El mundo ha dado un paso minúsculo para acercarse al fin de la era de los combustibles fósiles, totalmente insuficiente para a evitar los estragos de la alteración climática. La cumbre de Belém (Brasil) ha acordado finalmente en su decisión política fundamental omitir cualquier mención directa a poner en marcha una hoja de ruta para el abandono paulatino de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón), pese a que esta es causa principal de la crisis climática y el asunto central de discusiones entre los delegados de casi 200 países.
Las negociaciones sobre cambio climático se prolongaron un día más de lo previsto, y con resultados decepcionantes para quienes abogan por medidas más contundentes y ambiciosas para reducir la dependencia mundial del carbón, el petróleo y el gas, cuya quema está calentando el planeta.
Un compacto bloque liderado Arabia, Emiratos y Rusia fue infranqueable para propuesta europea
El frente formado por los países emergentes y los productores de petróleo resultó infranqueable: los europeos se resignaron a aceptar un acuerdo en la COP30 de Brasil que apenas aborda sus demandas sobre la eliminación gradual de los combustibles fósiles. Los europeos prefirieron este compromiso muy débil al fracaso del multilateralismo.
Tras dos semanas de negociaciones entre casi 200 países y una última noche de conversaciones agónicas, las naciones han adoptado un texto modesto.
El acuerdo solo exige acelerar la acción climática de forma voluntaria y únicamente hace una referencia indirecta a la eliminación gradual de los combustibles fósiles. En este punto recuerda el consenso alcanzado en esta materia en la conferencia de Dubái en 2024 (COP28), aunque sin especificarlo explícitamente. Esto dista mucho del plan que en su día pidieron más de 80 países europeos, latinoamericanos e insulares.
La propuesta impulsada por la UE, países sudamericanos y Estados insulares para elaborar una hoja de ruta para la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles –que secundaron más de 80 países– no queda recogido en el acuerdo principal.
En cambio, sí se incorpora la promesa de un plan de transición para los combustibles fósiles en una resolución separada, pero que no tendrá el mismo peso que un acuerdo oficial aceptado por las naciones en la conferencia de Naciones Unidas.
Las conversaciones evitaron el abismo del colapso en una sesión que duró toda la noche y que se prolongó hasta la mañana del sábado, tras un agrio enfrentamiento entre una coalición de más de 80 países desarrollados y en desarrollo, y otro grupo de fuerza similar liderado por Arabia Saudita, sus aliados y Rusia,
Pacto decepcionante tras sortear el fracaso y un agrio enfrentamiento entre bloques
La llamada Decisión Mutirão (resolución final) plantea poner en marcha un procedimiento para ayudar a los países a acelerar sus planes de acción climática (una iniciativa “cooperativa, facilitadora y voluntaria”) con el fin de mantener vivo el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5ºC respecto a la era preindustrial. Esa iniciativa se presentará en la cumbre de 2026, que se celebrará el próximo año en Turquía bajo presidencia australiana.
Además, también decide crear la Misión de Belém al Objetivo 1,5ºC para fomentar la ambición en los planes nacionales de adaptación y de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero. El objetivo es lograr que los países refuercen sus planes nacionales para reducir las emisiones que contribuyen al calentamiento.
El texto de compromiso prevé triplicar la ayuda financiera específica para la adaptación en los países en desarrollo para 2035, en comparación con el objetivo actual de 40.000 millones de dólares anuales. Además, en el futuro deberán continuar las conversaciones sobre las barreras comerciales o “aranceles verdes”, donde entran en contradicción el libre comercio y la protección del clima.
Las naciones ricas triplicarán los fondos para la adaptación en los países pobres
El presidente de la COP30, André Correa do Lago, anunció que se van a crear dos hojas de ruta: una para detener y revertir la deforestación, y otra sobre cómo dejar atrás los combustibles fósiles de forma justa, ordenada y equitativa. Sus palabras sonaron a premio de consolación.
Europa apoyó el preacuerdo con amargura. “Debemos apoyarlo [el preacuerdo] porque, al menos, nos lleva en la dirección correcta”, declaró Wopke Hoesktra, el comisario europeo.
“La UE no considera que sea el mejor texto posible, pero vamos a apoyarlo. Entendemos que la acción climática es fundamental, el multilateralismo, la solidaridad y tenemos que actuar unidos”, adelantó Sara Aagesen, ministra para la Transición Ecológica. La ministra dijo que “muchas partes” (es decir, países) han buscado “un claro retroceso” en Belém, pero la cumbre concluiría sin “dar pasos hacia atrás” sino “anclados en la ciencia y en la necesidad de trabajar unidos”. “No estamos contentos. Nos hubiese gustado un acuerdo muchísimo más ambicioso”, añadió.
Durante la negociación, la presidencia de Brasil presentó un borrador de acuerdo en el cual no se hacía ninguna alusión a la necesidad de emprender la transición para dejar atrás los combustibles fósiles, una referencia que sí recogía el primer documento de trabajo. Diversos países, como Arabia Saudita, desde el primer momento, lo rechazaron de plano. Tal medida resulta inaceptable para un grupo de más de 80 países, un compacto bloque incluye a Arabia Saudita, Rusia y otros petroestados , así como a algunos países que dependen del uso de combustibles fósiles. Diversas fuentes afirmaron que el bloque negociador del Grupo Árabe ( Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos...) Declaró que sus industrias del petróleo y gas deben estar fuera del radar de las discusiones. Arabia Saudita entregó un comunicado del Grupo Árabe a los negociadores, para advertir que atacar a sus industrias haría fracasar las negociaciones. Europa tuvo que claudicar para salvar el anhelado multilateralismo.
