Josep M. Salas: “Si no queremos nucleares en Catalunya hay que hacer los deberes, y vamos tarde”
Entrevista
El consejero de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) propone que cuando se sepan las causas del apagón todos los datos se muestren en abierto
“Con la información disponible parece claro que se debe descartar una causa única en el apagón”, dice este experto en transición energética
Pep Salas, experto en energía
Josep Maria Salas se doctoró en la UPC con una tesis sobre transición energética. Posteriormente, en 2017, fue una de las personas escogidas por el Congreso de Diputados, en tiempos de Mariano Rajoy, para formar parte del grupo de expertos en transición energética que presentó un extenso informe al entonces ministro Álvaro Nadal. Y ahora es miembro de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), organismo que ejerce y desarrolla tareas de regulación y supervisión del sector energético, lo que implica, entre otras funciones, la de velar por el correcto funcionamiento de Red Eléctrica de España.
¿Qué ocasionó el gran apagón?
Se están analizando las posibles causas tanto a nivel estatal, como europeo, por parte de distintos organismos. Es momento de dejar trabajar. Y también es momento de que, como ciudadanos, exijamos la máxima transparencia y solvencia.
¿Alguna reflexión al respecto?
Sí, ¡muchas! No es necesario esperar a los resultados concretos para entender que el sistema eléctrico es un sistema altamente complejo y de una magnitud tal que dificulta su comprensión.
Esto no va de 'cambiar una pieza', sino de entender que no se puede comprender “el todo sin sus partes, ni las partes sin su todo”
El nuevo gran actor del sistema eléctrico son las fuentes renovables…
Esto no va de “cambiar una pieza”, sino de entender que no se puede comprender “el todo sin sus partes, ni las partes sin su todo”. La irrupción de energías renovables cambia los fundamentos de cómo transformamos energía primaria en electricidad. Y tiene que cambiar también la manera en que la consumimos en nuestras empresas, fábricas y familias. A diferencia de los combustibles fósiles, que requieren un modelo altamente centralizado —desde la extracción, al transporte a miles de quilómetros hasta llegar a la Península y luego a los puntos de consumo-, las renovables, al estar directamente distribuidas por el territorio, nos invitan a organizarnos de otra manera, a consumir cerca del lugar donde se encuentra el recurso energético, a acortar las cadenas energéticas. Es más eficiente y más económico.
¿El apagón tiene relación con la integración de las energías renovables?
Con la información disponible parece claro que se debe descartar una causa única, del tipo de las que hemos visto en otros incidentes causados por un problema fácilmente identificable. Recuerdo el apagón en Girona en marzo del 2010, el que cientos de miles de personas estuvimos sin suministro durante varios días. En aquella ocasión, la causa fue una nevada muy húmeda que tiró, literalmente, cientos de torres de distribución de electricidad. Debemos aprender de cada suceso particular. Por este motivo, en algún momento, sería deseable disponer de los datos en abierto para que toda la comunidad de desarrolladores, centros de investigación y fabricantes puedan mejorar la técnica. No olvidemos que el problema, la emergencia climática, es global. Y por tanto, la solución debe ser también global.
Algunos apuntan el rápido crecimiento de las renovables, que son las grandes protagonistas en la red…
-El principio básico, simplificando mucho, es que la demanda de electricidad y la generación han de estar equilibradas en cada instante. No importa tanto el valor de este equilibrio, mientras que este se cumpla. Esto es fácil de decir, pero llevarlo a la práctica no es trivial. Se requiere un equilibrio por diseño y, la vez, una operación precisa en tiempo real desde el punto de vista del mercado, la casación tiene lugar cada vez más cerca al tiempo real en que se produce el trabajo. Estos ajustes entre oferta y demanda se efectuaban horariamente; desde hace unas semanas lo hacen cada quince minutos y en el futuro, se prevé que será cada cinco minutos. Es todo un reto. La hipótesis de trabajo es que hay tecnología para resolverlo. Y las hipótesis se aceptan o se rechazan, y el método se basa en someterlas a la experimentación.
Las renovables, al estar directamente distribuidas por el territorio, nos invitan a organizarnos de otra manera, a consumir cerca del lugar donde se encuentra el recurso energético
¿Y no es fácil ajustar lo que se planifica y lo que luego resulta en la realidad?
