La ONU alienta la lucha contra el metano, un atajo que ayuda a salir del precipicio climático
Cumbre del clima en Belém
Los países empiezan a actuar contra este gas, el segundo que más caliente el clima, según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente
“Es una de las medidas más inmediatas y eficaces para frenar la crisis climática y, al mismo tiempo, proteger la salud humana”, resalta el documento
El gas natural se quema en antorchas durante la extracción de petróleo en una formación de esquisto de Bakken. La quema se debe a que no se han construido oleoductos para transportarlo a los mercado.
Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) alienta a los gobiernos a intensificar los esfuerzos para reducir las emisiones de metano, el segundo gas de efecto invernadero en importancia después del CO2. Para los autores del informe, la reducción de las emisiones de metano puede ser un atajo eficaz y económicamente satisfactorio para atenuar el calentamiento. El metano, principal componente del gas natural, se procede en diversos procesos, como fugas en infraestructuras de petróleo y gas, la ganadería y la descomposición de materia orgánica, entre otros focos. Por sí solo, ha sido responsable de al menos un tercio del calentamiento global de los últimos años, según los científicos.
Los dos últimos años, las temperaturas globales han superado el umbral de calentamiento de 1,5 °C establecido como objetivo en el Acuerdo de París sobre el clima. Se trata de un sobrecalentamiento que tendrá consecuencias devastadoras, alertó el secretario general de la ONU, António Guterres, pues podría desencadenar puntos de inflexión irreversibles, como la muerte generalizada de la Amazonía o el deshielo de la capa de hielo de Groenlandia, a partir de los cuales el cambio climático podría descontrolarse.
Otro foco de atención
Minimizar este sobrecalentamiento debe ser ahora la prioridad. Sin embargo, esperar a que los sistemas energéticos quemen menos combustibles fósiles durará décadas y no es la panacea, ni mucho menos. Por eso, la ONU pone la mirada en otro foco: el potente gas de efecto invernadero, el metano.
“Reducir las emisiones de metano es una de las medidas más inmediatas y eficaces que podemos adoptar para frenar la crisis climática y, al mismo tiempo, proteger la salud humana”, resalta Inger Andersen, secretaria general adjunta de las Naciones Unidas y directora ejecutiva del Pnuma, al presentar el informe.
Muchos expertos juzgan que esta es la estrategia más importante para frenar el calentamiento a corto plazo; y otros que es la única opción con posibilidades de éxito. Reducir las emisiones de CO2 es vista como una carrera de fondo, atajar los focos de metano aparece como una solución más rápida.
El metano, una vez en la atmósfera, tiene una capacidad de retención de calor aproximadamente 80 veces mayor que la del dióxido de carbono, pero su vida útil es más corta, descomponiéndose en unos 20 años.
Motivos de esperanza
El informe del Pnuma introduce motivos de esperanza. Revela que las emisiones de metano están aumentando, pero las proyecciones para 2030 ya son inferiores a las previsiones hechas en 2021, gracias a las nuevas regulaciones en Europa y Norteamérica, y un menor crecimiento de los mercados de gas natural entre 2020 y 2024.
En 2021, más de 150 países firmaron (en la CO26 de Glasgow) el Compromiso Mundial sobre el Metano, que estableció como meta una reducción del 30 % del metano en 2030 con respecto a los niveles de 2020. Y se detectan avances.
Desde 2020, el número de compromisos políticos asumidos por los países para reducir las emisiones de metano ha aumentado; y a junio de 2025, el 65 % de los países firmantes del Acuerdo de París ya incluían medidas en este campo (un 38 % lo hicieron en 2020). Todo se traduce en una reducción del 8 % en las emisiones para 2030 en comparación con los niveles de 2020.
Restar calentamiento y otras ventajas
Alcanzar estas metas podría evitar un calentamiento de 0,2 °C para 2050, así como prevenir más de 180.000 muertes prematuras.
El costo anual de estas reducciones máximas técnicamente viables en 2030 asciende a aproximadamente 127.000 millones de dólares, en contraste con los 330.000 millones de dólares que se obtendrían de beneficios económicos.
Y más del 80 % del potencial de reducción de emisiones para 2030 se puede lograr a bajo costo. Las medidas en el sector energético ofrecen el 72 % del potencial de mitigación total, seguidas por las de residuos (18 %) y agricultura (10 %).
“En tan solo cuatro años, hemos logrado mejoras, pero debemos seguir impulsando reducciones de metano más rápidas y profundas”, señala Julie Dabrusin, ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático de Canadá y co-coordinadora del Compromiso Mundial contra el Metano. “Cada tonelada reducida nos acerca a un aire más limpio, comunidades más resilientes y una economía global próspera”.
Detener las fugas
Plena implementación es necesaria: catalogo de soluciones
Sin embargo, el referido informe señala que solamente con una implantación de medidas a gran escala (que ya se han probado y están disponibles) se podrá alcanzar el objetivo marcado en el Compromiso Mundial sobre el Metano.
