Un día antes de alzar el trofeo de campeón del Mundial de Clubes, Enzo Fernández, jugador del Chelsea, se quejó por las condiciones climáticas del torneo, disputado en varias ciudades de Estados Unidos en medio de un calor extremo. “El otro día estaba mareado y me tuve que tirar al piso. La verdad es que el calor es increíble. Jugar con estas temperaturas es muy peligroso”, advirtió. Fernández no fue el único futbolista que protestó por tener que competir con 40 ºC de sensación térmica y 78% de humedad. “No estamos acostumbrados a jugar con este calor. Me dolían los dedos del pie. No podía ni frenar, ni arrancar”, se quejó Marcos Llorente, jugador del Atlético Madrid.
El protagonismo que ha tenido el calor en uno de los certámenes deportivos más trascendentes del 2025 saca a la luz un problema que excede al fútbol y que involucra a todo el deporte de élite: ¿Cómo adaptar las competencias a un clima muy diferente al del siglo XX, cuando se fijaron los calendarios -inamovibles en su mayoría- de los torneos con más audiencia a nivel mundial?.
El otro día estaba mareado y me tuve que tirar al piso. La verdad es que el calor es increíble. Jugar con estas temperaturas es muy peligroso

Enzo Fernandez, jugador del Chelsea, estirado en el césped durante un partido del Mundial de clubs
Alex Phillips, el secretario general de la Federación Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesionales (FIFPRO), una organización que representa a nivel mundial a 65.000 futbolistas profesionales, pone un ejemplo sobre esta “nueva realidad climática”. El próximo verano, Estados Unidos volverá a albergar un certamen que atraerá todas las miradas, nada menos que el Mundial de Selecciones. Tomando como referencia el índice
TGBH, que combina la temperatura, la humedad, la velocidad del viento y la radiación solar, sólo cuatro de las once sedes (Cincinnati, Nueva York, Pasadena y Seattle) ofrecen hoy condiciones que no comprometen la salud de los deportistas. Hace diez años, en 2014, todas las localizaciones menos una (Orlando) pasaban este filtro.
Tomando como referencia las evidencias científicas del Colegio Americano de Medicina del Deporte y de la Asociación de Medicina del Deporte de Australia, este sindicato le exige a la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) que modifique los protocolos. En la actualidad, si existe un TGHB superior a 32° centígrados -límite que se superó en casi todos los cotejos del Mundial de Clubes-, los árbitros tienen la obligación de hacer dos pausas para hidratación en ambas mitades de partido, en torno al minuto 30 y al minuto 75. “La ciencia dice que esta medida no alcanza.Si existe un TGHM superior a 32°C, los entrenamientos y los partidos deben reprogramarse”, exige Phillips.
“El calor es un estresor enorme que se puede agravar por otros condicionantes como la humedad, porque expone al sistema cardiovascular a una lucha por intentar recuperar el equilibrio y disipar ese aumento extra de temperatura corporal. A partir de los 40,5ºC el rendimiento de los atletas disminuye, incluso con valores inferiores se desencadena un efecto dominó en el cuerpo”, resume Pedro Ruiz Solano, doctor en Ciencias del Deporte y, a su vez, ex preparador físico del Levante UD español.
Una problemática generalizada

Frances Tiafoe, tenista estadounidense, con la camiseta empapada por el sudor y una toalla húmeda sobre el cuello, en Wimbledon 2025
El domingo también finalizó el torneo de tenis de Wimbledon. La jornada inaugural fue la más calurosa de la historia de este certamen, cuya primera edición se jugó en 1877. En enero, en el verano de Australia, el calor condicionó otra competición, la United Cup 2025. “Ahora me encuentro bien, pero después del partido me sentía como si me fuera a morir”, admitió el tenista Alexander Shevchenko. “No entiendo por qué no cerramos el techo en estas condiciones, porque es bastante peligroso”, se quejó sobre la decisión de dejar entrar a la pista los rayos de sol.