A menudo es más fácil tomar decisiones orientadas a crear oferta que a crear demanda. Y esto puede generar desequilibrios temporales o estructurales, ineficientes y costosos. Hay que evitarlo. Hace veinticinco años, las primeras ‘gotas’ de renovables en el mix eléctrico quedaban diluidas en el sistema eléctrico; no tenían una incidencia o afectación en términos técnicos o de precio. Luego hemos vivido unos años de crecimiento exponencial hasta lograr, en el conjunto del Estado, más del 55% del mix eléctrico. Y si se cuenta el autoconsumo seguramente pasamos del 60%. Es ahora cuando, por ejemplo, vemos señales económicas que revelan horas con precios cero y negativos; o surge una necesidad, sin precedentes por su intensidad de resolver congestiones por restricciones técnicas.
Las cosas han cambiado...
Además, esta cantidad ingente de energía no debe analizarse solo en términos de porcentaje anual, sino en cada instante. Tenemos horas en que la contribución renovable es prácticamente del 100% y en otras puede contribuir en un porcentaje muy bajo. Por tanto, aunque se instalen nuevas plantas de energía renovable, las horas del día que ya están saturadas no podrán absorber más renovables y generarán vertidos [energía que no se acaba produciendo por falta de consumo]. “Si queremos lograr más del 80% en 2030 de renovables en el mix eléctrico, como indica la planificación del Pniec, debemos centrarnos en las horas aún no saturadas y en ‘desaturar’ las que ya tienen el 100%.
¿Cómo?
Pues de muchas maneras. Tenemos la oportunidad de aumentar la demanda con nuevas actividades industriales. Pero actuaría con urgencia en el almacenamiento y la gestión de la demanda. Es como en las carreteras: no siempre las retenciones se solucionan con más carriles, que a la vez generan otros problemas. A veces es mejor invertir en gestión e intentar que los mismos vehículos vayan pasando escalonadamente a lo largo del día, evitando las horas punta.
Se han cuestionado las renovables con el argumento de que no son gestionables, que la radiación solar o el viento son intermitentes…
Las renovables, que dependen de los recursos naturales, son muy predictibles gracias a los modelos meteorológicos, que ofrecen mucha precisión. Que su operación presenta retos, seguro, como todas las tecnologías. Pero esto no es un impedimento, solo un aspecto que hay que considerar y actuar en consecuencia, sobre todo en el momento que nos encontramos de la transición energética. Hay que tener en cuenta que la penetración de las tecnologías renovables, como pasa con tantas otras tecnologías, no es un proceso lineal. Primero, su impulso es lento; luego, el crecimiento es exponencial y, finalmente, hay una fase en la que cada vez cuesta más lograr incrementos hasta llegar a la sustitución total. Por eso, las “tecnologías facilitadoras” involucradas, en el momento de su despegue son unas, y cuando llega su culminación ya han evolucionado. Por lo tanto, lo que se programa (a nivel técnico, económico, regulatorio, social) para una fase no vale para todas las fases. Sería este un error. Pasar, por poner un ejemplo, del 60 al 61% de contribución renovable, es mucho más complejo que pasar del 40 al 41%. En ambos casos se trata de incrementar un uno por ciento, pero cualitativamente es un reto distinto.
¿Qué debe mejorar el sistema eléctrico para evitar otros apagones?
El sistema eléctrico está en una continua mejora. Y los sistemas han mejorado con la irrupción de las telecomunicaciones y la digitalización. La transición energética va de transformar el modelo de generación y demanda en base a los flujos de energía, de materiales y de información. Y entre las muchas tecnologías facilitadoras involucradas, destacaría la electrónica de potencia y la electrónica de control. Están llamadas a mejorar la capacidad de operación de las redes. Pero, a la vez, introducen nuevas amenazas, como la vulnerabilidad por los ciberataques. Estamos ante el apasionante mundo de encontrar la tecnología apropiada para la sociedad. Es algo que interpela no solo a técnicos, sino también de todos los que disfrutemos o suframos las consecuencias de las decisiones que tomemos. La transición energética nos interpela a todos.
La electrónica de potencia está llamada a mejorar la capacidad de operación de las redes. Pero introducen nuevas amenazas, como los ciberataques
Pep Salas, experto en energía
¿Deben crearse normas para implantarlo?
Habrá que crear normas… ¡pero no nos olvidemos de sacar muchas otras! El dinamismo de la innovación nos obliga a una regulación dinámica que sea capaz de aprovechar los beneficios de la investigación sin crear barreras de entrada artificiales, e interesadas, en muchas ocasiones. Hay que ser capaz de aprender a escala real qué implica la utilización de las nuevas soluciones tecnológicas. Para lograrlo, entre otros, nos hemos dotado de marcos de prueba regulatorios, conocidos como “sandbox”, donde por un periodo determinado se puede tener una excepción regulatoria para probar nuevos modelos. Ahora tenemos varios en marcha. Algunos, sobre nuevas maneras de controlar la tensión para una mejor operación del sistema; otros promovidos por el municipio del Prat, que con el liderazgo de Joan Herrera, experimentarán con el despliegue de almacenamiento distribuido dentro de la comunidad energética para proporcionar servicios de la flexibilidad.
