Los sistemas avanzados de ayuda a la conducción salvan vidas: ¿por qué demasiadas personas los desactivan?
Tecnología de seguridad
Alarmas falsas, pitidos constantes y la percepción de “sobrecorrección” hacen que algunos sistemas se consideren intrusivos

Algunas personas desconectan algunos sistemas de ayuda a la conducción porque los consideran demasiado intrusivos

Los coches se están volviendo más inteligentes. Los vehículos de hoy pueden frenar automáticamente para evitar una colisión por alcance, permanecer centrados en un carril, advertir sobre peligros en los puntos ciegos e incluso mantener una distancia de seguridad con el coche de delante.
Conocidos como sistemas avanzados de asistencia a la conducción (o ADAS, por sus siglas en inglés), se ha demostrado que estas funciones reducen accidentes, lesiones y reclamaciones de seguros. Pero hay un problema: muchos conductores no los quieren.
En Australia, uno de cada cinco conductores con coches equipados con estas funciones ha desactivado al menos una de ellas. En algunos países, la cifra es mucho mayor.

Estos sistemas ayudan a prevenir algunos de los accidentes más comunes y costosos en nuestras carreteras. Entonces, ¿por qué tantos conductores hacen un esfuerzo por desactivarlos?
Por qué importan los sistemas de asistencia a la conducción
Los sistemas avanzados de asistencia a la conducción son un conjunto de tecnologías dentro del coche que ayudan a prevenir o mitigar accidentes. Algunos de los más comunes incluyen:
- Frenada automática de emergencia: frena automáticamente si una colisión es inminente.
- Asistencia de mantenimiento de carril: ajusta suavemente la dirección para mantenerte dentro de las líneas del carril.
- Control del ángulo muerto: alerta si otro vehículo está en tu punto ciego.
- Control de crucero adaptativo: mantiene una velocidad fija mientras conserva una distancia de seguridad con el vehículo de delante.
Estos sistemas no son experimentales. Tienen beneficios de seguridad comprobados. Datos de Estados Unidos muestran que el frenado de emergencia autónomo reduce las colisiones por alcance en un 50%. Incluso la advertencia de colisión frontal por sí sola (sin frenado automático) reduce estos accidentes en un 27%.

Un estudio internacional reciente concluyó que la asistencia de mantenimiento de carril proporcionó la mayor reducción en la tasa de accidentes, especialmente en algunos de los más graves (reducción del 19,1%). El frenado de emergencia automático disminuyó significativamente las colisiones por alcance y en intersecciones (reducción del 10,7%). El control del punto muerto redujo moderadamente las colisiones por cambio de carril e incorporación (reducción del 3,5%).
Por su parte, el control de crucero adaptativo, sorprendentemente, parece estar vinculado a mayores tasas de accidente en algunos estudios (aumento del 8%), posiblemente porque los conductores dependen demasiado de él, lo usan en tráfico complejo o prestan menos atención. El control de crucero convencional se asoció con un aumento aún mayor (12%) en el riesgo de accidentes.
La función más odiada es la más efectiva
La asistencia de mantenimiento de carril es la función que más se desactiva. Casi el 45% de los conductores informa que la ha apagado, aunque está diseñada para prevenir algunos de los tipos de accidentes más comunes y mortales: salidas de la carretera y colisiones por cambio de carril.
La asistencia de mantenimiento de carril utiliza cámaras para detectar las líneas del carril y aplica suavemente correcciones en la dirección para mantener el coche centrado. En la práctica, esto puede percibirse como si el volante “tirara” o “empujara” contra las manos del conductor.