El año pasado, los Juegos Olímpicos coincidieron con una “extraordinaria ola de calor” que elevó los termómetros por encima de los 35 ºC en París, ciudad anfitriona. Combinado con la alta humedad, el calor provocó calambres, mareos y náuseas en muchos atletas. París y Tokio (2021) están considerados como los JJOO “más calurosos de la historia”. “Mientras las temperaturas globales sigan aumentando, el cambio climático debería ser considerado una amenaza existencial para el deporte”, señala el ex atleta británico Sebastian Newbold Coe, presidente de World Athletics, la federación internacional de atletismo.
Esta organización publicó un informe titulado ‘Los Juegos del fuego’, con un mapa de situación sobre la práctica del deporte en la era del calor extremo. El documento cuestiona la idoneidad de seguir celebrando los juegos en la época más cálida del año en buena parte del mundo. “Pensando en las próximas sedes de los JJOO, muchas ciudades van a quedar descartadas por una predicción de aumento de temperaturas que no va a ser compatible con la práctica del deporte”, reflexiona Rocío Cupeiro Coto, entrenadora, deportista e investigadora española especializada en ciencias del deporte, salud y rendimiento humano.
La experta lamenta que se siga “infraestimando” el daño que puede tener el calor en la salud. Porque si bien los deportistas de élite están menos expuestos que los deportistas amateurs -por condiciones físicas, preparación, controles, etc.-, el cambio climático está generando “combos explosivos” (TGHB en valores inéditos) que, en cualquier momento, pueden “desencadenar en una desgracia”. En el Comité Olímpico Internacional aún resuenan las palabras del tenista ruso Daniil Medvedev tras disputar un partido a 37 ºC bajo el sol en los juegos de Tokio: “Si muero, ¿quién se va a hacer responsable?”.
Qué se puede hacer
De cara a los próximos torneos, FIFPRO propone tres medidas de adaptación: instalar aires acondicionados en los estadios; que los eventos se trasladen a la primavera u otoño; y que los futbolistas se sometan a pruebas de rendimiento de estrés térmico, para tener más evidencias sobre el riesgo a la salud. Sobre el primer punto, el equipo alemán Borussia Dortmund adoptó una medida inédita en el Mundial de Clubes: dejó a los jugadores suplentes mirando un partido por televisión en el vestuario con aire acondicionado.
Cupeiro propone más medidas de adaptación. La más lógica: que los horarios sean nocturnos y no durante la tarde, como ocurrió en este torneo, en donde, por exigencia de las cadenas de televisión, muchos partidos se disputaron a las 15hs de Estados Unidos para tener mayor audiencia en Europa (21hs). “El capital no puede ponerse por encima de las vidas humanas”, reflexiona la científica.
La “aclimatación” es otra medida a tener en cuenta. “Lo ideal es que en estos casos los deportistas se aclimaten entre diez y siete días antes de la competencia, para que el cuerpo se acostumbre a temperaturas muy distintas al lugar de origen”, explica. “También sirve una aclimatación en una geografía con temperaturas similares a las de la ciudad del torneo. Por ejemplo, en este caso, un equipo sueco o noruego podría haber viajado semanas antes a España para aclimatarse”, agrega.
A juicio de esta experta, la “buena noticia” que deja el Mundial de Clubes es la protesta de los propios deportistas. “No dejan de ser trabajadores, con obligaciones y también con derechos. Deberían unirse y decir “oye, con estas temperaturas no jugamos”. Está pasando cada vez más y esto puede ser un punto de inflexión”, analiza.
Un certamen deportivo que se disputa en medio de un calor extremo no sólo afecta a los deportistas, también a todos los otros trabajadores (cuerpos técnicos, personal de seguridad, técnicos de la organización, etc.) y al público, muy expuestos también en sus asientos. “Necesitamos hablar más de esta problemática porque, como marca la ciencia, las olas de calor y las temperaturas extremas van a ir a más en los próximos años”, subraya Cupeiro.