Flotas chinas pescan calamares sin control en aguas atlánticas (y la mayoría acaba en España)

Investigación

Environmental Justice Foundation denuncia que miles de toneladas de cefalópodos son capturadas en la llamada “Milla 201”, cerca de las costas argentinas, con prácticas insostenibles para el ecosistema

Uno de los buques que pescan calamares en aguas internacionales del Atlántico surocccidental, la llamada Milla 201.

Uno de los buques que pescan calamares en aguas internacionales del Atlántico surocccidental, la llamada Milla 201.

Environmental Justice Foundation

Una investigación de la Fundación para la Justicia Ambiental (EJF, en inglés) ha revelado que gran parte de los calamares que se consumen en España son capturados vulnerando normas ambientales y de derechos humanos que serían inadmisibles en España y en Europa. En una zona del Atlántico suroccidental, conocida como ‘Milla 201’, a escasa distancia de las aguas de Argentina, cientos de barcos de altura operan sin supervisión, sin ninguna regulación y con prácticas insostenibles para las poblaciones de calamar y el ecosistema marino en general, según el informe elaborado.

Desde EJF han podido comprobar (a través de unas 170 entrevistas entre tripulantes de 110 buques poteros, guardacostas y expertos) que las embarcaciones son sobre todo de bandera china. Algunas están involucradas incluso en la muerte de trabajadores a bordo, muchos de origen indonesio o filipino. España, segundo importador mundial de estos cefalópodos, con 152.600 toneladas anuales, genera “una demanda clave”, señala la fundación, para mantener estas pesquerías que, por otro lado, estarían perjudicando al mercado nacional que si cumple exigentes normativas ambientales y laborales. A falta de normativa, aseguran que estas flotas, visibles desde el espacio por su concentración, sobrepescan sin límites, una grave amenaza para esa especie y otras afectadas, como focas, tiburones o pingüinos que capturan accidentalmente. 


Barcos de China, Corea del Sur y Taiwán que faenan cerca de las aguas de Argentina

El informe de EJF se centra en esa Milla 201, en aguas internacionales cercanas a aguas argentinas, donde detectan unos 400 barcos de China, Corea del Sur y Taiwán dedicados al calamar y la sepia, presión que ha hecho que aumenten las horas de pesca en alta mar hasta un 65% solo en cinco años (entre 2019 y 2024). La flota total es tan grande, señalan, que incluso se ve desde el espacio.

Uno de los 200 barcos de pabellón chino que pescan calamares que acaban, en parte, en el mercado español.

Uno de los 200 barcos de pabellón chino que pescan calamares que acaban, en parte, en el mercado español.

Environmental Justice Foundation

Estos impactos tienen lugar en un área del Atlántico que está fuera de la supervisión de las organizaciones regionales de ordenación pesquera como sí ocurre en otros lugares. Por tanto, el cumplimiento de límites queda en manos de los países bajo cuya bandera faenan los barcos. “La FAO define organizaciones regionales de ordenación pesquera, las OROP, para la gestión por áreas geográficas o por especies en aguas internacionales tras acuerdos con los países, pero en esa Milla 201 no existe porque Argentina se niega a sentarse con Gran Bretaña por conflicto de las Malvinas”, señala a Guyana Guardian Jesús Urios, coautor del trabajo y responsable de políticas oceánicas en EJF.

Al ser una especie de calamar de vida corta, cuya población fluctúa según las condiciones ambientales, los científicos temen que colapse en un futuro próximo si no se toman medidas, afectada por el cambio climático y esta sobreexplotación. “Es probable que las condiciones ambientales hayan salvado al calamar tras la crisis que tuvo en 2016, pero si llega una mala racha, podría colapsar”, explica Marcela Ivanovic, jefa del programa de pesca de cefalópodos del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) de Argentina. 


El calamar también es clave para la alimentación de otras especies marinas

Ivanovic recuerda que este calamar es clave en la alimentación de delfines, ballenas, aves marinas y otras especies comerciales, como la merluza, el atún y el pez espada. Si colapsa, se desencadenarían perturbaciones en cascada en todo el Atlántico suroccidental, con implicaciones sociales y económicas. Uríos reconoce la impresión que causa ver cómo se pescan, uno tras otro, a miles. “Los japoneses comenzaron a explotarlo hace medio siglo cuando esquilmaron sus aguas de calamar, pero en la última década es una explosión y con el cambio climático la situación se va complicar más”, apunta Urios.

Los testimonios de tripulantes y ex tripulantes de estos barcos chinos detallan también otros graves impactos ambientales: “En cinco meses vi 11 focas muertas. Les quitan la cabeza y tiran los cuerpos”, explica un potero taiwanés. “Cuando las focas se acercaban al buque, se las arponeaba y a bordo les extraían los dientes. El capitán se llevaba los dientes y los genitales”, detalla otro compañero. Similar comportamiento han observado con los tiburones e incluso vieron pingüinos capturados.

Tripulantes, con el rostro desdibujado para no ser identificados, muestran una de las focas capturadas.

Tripulantes, con el rostro desdibujado para no ser identificados, muestran una de las focas capturadas.

Environmental Justice Foundation

Junto con estas prácticas, la investigación documenta abusos y vulneraciones de los derechos humanos con los trabajadores migrantes a bordo, como falta de atención médica, comida y bebida en malas condiciones de salubridad, maltrato verbal o reducciones inexplicables en sus salarios, que denuncian que son retenidos hasta el final de las travesías e incluso impagos. Y mencionan fallecimientos en las campañas de los que no se aclararon las causas.

Desde EJF se hace hincapié en el aumento de la importación española de estos calamares. Son hasta el 65% del total de la UE, mientras que hay un 15% procedente de pesqueros nacionales. Calculan que de las 20.000 toneladas llegan cada año a este país, la mayor parte (41%) viene de China, seguida de Argentina (39 %), Taiwán (12 %) y las Malvinas (7 %). Casi un 43% sería pesca de calamar no regulada.

España, segundo importador mundial

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Los calamares son una de las tapas más típicas de los bares españoles

Terceros

También especifican que entre 2019 y 2024, al menos 47 importadores españoles adquirieron esta especie procesada a cinco empresas chinas implicadas en estos abusos, o a sus subcontratas. Solo de esas cinco compañías se consumieron en España 10.825 toneladas en cinco años. Recuerdan que hay unos 30 barcos arrastraros españoles operan en esa Milla 201, pero sujetas a las normativas nacionales y de la UE, con observadores a bordo.

Para cumplir con el compromiso estratégico de España con la pesca ética y sostenible, desde EJF demandan acciones al Gobierno para poner fin a esta situación. Entre ellas, reforzar con urgencia los controles de importación actuales para el calamar, centrándose en especies como la pota argentina capturada en ese lugar; colaborar con la Comisión Europea para que esa mejora en la supervisión se generalice en la UE y se evite la compra de esos productos; más cooperación con los buques con pabellón español para detectar esa pesca y fomentar la colaboración entre los principales países pesqueros de calamar para promover la pesca sostenible en esa Milla 201. “No se trata de dejar de comer calamares, pero sí hay que ser conscientes de que se precisa un control, como se ha hecho con el atún u otras especies”, concluye Urios.

La organización internacional lanza con el objetivo de concienciar la campaña “La cara oculta del calamar importado”, con un vídeo y una gran lona en el centro de Madrid.

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