SAÏD: Mira el mar, que tiembla en su cama.
BLANCA: Mira el cielo, que palpita en la noche.
SAÏD Y BLANCA: Eres el mar, eres el Cielo que se besan cuando se acercan al infinito.
(Se abrazan y se besan).
Àngel Guimerà - Mar i Cel,
Este diálogo pertenece a Mar i Cel, una de las obras del inmortal poeta Àngel Guimerà que, actualmente, podéis ver en el Teatre Victòria de Barcelona. Es un texto cargado de fuerza que resulta imposible interpretar sin poner todo el corazón y toda la pasión sobre las tablas. Esto es algo que Jordi Garreta no sólo hace en el escenario, todas las noches, o delante de una cámara; lo hace siempre que está con sus queridos Rolo y Boo.
La historia de este perro lobo checoslovaco y de esta braco de Weimar, con Jordi, bien podría tener una adaptación al teatro, ya que, honestamente, debería ser contada como las buenas obras que tratan de amor, fidelidad y familia.
Aunque Jordi es el prota de Mar i Cel, y lo hemos visto en series como Cuéntame cómo pasó o Moebius, hoy el foco no está en él, sino en estas dos compañeras de vida de cuatro patas.
Rolo, Boo, Jordi…
¿Cómo estáis?
Muy bien, como siempre, con mucha energía.
¿Quiénes son Rolo y Boo?
Pues Rolo y Boo son mis perros y, básicamente, los amores de mi vida porque son fantásticos; los quiero mucho.
¿Cuál fue el detonante de la llegada de cada uno de ellos?
Nosotros siempre habíamos tenido animales: perros, gatos, de todo. La verdad es que la historia de Rolo fue bastante especial:
Una gente de Jaca, Aragón, tuvo una camada de perros con varios cachorros y mi madre, que siempre estaba atenta a los anuncios de este tipo de perros, vio que nadie los iba a recoger y se quedó con uno. El problema de esta raza, el perro lobo checoslovaco, es que son complicados de criar y hay mucha gente que los abandona. De hecho, tienen el estigma de que no se les puede mantener porque no les gusta estar solos y su instinto es muy de manada. Lo cierto es que sí son algo difíciles, pero, en nuestro caso, fue amor a primera vista. Entonces, bueno, tiene algo muy especial, que es que parece como que sea tu hijo; noto un vínculo muy fuerte con nuestro perro. Con el tiempo se ha ido relajando, pero antes era muy nervioso y, a la mínima que lo dejabas cinco segundos solo, se cargaba el mando de la tele, la ropa y todo eso. Luego te miraba con cara de pena, como diciendo: “Yo no he hecho nada”. Aun así, es un perro muy bueno, muy bueno. Creo que todos los perros son especiales, pero bueno, yo, barriendo para mi casa, debo decir que es increíble. A veces le cuesta relacionarse con algunos perros, porque se pone nervioso. Si vas con él por la calle, no acaba de ir tranquilo como cuando lo hace por el bosque, porque no es su hábitat. En el campo está tranquilo, disfruta; también lo llevo por caminos poco transitados para que esté tranquilo y, no sé, es muy guay.

El actor no puede vivir sin Rolo ni Boo
Se llevan 4 años de diferencia, ¿cómo lo llevan?
La relación que tienen es fantástica. O sea, desde que Boo, que era la perra de un ex de mi madre, se quedó con nosotros cuando cortaron, porque no quería estar con él, creamos otro vínculo y fue como: “Pues nada, para casa”. Rolo y Boo se llevan genial, aunque son muy distintos. Ella, por ejemplo, sí que es una perra muy sociable a la que le encanta estar con la gente. Son como dos energías muy distintas que, a veces, se complementan, jugando Rolo el papel de hermano mayor. Está siempre pendiente de ella y Boo ha crecido con él, por lo que nunca ha convivido con otro perro. Se quieren mucho, siempre están juntos, duermen pegados, lo hacen todo juntos. Sí que me da pena porque pienso, en el momento, aunque yo pienso mucho en el presente e intento no pensar demasiado en el futuro, soy consciente de que, al final, todos nos vamos, pero, por desgracia, los animales se van antes. Cuando Rolo se vaya, va a dejar un vacío enorme y deberemos darle mucho amor a Boo.