¿Se pudo haber evitado el apagón con mejores interconexiones con Francia…?
Con otro nivel de interconexión, las condiciones hubiesen sido otras. No podemos sacar conclusiones precipitadas. Europa está en pleno proceso de integración en la “Energy Union”, lo que implica integración de mercados, de normativa, gobernanza y de infraestructuras. Lo que no tiene sentido es tener ciertas obligaciones sin estar plenamente interconectados. Si vamos, vamos con todo. Pero en todos los ámbitos y por parte de todos. La alternativa autárquica, que parece ganar adeptos en distintos estados miembro, no es deseable en este mundo en el que vivimos. Prefiero más y mejor integración.
La electricidad ha adquirido el carácter de seguridad nacional.
Existe el “trilema energético”, un equilibrio entre tres objetivos: las metas ambientales, un precio asequible, y una calidad y seguridad de suministro. A menudo, acercarse más a uno de estos objetivos implica alejarse de otro. Europa tiene desde la cumbre del clima de París un objetivo de reducción de emisiones muy ambicioso.
El único ámbito que no podemos permitirnos en estos momentos es el desabastecimiento
Pero ha habido interferencias…
La crisis con Ucrania, el sabotaje del Nord Stream o los precios de la energía que hemos sufrido nos han cambiado el marco de referencia. Pero el único ámbito que no podemos permitirnos en estos momentos es el desabastecimiento, el corte en las cadenas de suministro de energía y materiales. Esta constatación ha puesto la energía en el plano de la seguridad nacional y, consecuentemente, los estados toman cartas en el asunto al máximo nivel. El reto es recordarles constantemente que los objetivos de reducción de emisiones no pueden olvidarse. Y, a la vez, que la tarifa debe contenerse.
¿Esa percepción la tenemos en España?
Tenemos la gran oportunidad de lograr un sistema energético descarbonizado (electricidad y gases renovables) y, a la vez, aumentar la independencia energética a un coste muy competitivo. Digamos que, igual que teníamos muy malas cartas en un mundo fósil y centralizado, tenemos una buena mano con las renovables. Ahora toca jugar bien la partida.
Tenemos la gran oportunidad de lograr un sistema energético descarbonizado y aumentar la independencia energética a un coste muy competitivo.
¿Se está refiriendo indirectamente al error de AlemanIa de echarse en brazos de Rusia pensando que tendría gas barato y abundante?
Me refiero que la riqueza y la diversidad de fuentes de energía renovable en la Península son un tesoro que hay que saber administrar. Por primera vez podemos lograr cuotas altas de independencia energética lo que implica una sociedad más libre y un gran ahorro económico tanto en la balanza comercial como para las empresas y las familias. Esto no significa “energía gratuita”, concepto del que quizá se ha abusado. Pero sí energía más competitiva que la de países con los que competimos para captar industria.
¿Pero existe el riesgo de que lo que ha pasado con el apagón frene las renovables?
Hemos de pasar de una etapa en la que lo importante era la cantidad a una donde hay que apostar por la calidad. Además, hay que recordar que la demanda eléctrica no es ni un tercio del consumo final de energía. Los dos tercios son consumos no eléctricos (movilidad, calor industrial, climatización…). Propongo pasar de un tercio eléctrico a dos tercios sobre la energía final. Estos implica, por un lado, la sustitución de consumos térmicos a gran escala. Este incremento de demanda eléctrica nos permitirá absorber la energía solar y eólica. Por otro lado, hay un gran potencial en el almacenamiento, a distintas escalas: desde doméstico a bombeos hidroeléctricos. Y, finalmente, no hay que olvidar que tenemos un largo recorrido en gases renovables, “energía de molécula” como la conocemos. Unas fuentes que, además nos permiten gestionar los residuos del sector primario. Y todo esto, integrado en unas redes y conductos con flujos bidireccionales que tienen que estar preparados para dar acceso a terceras partes sin restricciones mientras haya capacidad. Por lo tanto, nada de frenazo, sino maduración en los próximos cinco años.
