César F. Buitrón, profesor de autoescuela: “Las personas mayores no fallan al conducir por falta de capacidad, sino por falta de confianza”
Autoescuela
La inseguridad y el miedo al examen son los principales obstáculos para quienes aprenden a conducir en la tercera edad
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Las mujeres de más de 60 que se enfrentan a este reto son unas heroínas.
Sacarse el carnet de conducir a los 18 años es un hito, casi un rito de paso a la madurez. Pero, ¿qué pasa cuando esa meta se persigue a los 60 o 70 años? César Fernández Buitrón, profesor de formación vial, desde 2019 en la autoescuela MasterLeón, con más de 20 años de experiencia y más de 2000 alumnos (coche y moto), lo tiene claro: “Las personas mayores no fallan por falta de capacidad, sino por falta de confianza. La seguridad en sí mismas es lo que más les cuesta recuperar”.
El perfil de estos alumnos no es el habitual en una autoescuela. En su mayoría, son mujeres que se encuentran con la necesidad de aprender a conducir tras quedarse viudas o separadas o de retomarlo, ya que tienen el carnet, pero no lo utilizaron jamás. “Muchas obtuvieron su carnet en la juventud, pero nunca han conducido. Y ahora, de repente, necesitan hacerlo y se sienten completamente desubicadas”, explica Buitrón.
Pero lo primero que deben vencer muchas alumnas mayores es el simple hecho de entrar en una autoescuela. “Se encuentran en un aula rodeadas de chicos que, por edad, podrían ser sus nietos. Eso ya es un choque“, afirma el profesor.
La dificultad de volver a empezar
Las clases prácticas exigen paciencia y apoyo anímico

Para quienes retoman la conducción tras décadas sin practicar, la experiencia puede ser desalentadora. ”Tienen que reaprender desde cero, pero con la presión añadida de que ya no tienen la agilidad mental ni los reflejos de cuando eran jóvenes“, apunta el instructor.
En España, más de seis millones de conductores mayores de 65 años siguen al volante, ya que la normativa no impone una edad máxima para conducir, sino que se basa en las aptitudes. La DGT advierte que el envejecimiento afecta reflejos y capacidades, lo que exige mayor concienciación para garantizar la seguridad en la carretera. Además, la personalidad influye en la atención al conducir, ya que rasgos como la irritabilidad afecta la detección temprana de peligros. Aunque la edad ralentice los tiempos de reacción, la experiencia mejora la anticipación de riesgos, compensando en parte la pérdida psicofísica.
El miedo al error y la sobreprecaución también juegan en contra. ”Si un alumno joven se equivoca, simplemente lo corrige y sigue adelante. Una persona mayor, en cambio, se bloquea, se frustra y duda de si será capaz“. Esto hace que necesiten muchas más clases antes de sentirse preparadas.
En el caso de quienes nunca han tenido carnet, el reto es aún mayor. ”A la falta de experiencia se suma el hándicap de enfrentarse a un examen teórico y práctico. Siempre decimos entre los profesores que la edad influye en el número de clases necesarias para dominar el coche. A grandes rasgos, se suele necesitar una clase extra por cada año de edad para alcanzar la misma competencia que un joven de 20 años consigue con 20 o 25 clases“.
La barrera psicológica del examen
El pánico escénico ante el examinador juega malas pasadas

Superar el examen no es sólo cuestión de conocimientos. El miedo al examen es universal, pero en ellas se agrava. ”No es raro que se convenzan de que no lo van a conseguir. Por eso, el profesor también tiene que hacer de psicólogo. Hay que reforzar lo que hacen bien y quitarle importancia a los errores. Si no, el bloqueo se convierte en su peor enemigo“.
Aun cuando logran conducir con soltura, los nervios en la prueba final pueden jugarles una mala pasada. ”Aquí sí que da igual la edad. Tanto una mujer de 60 como un chaval de 18 se ponen tensos con un examinador detrás. Y eso se nota“.
El primer día solas
La prueba real llega después de aprobar

Aprobar el examen no significa el final del desafío. ”El miedo a salir solas con el coche es incluso mayor que el miedo al examen“, asegura César. ”Se preocupan por si los demás conductores las presionan, por si tardan mucho en una rotonda o por si se equivocan en un cruce“.
La clave, dice, es no rendirse. ”Si han llegado hasta ahí, es porque pueden hacerlo. Mi mejor consejo es que no dejen pasar el tiempo. Cuanto antes cojan el coche tras aprobar, más fácil será que lo conviertan en una rutina". Porque, al final, conducir no es sólo cuestión de habilidad, sino de confianza. Y recuperar esa seguridad es lo que realmente cuesta. “Teniendo en cuenta todo esto, esas mujeres de más de 60 años o de más de 70 años que se atreven a afrontar todo ese proceso son unas auténticas heroínas”, afirma el profesor.