¿Alguna vez has tenido una conversación “importante” con Rolo o Boo sin palabras? ¿Qué les dijiste?
Bueno, yo, por ejemplo, como soy cantante, muchas veces, cuando estoy con mi madre, o solo, canto y me doy cuenta de que los dos están escuchándome y se acercan a mí. En ocasiones, me pongo un poco sensible y miro mucho más a Rolo, porque claro, ya tiene siete años y pienso: “Hostia, no eres muy mayor aún, pero ya ha pasado tiempo”. Me da pena porque, aunque sé que no es mi hijo, lo siento como si lo fuera, ¿sabes? Al haberlo criado y convivido con él, el día que falte me va a doler mucho.
Nunca se ha acercado mi perro para decirme: ‘Oye, tengo un mal día’; al revés, siempre está de buena onda
La profesión de actor, al igual que otras, es bastante compleja: hace poco comentabas que hasta que comenzaste Mar i Cel, la situación se iba poniendo difícil… En esos momentos complicados, ¿qué papel juegan Rolo y Boo en tu vida?
Mira, los perros tienen que salir a la calle para hacer sus necesidades, para soltar toda la energía que tienen y para cansarse y divertirse. Al final, es verdad que hay momentos en los que anímicamente estás más triste, sientes más incertidumbre y no tienes tantas ganas de salir. Hubo un momento, justo antes de empezar Mar i Cel, en el que acababa de volver de trabajar en Madrid, en el que me fue muy bien coger el coche y llevarlos al bosque o a la montaña para sacarlos por allí. Era una forma de obligarme a salir, quisiera o no. También en casa, cuando igual estás sin más, sentado en el sofá o sin hacer nada, a veces se te acercan, te lamen y empiezan a jugar contigo. Es algo que te sube el ánimo, porque siempre están de buen humor. Yo nunca he notado a mi perro decirme: “Oye, que tengo un mal día”, siempre está de buena onda.
Hablábamos de momentos complicados, pero, a día de hoy, no es el caso. ¿Qué papel juegan ahora que estás cada día sobre las tablas?
Hay días que los tengo que pasar en Barcelona, porque tenemos sesiones matinales y me quedo en una habitación, justo al lado del teatro, porque no me da tiempo de volver a Terrassa. Los echo mucho de menos y, cuando vuelvo a casa el domingo o el lunes, voy directamente a sacarlos con la intención de recuperar el tiempo perdido.
Vemos que están en buenos momentos y en otros que no lo son tanto… ¿Cuál fue la última vez que pensaste “son tan importantes en mi vida…”?
Sobre todo cuando estuve en Madrid casi tres años. Claro, ahí empecé con Cuéntame, luego estuve en el musical El Médico, donde conocí a la que fue mi pareja que, como también tenía un perrito, un pomerania, continué acompañado de animales, pero, una vez cortamos, pensé: “Hostia, que solo me siento”. Aunque creo que, en cierta medida, todos estamos solos, pensé: “Guau, la compañía y el amor que dan esos seres…” Yo creo que ahí lo pensé bastante. Entonces, ahora intento aprovechar el tiempo, porque si de repente tengo que volver a Madrid o irme fuera de España, lo echaré en falta.
¿Hasta qué punto dices “sin ellos no”? ¿Alguna vez te has visto obligado a decirlo?
No, porque gracias a Dios está mi madre. Tengo la tranquilidad de que, si me tengo que ir, mi madre me va a decir: “Sí, vete”. Me va a dar pena, pero ¿cómo llevo a un perro de 50 kilos a un piso de Madrid? O sea, que se puede hacer, pero seguramente me tocará compartir piso, a no ser que pegue un petardazo económico y me dé igual todo; entonces sí. Pero, de momento, no hay algo así previsto. Lo único que pienso es: “Vale, ahora estoy en Mar i Cel, el tiempo que tengamos que estar, que serán varios meses, hasta que tenga otro trabajo, momento en el que ya decidiré dónde voy”.
Es momento de aprovechar para estar con ellos. Hay que vivir el presente, que es lo único que tenemos. Ni futuro ni pasado: presente.

Jordi ha sido el protagonista del musical 'Mar i Cel'
Boo es una preciosísima braco de Weimar, una raza conocida por su energía. ¿Le sigues el ritmo?