En carreteras sinuosas, en obras viales o cuando las líneas están desvanecidas, el sistema puede emitir advertencias frecuentes o intentar correcciones que parecen innecesarias. Para algunos conductores, esta sensación resulta desconcertante, y es una gran razón por la que la función a menudo se desactiva.
En la mayoría de los coches modernos, la asistencia de mantenimiento de carril se puede desactivar durante la conducción, pero normalmente se vuelve a activar al encender el vehículo la siguiente vez. Los fabricantes lo diseñan así para cumplir con regulaciones de seguridad y mantener altas calificaciones de seguridad en accidentes de organismos como el Programa Europeo de Evaluación de Coches Nuevos (Euro NCAP).
Por qué los conductores los desactivan
A pesar de los claros beneficios de seguridad, muchos conductores rechazan los sistemas avanzados de asistencia a la conducción.
Los conductores citan una combinación de frustraciones y desconfianza. Alarmas falsas, pitidos constantes y la percepción de “sobrecorrección” hacen que algunos sistemas se consideren intrusivos. Otros los apagan después de una sola mala experiencia o porque no comprenden los límites del sistema; por ejemplo, que la asistencia de mantenimiento de carril no funcionará en carreteras mal señalizadas o sin asfaltar.

La asistencia de mantenimiento de carril tampoco es perfecta. Pruebas del Programa de Evaluación de Coches Nuevos de Australasia indican que algunos vehículos generan correcciones de dirección bruscas o entrecortadas difíciles de anular, haciendo que los conductores se sientan fuera de control.
Investigaciones adicionales sobre el comportamiento en el uso de sistemas avanzados de asistencia a la conducción han identificado más problemas.
Muchos conductores aprenden sobre estos sistemas mediante prueba y error, en lugar de seguir instrucciones formales o el manual. Además, los manuales son difíciles de seguir. Muchos requieren un nivel de lectura superior al promedio, usan diseños recargados y carecen de estandarización entre marcas.
Muchos propietarios de coches también salen del concesionario sin conocer las funciones de seguridad de su nuevo vehículo. Muchos vendedores tienen formación limitada sobre los sistemas avanzados de asistencia a la conducción y sus limitaciones.
Asimismo, una misma función puede tener una docena o más de nombres diferentes según la marca. Los conductores reconocen que estos sistemas no siempre son intuitivos y muestran un gran interés en aprender a usarlos de manera segura.

El diseño de las carreteras y las condiciones del tráfico también afectan significativamente la confianza y el uso. Los conductores menos frecuentes evitan activar los sistemas en situaciones complejas o desconocidas, mientras que los conductores frecuentes están más dispuestos a experimentar.
Algunos grupos, como los conductores jóvenes que se consideran tecnológicamente sofisticados, a menudo tienen un conocimiento objetivo más bajo sobre estas funciones, pero mayor confianza en su conocimiento.
¿Y qué habría que hacer?
La evidencia de análisis internacionales de datos de accidentes y de investigaciones conductuales apunta a varias prioridades para políticas, industria y educación de los conductores.
Las regulaciones de seguridad y los incentivos de compra deberían priorizar las funciones más efectivas: asistencia de mantenimiento de carril, monitoreo del conductor y frenado de emergencia autónomo.
Algunos estudios muestran impactos neutrales o negativos de seguridad por el control de crucero adaptativo y convencional. Estas funciones deberían acompañarse de educación dirigida al conductor y marketing preciso para establecer expectativas realistas.

La capacitación al consumidor debe mejorarse en el punto de venta. Demostraciones y entrenamientos estandarizados pueden ayudar a cerrar la brecha de conocimiento.
También podría ayudar una mejor documentación. Se deberían adoptar guías simplificadas y estandarizadas, así como tutoriales digitales dentro del coche.
La evidencia es clara: los sistemas avanzados de asistencia a la conducción pueden prevenir accidentes, pero la efectividad de estas funciones depende tanto de factores humanos como de la tecnología misma.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Cuatro son sus autores. Milad Haghani es profesor asociado y miembro principal en Riesgo y Resiliencia Urbana, en la Universidad de Melbourne; Akshay Vij es profesor asociado en la Escuela de Negocios UniSA, en la Universidad de Australia del Sur; Ali Ardeshiri es investigador senior en Economía Urbana, en la Universidad de Australia del Sur; y Zahra Shahhoseini, investigadora en Salud Pública, en la Universidad Monash.

