Los días en los que se veían mariposas revoloteando por los campos en primavera podrían quedarse en recuerdos que contar a las próximas generaciones si siguen reduciéndose sus poblaciones por el uso de pesticidas, el cambio en el uso del suelo o el cambio climático. Así lo auguran científicos de Estados Unidos que han hecho en su país uno de los estudios más completos conocidos sobre seguimiento de las mariposas. La conclusión es que en solo 20 años han desaparecido un 22% de las que había a finales de siglo.
Hasta la espectacular migración de las mariposas monarca, una especie que cruza de Canadá a México, está en riesgo. En este caso, por la implantación de nuevos cultivos en su ruta y por la subida de las temperaturas al norte del Río Grande. A nivel mundial, ya hay más 41.000 especies de mariposas amenazadas en el mundo, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y en Europa la situación es aún más preocupante que al otro lado del Atlántico.
Las mariposas son fuente de alimento para muchos animales, especialmente las aves, además de ser muy importantes para la polinización
Los científicos americanos, que publican sus resultados en Science, utilizaron más de 12,6 millones de registros de presencia de mariposas en más de 76.000 estudios, tanto de programas de monitoreo como de proyectos de ciencia ciudadana, consiguiendo tener datos de 554 especies, el 80% de las que hay en el país. El estudio de tendencias se hizo sobre las 342 de las que había información suficiente. Prácticamente en todas habían disminuido las poblaciones. Ocurría en todos los estados, aunque la peor situación está en el suroeste y la mejor en el el noroeste. Los resultados presagian importantes amenazas ambientales en un panorama muy preocupante: “Las mariposas son una parte importante de la cadena alimentaria. Cuando son orugas se alimentan de plantas y son una fuente importante de alimento para muchos otros animales, especialmente las aves, además de ser muy importantes para la polinización”, señala Collin B. Edwards, de la Universidad Estatal de Washington y autor principal, a La Vanguardia.
Las mariposas han sido de los grupos más atractivos para su estudio a lo largo de la historia, aunque no había un estudio general de su situación en este país hasta ahora. “Son el único grupo de insectos con suficientes datos para una investigación así. Son fáciles de identificar y la gente siente pasión por ellas, así que hay décadas de registros de ciudadanos sobre cuántas y dónde se han visto. Para los ecólogos son un indicador de cómo les va a los insectos en general porque les afectan los mismos problemas a todos”, asegura Edwards.
En su investigación, detectó que la disminución media es de 1,3% al año. En un centenar de especies la bajada es del 50%, en algunas hasta del 99%, y solo un 3% aumentan sus poblaciones. Las causas por las que unas están más en peligro de extinción que otras no se han podido determinar. Pero los investigadores encontraron que no depende de las plantas donde se hospedan ni de su tamaño.
En Europa, la situación es similar

Expertos en biología han advertido de la situación crítica en la que se encuentra la azufrada ibérica, una de las mariposas más exclusivas y amenazadas de España.
En Europa, los últimos estudios también hablan de la desaparición de entre el 30% y el 40% de las mariposas de pradera. “Si miramos la tendencia media de las 342 especies individuales, y no sobre total de especies, hay un 42% de reducción, similar a la tendencia al otro lado del Atlántico. Podría ser que haya más especies en Europa similares a nuestra especie media”, indica el científico
La parte positiva es que las mariposas, como otros insectos, tiene un gran potencial para recuperarse cuando las condiciones son favorables, lo que destaca la importancia de las estrategias de conservación proactivas. Los insectos son la mitad de todas las especies multicelulares del planeta y son esenciales en los ecosistemas terrestres porque afectan a las aves, a la regeneración de la tierra, etcétera. Sin embargo, hasta ahora la investigación se ha centrado más en cómo controlar las plagas de insectos y reducir sus poblaciones que en monitorear y revertir su pérdida generalizada. “Las especies de mariposas que requieren hábitats de pastizales naturales en riesgo por las presiones agrícolas y urbanísticas”, argumenta también en Science el biólogo Brian D. Inouye respecto a esta investigación.
Además, el cambio climático está convirtiendo el sur en un lugar demasiado cálido, mientras el norte se vuelve más hospitalario. Un informe del gobierno mexicano en 2024, detectó que la migración de las mariposas monarca, que viajan de Canadá hasta el otro lado del río Grande, cayó un 59% en invierno. Los motivos son el aumento de temperaturas y el aumento en EEUU de la planta algodoncillo, que se cultiva precisamente porque sirve de alimento para las mariposas, aunque también las infecta con un parásito. “Para protegerlas, además de vetar pesticidas dañinos, hay que hacer un manejo de plagas con cultivos más diversificados para mejorar sus hábitats y restaurar la tierra y tomar medidas locales que mitiguen el calor”, indica la investigación.
¿Dónde están los renacuajos?

Renacuajo del minisapo partero.
Pero si ver revolotear mariposas e insectos va a menos, si no se toman medidas, la situación de los anfibios no es tampoco halagüeña. Son los vertebrados más amenazados que existen y su alimentación en la fase adulta son precisamente son los insectos, por lo que les afecta su desaparición. Pero también les está impactando el cambio climático, que es lo que han publicado, en este caso en Nature, científicos de varios países, aunque no ha sido fácil porque escasean los datos sobre su resistencia al calor, especialmente en zonas africanas y asiáticas.
Para averiguarlo, estandarizaron los umbrales térmicos de 5.203 especies de anfibios y usaron predicciones de modelos climáticos para temperaturas entre 2º y 4ºC más que en periodo preindustrial. Descubrieron que 104 especies (el 2%) están ya en riesgo en olas de calor incluso si disponen de sombra donde refugiarse y de agua, pero que solo un 7,5% superará 4ºC. También observaron que las especies tropicales tienen un riesgo mayor, aunque reconocen que son las más descocidas: el 74% de las más vulnerables estaría sin estudiar y lo que no se conoce, mal se puede preservar, señalan.
Entre sus conclusiones, además de dejar claro que la vegetación y los cuerpos de agua son fundamentales para que los anfibios soporten el calor, y por tanto hay que promoverlos, detectan que las extinciones serán sobre todo locales o generarán cambios en la distribución de algunas, siendo los sitios más vulnerables Sudamérica y Australia. “Además de realizar acciones de conservación, con el foco en áreas deforestadas y de mal manejo hídrico, sería importante llenar los vacíos de datos que hay en grandes zonas de África y Asia”, asegura Nayelli Rivera, de la Universidad de México, una de las autoras, desde Australia, donde se encuentra trabajando ahora.