(Risas y respuesta inmediata…)
¡Nooooo! Mira que soy una persona hiperactiva, ¡además diagnosticada!, pero tiene tanta energía encima que es difícil llevarla. Cuando vamos al bosque y cojo un palo, ya está pendiente de que se lo tire; se pone en modo cazadora. Sin exagerar, puedo lanzarle el palo 20 veces seguidas, a mucha distancia, que mantiene la misma energía al principio que al final. Luego es verdad que, cuando volvemos a casa, está muerta de cansancio porque, en el momento, no es consciente de la cantidad de energía que gasta; es impresionante. A veces, en casa, le dan brotes de energía, pero al rato se le pasa.
Saïd, mi personaje en 'Mar i Cel', es un poco lobo
¿Compartir tu vida con ellos hace que te relaciones más con personas a las que les gustan los animales? ¿Cómo lleváis los tres las relaciones sociales?
Yo tengo a mis amigos de toda la vida y algunos que he ido haciendo en la profesión. Es verdad que algo en lo que me fijo mucho de una persona es si le gustan los animales porque me dice mucho de ella. A veces, me dicen que les gustan y yo me fijo en si lo demuestran. En realidad, si ves cómo tratan a los animales, te darás cuenta de cómo te van a tratar a ti. Evidentemente, una persona es distinta a un animal, y el trato es, obviamente, distinto, pero podrás ver rápidamente de qué palo van. No digo que la gente a la que no le gustan los animales sea mala persona, ¡ni mucho menos!, pero sí que es posible que no seamos tan afines.
Jordi, si Rolo y Boo pudieran hablar, ¿qué crees que te dirían sobre tu trabajo como actor?
Creo que Rolo me diría: “No sé por qué te vas tanto de casa”, y Boo me diría lo mismo, del rollo: “No sé por qué te vas, ¿por qué no te quedas aquí? No entendemos nada, ¿por qué trabajas?, ¿qué es trabajar? ¡Deja de abandonarnos!”. Yo creo que me dirían eso.
Como actor, ¿alguna vez has sentido que tenías algo en común con ellos al interpretar un personaje sobre el escenario?
En ocasiones tengo una energía muy de perro. A veces vemos a una persona y la asociamos a un tipo de animal, como puede ser un reptil, pero a mí siempre me han dicho que parezco un perro. Luego, al analizarlo, he dicho: “Hostia, pues sí”. De hecho, dicen que tengo muy buena onda hasta que me molestan o pienso que me están comiendo el terreno. Ahí, puedo llegar a ser rabioso. Por ejemplo, el personaje que interpreto en Mar i Cel, Saïd, es un poco lobo. Es como un lobo solitario que pertenece a una manada, de la que es el líder, que está todo el tiempo vigilando, muy elegante y muy tranquilo, hasta que, de repente, tiene que atacar y es ahí donde sale a relucir la bestia. No es algo en lo que piense todos los días, pero, ahora que me lo has dicho, pienso: “¡Hostia, sí!”.
¿Han visto Mar i Cel?
¡Ojalá! No los he podido llevar al teatro, ¡aunque Rolo fue actor! Durante unos años, de forma voluntaria, fuimos a hacer Los Pastorets con mi madre, a Granollers, y había una escena en la que venía el lobo y, como nos llevábamos a Rolo a los ensayos, y mi madre en broma siempre decía: “¡Si quieres que Rolo actúe, tú misma!”, la directora nos dijo: “¿Os importa?”. Total, tuvo una escena en la que pasó por medio de la gente, que alucinaron, porque nadie se esperaba en Los Pastorets de Granollers un lobo pasando entre la gente.
En realidad, si ves cómo tratan las personas a los animales, te darás cuenta de cómo te van a tratar a ti
¿Cuál fue aquella vez que te dejaron sin palabras?
Lo que siempre consiguen es hacerme reír y esto puede equipararse a dejarme sin palabras. A veces, me encuentro a Boo tumbada, en una posición rara, con una manta encima y mirándome fijamente… Es súper graciosa y cada día es algo distinto. En cuanto a Rolo, recuerdo que mi madre confiaba mucho en que él sabía que la comida de la mesa no se tocaba; estaba segurísima y le dije: “Mamá, estoy seguro de que si nos vamos 30 segundos, dejando la comida en la mesa, se la va a zampar”. Ella decía que no, e hicimos la prueba: nos escondimos en la habitación de al lado y, al segundo, hizo “¡Zas!” y se la comió. Además, cuando lo pillas, te pone la cara de: “¿Yo?”, “¿pero si no he hecho nada?”, “¡yo no he sido!”.
