Cuidado con la ira al volante: podría ser una respuesta a un trauma y multiplica por 10 el riesgo de sufrir un accidente

Conducción segura

Una conducción agresiva implica el aumento de la velocidad y no respetar las normas de circulación

La DGT alerta de cómo las tres fases del estrés afectan a la conducción y ponen en riesgo la seguridad vial

Según un informe de Fundación Línea Directa, el 10% de los conductores españoles circulan enfadados y esto aumenta el riesgo de sufrir un accidente

Según un informe de Fundación Línea Directa, el 10%  de los conductores españoles son agresivos al volante y esto aumenta el riesgo de sufrir un accidente

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Es inevitable: existe una estrecha relación entre el estrés y la conducción. Algo que los especialistas no dudan en resaltar. Como decía la psicóloga Arantxa Pisón en declaraciones anteriores para La Vanguardia, “el estrés implica una mayor agresividad en la carretera”. Ahora bien, es importante que los conductores sean conscientes de ello, ya que “los comportamientos temerarios al volante suponen un grave peligro para la seguridad vial”.

Así lo recuerda el Real Automóvil Club de España (RACE), en un artículo donde habla de una cuestión que “va más allá del civismo”. No tomar las precauciones oportunas o dejarse llevar por impulsos y decisiones exageradas puede acarrear serias consecuencias. Y es más habitual de lo que podríamos pensar. “El 10% de los conductores españoles son agresivos al volante”, informa la Dirección General de Tráfico (DGT), tomando como referencia un estudio de la Fundación Línea Directa e INTRA.

“Estas actitudes multiplican por 10 el riesgo de sufrir un accidente con víctimas; y por 30, el de accidente con heridos graves”, prosigue en el mismo artículo, publicado en su revista de Tráfico y Seguridad Vial. Es entonces la psicóloga de la DGT, Patricia Pérez Fernández, quien alude al concepto de agresividad: “Incluye la expresión verbal, la física y el propio uso del vehículo”.

Factores externos, como el tráfico o el ruido ambiental, pueden elevar la frustración del conductor

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Del exceso de velocidad a las maniobras ilegales

La ira al volante

“Sin el factor humano, la siniestralidad vial se reduciría en un 93%”. Estamos, sin duda, ante una cita estremecedora; pero real. Esta declaración pertenece a Susana Gómez, subdirectora adjunta de la DGT, y así lo aseguraba en una entrevista de 2022 para el mismo medio. Hay que tener en cuenta que, además de la agresividad, la somnolencia es una de las principales causas de accidentes de tráfico, vinculada siempre a las personas.

En lo que respecta a la ira, lo cierto es que el vehículo personal se convierte en un escenario idóneo: privado y aislado. Por lo tanto, es más habitual que los conductores se sientan desinhibidos en su interior, a la hora de manifestar sus impresiones cuando un factor externo aumenta los niveles de estrés. Algo que sucede, especialmente, en entornos urbanos.

Por su parte, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA), agencia dependiente del Gobierno de Estados Unidos, enumera algunos de los signos más comunes de conducir en estas circunstancias y así lo recoge el despacho de abogados, C&B: “Exceso de velocidad, cambios de carril inadecuados o imprevisibles, no ceder el paso, no respetar las señales, conducir demasiado rápido, hacer giros indebidos o realizar carreras con otros vehículos”.

Asimismo, el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) estadounidense añade que “el comportamiento agresivo, a veces violento, de los conductores, que suele deberse al estrés relacionado con la conducción o con factores ajenos a ella, puede implicar situaciones como el exceso de velocidad, maniobras ilegales y las suposiciones falsas sobre las acciones de otros usuarios de la vía”.

Es importante tomar conciencia del estado emocional, preparar un buen ambiente dentro del coche y realizar técnicas de relajación si es necesario

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Posibles desencadenantes

“Existen estudios que demuestran que la agresividad no solo ha sufrido un aumento significativo en los últimos años, sino que puede convertirse en una actitud característica del conductor europeo medio”, señala la DGT. Entre las posibles causas, se encuentran tanto factores externos como internos; y, dentro de estos últimos, la ira podría ser también la respuesta a un trauma personal.

De esta forma, el estado emocional y la personalidad influyen en los accidentes de tráfico y, algunas personas, son más susceptibles que otras, “en función de determinados rasgos y épocas de la vida”. Asimismo, la DGT también referencia la falta de empatía o la “sensación de impunidad y anonimato” como posibles desencadenantes. En este último caso, aclara, desplazarse en coche “favorece que no se repriman ciertos impulsos que en ámbitos diferentes a la conducción se controlan”.

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