Los países que desean reducir las emisiones de metano tienen a su disposición numerosas medidas sencillas, según el informe del Pnuma, que ofrece un amplio catálogo de soluciones.
En el caso de los combustibles fósiles, se aboga por controlar las fugas de las plataformas petrolíferas y de gas, de los oleoductos y otras infraestructuras energéticas, que puede generar ahorros, ya que el gas capturado puede venderse.
Eliminar la práctica derrochadora de la ventilación y la quema sería una medida eficaz. Antes, por razones de seguridad, era habitual evitar la acumulación y la explosión de metano, pero la tecnología hace que esto sea casi siempre innecesario.
También se recomienda abordar las fugas no intencionadas mediante programas de detección y reparación de fugas, la sustitución de los dispositivos neumáticos a gas y los motores de gasolina o diésel por motores eléctricos, y el sellar los pozos de extracción no utilizados.
El informe también propone medidas para evitar estas emisiones en el cultivo de arroz (aireación intermitente y siembra directa en seco; uso de arroces híbridos de arroz alternativos…)
En la ganadería, los purines (excrementos)
En el caso de las granjas de cerdos, se propone aprovechar sus purines para recuperar el biogás, mientras que en el caso del ganado se aboga por mejorar la productividad, la longevidad y la fertilidad animal así como el uso de aditivos alimentarios (3-NOP o algas rojas) par reducir el metano. Y en el caso del ganado ovino y caprino se apunta una selección genética con el mismo fin.
Y para los vertederos de los residuos municipios la receta es clara: recuperación y aprovechamiento del gas, separación en origen y tratamiento de los residuos orgánicos en digestores para obtener biogás y compost.
Los residuos orgánicos son fuentes de metano
Avances lentos: China, India y Rusia no se han sumado
Sin embargo, la acción es lenta. Más de 150 países están obligados a reducir sus niveles de metano en un 30 % para 2030, en virtud del compromiso firmado en la COP26 en 2021.
Pero China, India y Rusia -todos ellos importantes productores-no se han sumado, y parece improbable que Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, cumpla con la parte que le toca.
En un acuerdo alcanzado con Estados Unidos (bajo la presidencia de Joe Biden en 2023), China se comprometió a reducir sus emisiones de metano.
Falta ver si China cumple con este compromiso ahora que Trump ha llegado a la Casa Blanca, un aspecto clave a observar en la COP30.
El reglamento europeo, en contraste con la dependencia durante años del gas fósil importado de Rusia
Las emisiones de metano a lo largo de la cadena de suministro son un indicador clave de las deficientes prácticas ambientales y operativas en la industria de los combustibles fósiles, según la organización ucraniana Razom We Stand, que hace un seguimiento después de la la entrada en vigor del Reglamento de Metano de la UE
Durante años, la dependencia de Europa del gas fósil importado —en particular de regímenes autoritarios como Rusia— también ha alimentado conflictos, corrupción y destrucción ambiental, dice esta organización.
Sin embargo, “la plena implementación del Reglamento de Metano de la UE puede cambiar esta dinámica. Al exigir transparencia y rendición de cuentas en toda la cadena de suministro de gas, incluido el gas importado, el Reglamento expondrá los costos climáticos ocultos del gas fósil y revelará la verdadera huella ambiental de proveedores que no rinden cuentas, como Rusia, afirma Svitlana Romanko, fundadora y directora ejecutiva de Razom We Stand.
Las dietas deben cambiar y basarse en las plantas
“Una mejor gestión de los suelos, los animales y los cultivos que conlleva menores emisiones suele proporcionar beneficios ecosistémicos adicionales, como una mejor salud del suelo y una menor contaminación ambiental”, sostiene Yushu Xia, profesora asistente de investigación en la Universidad de Columbia. Otros expertos ponen el acento en que las dietas también tendrán que cambiar para alejarse del alto consumo de carne roja, que representa un grave problema de salud en el mundo desarrollado. Kari Hamerschlag, subdirectora de alimentación y agricultura de Amigos de la Tierra, afirma: «Si los gobiernos se toman en serio el cumplimiento de los objetivos climáticos, ya no pueden ignorar el impacto climático de la carne y los lácteos industriales. Es fundamental establecer objetivos vinculantes de emisiones agrícolas, informar sobre toda la cadena de suministro y apoyar una transición justa hacia la agroecología y sistemas alimentarios más basados en plantas”. Aunque reparar las deficiencias en la infraestructura energética es la manera más rápida, económica y directa de reducir las emisiones globales de metano, la agricultura, los residuos y la ganadería son responsables de aproximadamente el 40 % del metano antropogénico y no pueden ignorarse. Un informe publicado el mes pasado por Foodrise, Amigos de la Tierra EE. UU., Greenpeace Nórdico y el Instituto de Política Agrícola y Comercial reveló que 45 de las mayores empresas cárnicas y lácteas del mundo generaron más de 1000 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero, y superará a las de Arabia Saudí.