(Risas…)
Jordi, ¿alguna vez os habéis metido en un lío, en plan “tierra, trágame”?
Bufff. Ahora porque está más tranquilo, pero antes… Teníamos una galería y tuvimos que poner una correa allí porque abre puertas. ¡Este perro abre puertas y es un escapista! Claro, nos encontrábamos almohadas reventadas, muebles mordidos, ¡incluso se cargó la tele! Afortunadamente, hace mucho que ya no.
Esto es importante, ¿qué saben de ti que nadie más conoce?
Yo creo que ellos me han visto de muchas maneras. Pienso que, al final, en la vida todos tenemos un papel, o varios, que interpretamos dependiendo de con quién estemos. Nos regimos por un sistema de creencias y de leyes, y ellos me han visto tal cual soy, al 100%. Yo no actúo, no finjo, simplemente soy yo, y han visto mi parte más sincera. No es que no quiera mostrar esa parte al mundo, pero muchas veces la sociedad no permite hacerlo. Tienes que ir todo el rato con cuidado y, al menos, ellos no te juzgan, no te apartan y no te dejan de lado. Es un amor verdadero. Es la verdad absoluta.
¿Cuándo pasaste miedo por ellos?
Cuando Rolo era un cachorro, nos dijeron que se iba a morir porque creían que tenía el moquillo. Ese fue un momento durísimo porque, aunque llevaba poco tiempo con nosotros, lo queríamos mucho, y pensar que lo íbamos a perder —por más que la vida sea así de dura— era muy difícil.
Ahora, por ejemplo, tengo un amigo al que le han diagnosticado un linfoma, tiene cáncer y está con la quimioterapia. ¿Por qué? Pues porque la vida es así de dura y suceden cosas sin discriminar a nadie.
Claro, en aquel momento, nos dijeron que si Rolo no se curaba solo no podrían hacer nada porque era muy pequeño, lo que nos generó un sentimiento enorme de impotencia.
También hemos pasado miedo alguna vez que se ha escapado, por miedo a que lo atropellen. Incluso, cuando vamos por el bosque, si los pierdo de vista, me pongo en plan: “¡Hostia, hostia, hostia!”.

El actor Jordi Garreta comparte su vida con Rolo y Boo
¿Cuál es ese rincón secreto al que siempre volvéis los tres?
Mira, es un pueblo que no tiene nada de especial y que está al lado de mi casa: Can Boada. Es un lugar al que siempre iba con mi abuelo a caminar con el perro, y tiene un caminito, rodeado de olivares, por el que siempre nos gusta perdernos.
Completa la frase… La vez que me equivoqué con Rolo y Boo fue…
Pensar que podía llevar a Boo por la calle, durante un rato, sin que hiciera ni caca ni pis, sin llevar bolsas para recogerlos. Tuve que recogerlo con hojas y con todo lo que encontré. Fue hace dos semanas.
Jordi, ¿un secreto vuestro?
No les gusta el pienso.
Después de hablar con Jordi Garreta, me queda la sensación de que los perros, con su presencia silenciosa y profunda, nos enseñan más de lo que imaginamos. No son sólo animales de compañía, sino compañeros que, sin pedir nada, nos revelan lo esencial: amor, lealtad y una conexión que va más allá de las palabras. En el caso de Jordi, Rolo y Boo, lo acompañan en su vida y le ofrecen historias y aprendizajes que no se podrían escribir en ningún guion. En su mirada y su tranquilidad, los perros nos recuerdan que lo más valioso es ser genuinos y estar presentes, sin adornos ni artificios… Continuamos hablando un rato más y recordando los primeros montajes de 'Mar i Cel' y de otras funciones maravillosas de aquella época, como 'Están tocando nuestra canción'. Le confesé a Jordi mi relación con esta segunda obra. ¿Queréis saber cuál es? Os lo diría, pero… esa es otra historia.