero bueno… Esa es otra historia.

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