Anny-Charlotte Verney, la top model que conquistó Le Mans y sobrevivió al Dakar bebiendo su perfume

Piloto histórica

La leyenda del automovilismo francés vio cumplidos los sueños de niña triunfando en las pasarelas y compitiendo en los circuitos

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Anny-Charlotte Verney sostiene una foto donde se le ve al volante de un Porsche 935 K3 con el que participó en las 24 Horas de Le Mans en 1981

Anny-Charlotte Verney sostiene una foto donde se le ve al volante de un Porsche 935 K3 con el que participó en las 24 Horas de Le Mans en 1981 

Céline Levain/Mirage Collectif

Aunque el nombre de Anny-Charlotte Verney quizá no resulte familiar para muchos, tras él se esconde una vida marcada por la velocidad, la resistencia y una determinación inquebrantable. A sus 81 años, esta leyenda del automovilismo francés lleva una vida tranquila cerca de Biarritz, pero su historia sigue siendo tan asombrosa como sus récords: es la mujer que más veces ha competido en las 24 Horas de Le Mans y además ha desafiado los límites del París-Dakar en diez ocasiones, siendo la primera de ellas una experiencia que casi le costó la vida.

En una reciente entrevista con Christophorus, la revista corporativa de Porsche, Verney reflexiona sobre una vida en la que siempre siguió sus impulsos ya desde niña. Para muestra, un botón: en 1949, con apenas seis años, prometió a su padre que algún día competiría en Le Mans, y más tarde, viendo un desfile de moda, le anunció a su madre que también sería modelo. A pesar de las dudas de sus progenitores, Anny-Charlotte logró cumplir sus sueños.

Anny-Charlotte era el centro de atención en los circuitos por su belleza

Anny-Charlotte era el centro de atención en los circuitos por su belleza 

Porsche

El hecho de que, siendo tan solo una niña, ya tuviera la idea en la cabeza de competir en una de las pruebas de resistencia más prestigiosas del mundo tiene una explicación. Su padre, Jean-Louis Frnçois Verney, era vicepresidente del Automobile Club de l’Ouest (ACO), organizador de las 24 Horas de Le Mans, y la llevó a presenciar una carrera en su ciudad natal.

A los 21 años, Anny-Charlotte se independizó y se unió a una escuela de modelos, donde rápidamente se convirtió en la imagen de marcas reconocidas como L’Oréal y Hermès. Esta etapa de su vida la llevó a viajar por todo el mundo durante cuatro años, pero su pasión por la competición nunca se desvaneció. Decidida a retomar sus antiguos sueños, se inscribió en la prestigiosa Escuela de Pilotos Bugatti de Le Mans, donde se enfrentó a 149 aspirantes, convirtiéndose en la única mujer del grupo. Solo los 50 mejores tendrían la oportunidad de continuar en el programa.

Su peor pesadilla la vivió en el Dakar junto al hijo de la entonces primer ministro británica Margareth Thatcher: se perdieron en el Sáhara y no los rescataron hasta el sexto día

A pesar de que algunos competidores la menospreciaron, argumentando que no era más que una cara bonita y que su presencia se debía a su apellido —su padre era una leyenda en Le Mans y su abuelo, Louis Verney, había sido uno de los fundadores de la carrera en 1923—, Anny-Charlotte demostró su valía al terminar en novena posición. Su talento no pasó desapercibido, y Citroën la seleccionó al finalizar su formación para pilotar el Citroën MEP, un monoplaza de carreras, en 1972.

Debut en Le Mans

En 1974, Anny-Charlotte Verney tuvo la oportunidad de competir en Le Mans gracias a BP, que la incluyó en la alineación de pilotos con un Porsche 911 Carrera RSR. Su familia se enteró de la noticia por la prensa, lo que dejó a su padre, siempre sereno, casi sin aliento. Antes de la carrera, le pidió que abandonara si el ritmo se volvía demasiado rápido. Anny-Charlotte bromeó que pondría los intermitentes al final de la recta de Les Hunaudières, donde se alcanzan las máximas velocidades.