¿Debemos tender hacia un modelo energético más descentralizado y participativo? Básicamente, casi todas las grandes empresas energéticas han pasado de los combustibles fósiles a las renovables, pero la energía está en las mismas manos…
En el informe del comité de expertos publicado en abril de 2018 encargado por el Congreso de los Diputados, apunté, y está escrito, que afrontábamos una “transición lampedusiana” en el que cambiaba de manera intensa la matriz energética, pero no así ni la arquitectura centralizada ni la estructura de mercado. Después de siete años, diría que no iba del todo desencaminado. Otra cosa es entrar en la valoración de si este modelo es mejor o peor. Le veo ventajas e inconvenientes. Lo importante, como en tantos ámbitos, quizá es el equilibrio entre un modelo centralizado y uno descentralizado. Equilibrio que hemos perdido. Por tanto, sí que creo que sería técnicamente deseable que en los próximos años aumentase la generación y la gestión distribuidas. Esto implica desde la cogeneración competitiva y descarbonizada en la industria, hasta el autoconsumo y las comunidades energéticas; desde el almacenamiento a distintas escalas, hasta la gestión de la demanda. Todo este modelo que viene lo conocemos por “flexibilidad” y, probablemente, llevará de la mano nuevos modelos de negocio y nuevos agentes -los agregadores-. Estamos de lleno en cambios regulatorios importantes que ayudarán a este modelo. Muchos vienen de directivas europeas que no podemos retrasarnos en su transposición; pero otros son Reglamentos europeos de aplicación directa. Hay reticencias, que no logro alcanzar a entender porque el beneficio es para el conjunto de la sociedad.
Sería técnicamente deseable que en los próximos años aumentase la generación y la gestión distribuidas
El sistema es desconfiado de la participación ciudadana. ¿Podemos aspirar a modelos más descentralizados?
El consumidor es el gran olvidado de la transición energética, por más que se diga hasta la saciedad lo contrario. La aceptación social de la transición implica un cambio cultural. Aceptar infraestructuras cerca de nuestra casa, adaptar el consumo a momentos horarios favorables para poder tener mejores precios o cambiar horarios laborales; son realidades que debemos plantearnos.
¿Catalunya puede prescindir de las nucleares, como está programado?, ¿Está condenada a vivir del cordón umbilical del Estado?
Hay sociedades que han decidido no tener nucleares. Y funcionan. Por lo que aquí también podríamos. Pero ojo, si no tenemos nucleares, que en Catalunya aportan más del 55% de la electricidad que consumimos, antes tendremos que hacer ciertos deberes. Y vamos tarde. Desde mi punto de vista es un debate falso. No se trata de “energía nuclear sí o no”, sino de escoger entre distintos modelos, y tampoco hay tantos. Y la decisión debe articularse de manera colectiva y versar sobre escenarios posibles. Personalmente, doy prioridad a la reducción de emisiones de CO2, por lo que priorizo las energías renovables y todo lo que implica. Pero no vale el pensamiento mágico. Si no planteamos esta alternativa con toda su crudeza e impactos, infantilizamos el debate. Y no hay tiempo que perder.
Entonces…
Y es que, por la magnitud del tema energético, si hemos de sustituir las nucleares y además incrementar hasta dos tercios el consumo eléctrico sobre el total de la energía final del país, y una vez maximizado el ahorro y la eficiencia, que deber ser siempre la primera acción para llevar a cabo, hemos de ser conscientes que necesitaremos más líneas de alta tensión para traer energía de otros emplazamientos en tierra y mar. Y necesitamos tener hidráulica reversible, que implica actuaciones en zonas de alto valor natural, y también parques solares y eólicos, que tienen impacto visual; y plantas de gestión de residuos ganaderos y agrícolas, e invertir en redes, entre muchas otras acciones.
Si hemos de sustituir las nucleares y además incrementar hasta dos tercios el consumo eléctrico sobre el total de la energía final necesitaremos más líneas de alta tensión para traer energía de otros emplazamientos en tierra y mar
¿Vamos a cambiar el paisaje?
Sí, cambiaremos el paisaje. Al menos hasta tener una alternativa. Si ésta llega en 50 o 100 años, entonces podremos sacar y desmontar las placas solares y los molinos. Veremos el precio que hay que pagar en su momento, pero sería posible.
Su argumento es que las renovables, las placas solares o los molinos, son reversibles…
Sí. Ahora hay que hacer una intervención, urgente, tan reversible como sea posible, tan repartida en el territorio como permitan los recursos primarios de cada región. A nuestra generación le toca construir un eslabón de continuidad en base al estado de la técnica actual para un desarrollo del país para las próximas décadas reduciendo las emisiones de CO2.