La expiloto francesa posa, a sus 81 años, para la 'Christophorus', la revista corporativa de Porsche con quien mantuvo una entrevista recientemente

La expiloto francesa posa, a sus 81 años, para la 'Christophorus', la revista corporativa de Porsche con quien mantuvo una entrevista recientemente 

Céline Levain/Mirage Collectif

En la salida, sintió su pulso acelerarse y se preguntó qué hacía allí durante las primeras vueltas, pero pronto se sintió cómoda. Recuerda con alegría aquella noche mágica: “A las cuatro de la mañana, el aire era fresco y el coche rodaba perfecto. No hay una noche más maravillosa que esa”. Su amor por las carreras, que ella define como “la pelea”, la mantuvo concentrada y sin miedo, un rasgo que, según ella, heredó de su abuelo Louis, uno de los fundadores de la carrera.

Con diez participaciones en las 24 Horas de Le Mans es la mujer con más presencias en la mítica prueba de resistencia

Anny-Charlotte Verney atesora sus trofeos en una estantería, donde destacan su victoria en 1978 en la categoría GT de Le Mans con un Porsche 911 Carrera RSR y su sexto puesto general en 1981 con un Porsche 935 K3, vehículo con el que alcanzó su máxima velocidad personal de 358 km/h. Participó en la mítica carrera de resistencia diez veces, más que ninguna otra mujer, conduciendo diferentes modelos de Porsche.

Perdidos en el desierto

Pero una de sus experiencias más memorables y extraordinarias tuvo lugar durante su primera participación en el Dakar. En 1982, Anny-Charlotte Verney se unió al legendario rally, llevando como copiloto a Mark Thatcher, el hijo de la entonces primera ministra británica, Margareth Thatcher. Lo que comenzó como una emocionante aventura pronto se convirtió en una pesadilla para ambos.

A lo largo de su carrera deportiva, Verney consiguió notables resultados

A lo largo de su carrera deportiva, Verney consiguió notables resultados 

Céline Levain/Mirage Collectif

Apenas unos días después de iniciar la carrera, el equipo se encontró con un grave problema: el eje trasero del vehículo se rompió en pleno Sáhara, en un entorno inhóspito y desolador. Para empeorar las cosas, se habían desviado de la ruta correcta, lidiando con la dura realidad del desierto, con temperaturas que oscilaban entre los casi 40 grados durante el día y los 5 grados bajo cero por la noche.

Rodeados solo por arena roja y algunos arbustos, la incertidumbre sobre si alguien vendría a rescatarlos se apoderó de ellos. Contaban con suministros de comida y agua que apenas alcanzarían para un día.

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Mientras los equipos de búsqueda comenzaban a movilizarse en el desierto, Verney y su compañero eran conscientes de que estaban ante una situación crítica. Para sobrevivir, se vieron obligados a consumir el líquido refrigerante del coche y, en un acto de desesperación, Anny-Charlotte llegó a beber su propio perfume. Después de seis largos días, finalmente fueron encontrados, un tiempo que pareció un suspiro en la inmensidad del desierto. “Dos días más y no lo contamos”, recuerda la expiloto en su reciente entrevista con Christophorus.

A pesar de este desafortunado comienzo en el Dakar, su espíritu indomable la llevó a regresar al rally otras nueve veces. Los accidentes y las adversidades nunca fueron suficientes para hacerla desistir de su pasión por las carreras. En 1973, durante el Rallye Bandama en Costa de Marfil, Anny-Charlotte sufrió numerosas fracturas y sobrevivió de milagro. En una de sus participaciones en el Rallye París-Dakar en 1990, su coche dio siete vueltas de campana y quedó “aplastado como una crepe”. Sin embargo, con una actitud positiva, la octogenaria expiloto simplemente afirma: “C’est la vie”, aceptando que tales incidentes son parte de la práctica de este deporte extremo que tanto ama.

La popularidad de Verney durante su etapa como piloto fue tal que algunas marcas la eligieron como imagen para sus campañas publicitarias. Entre ellas, Rexona, que la presentó en un anuncio en el que Verney combinaba su pasión por la velocidad con el mensaje de frescura y resistencia que simbolizaba la marca, como podemos ver en el siguiente vídeo.

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