El Ártico se 'atlantiza' y registra el año más cálido desde 1900
Crisis climática
Los 10 últimos años son los 10 menos fríos jamás registrados en esa zona del planeta

Imágenes diarias de la capa de hielo en el Océano Ártico (izquierda) y alrededor de la Antártida revelan la formación y el derretimiento del hielo marino en los polos a lo largo de dos años
La temperatura del aire en superficie entre octubre de 2024 y septiembre de 2025 fue la más cálida en el Ártico desde 1900, y los 10 últimos años son los 10 menos fríos jamás registrados en esa zona del planeta. Así se recoge en la 20ª edición del Arctic Report Card' un informe anual liderado por la agencia estadounidense NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica), que se ha convertido en una herramienta de referencia para analizar los cambios en esa zona del planeta. En el documento participaron 112 científicos de 14 países.
Ese informe apunta transformaciones en curso en el Ártico -que se calienta más rápido que el resto del planeta-, como la atlantización, que trae aguas más cálidas y saladas hacia el norte; la expansión de especies boreales al norte, y la oxidación de los ríos a medida que el deshielo del permafrost moviliza el hierro y otros metales.
El otoño de 2024 y invierno de 2025 fueron especialmente cálidos en todo el Ártico al ser el primero y el segundo con las temperaturas más altas de la serie histórica, respectivamente. Además, la temperatura anual ha aumentado a más del doble del ritmo global desde 2006. Las precipitaciones entre octubre de 2024 y septiembre de 2025, por su parte, batieron un nuevo récord, y las que cayeron en invierno, primavera y otoño estuvieron entre las cinco más altas desde 1950.
El océano
Por otro lado, el hielo marino invernal del Ártico alcanzó el pasado marzo la extensión máxima anual más baja en los 47 años de registro satelital. En septiembre llegó la décima extensión mínima de hielo marino más pequeña, lo que confirmó que las 19 más bajas en ese mes se produjeron en los últimos 19 años. En agosto, las temperaturas superficiales del mar del sector atlántico del Ártico registraron temperaturas medias unos siete grados más cálidas que el promedio de ese mes entre 1991 y 2020.
El hielo marino más antiguo y grueso del Ártico (más de cuatro años) ha disminuido en más del 95% desde la década de 1980. El hielo marino plurianual ahora está confinado en gran medida al área al norte de Groenlandia y al archipiélago canadiense.

Entre 2003 y 2025, la productividad del fitoplancton aumentó un 80% en el Ártico euroasiático, un 34% en el mar de Barents y un 27% en la bahía de Hudson. Este año ha sido superior que la media entre 2003 y 2022 en ocho de las nueve regiones evaluadas.
La atlantificación (afluencia de propiedades del agua desde latitudes más bajas) ha llegado al Ártico central, esto es, a cientos de kilómetros del antiguo borde del Atlántico. Este fenómeno debilita las capas de agua de diferentes densidades del Ártico, lo que aumenta la transferencia de calor, derrite el hielo marino y amenaza los patrones de circulación oceánica, que ejercen una influencia a largo plazo sobre el clima.
De hecho, el calentamiento de las aguas profundas, la disminución del hielo marino y el aumento de la clorofila en los mares de Chukchi y el norte de Bering están impulsando cambios en las especies que habitan en aguas intermedias y en los fondos marinos, lo cual transforma la pesca y afecta a la seguridad alimentaria del Ártico y las prácticas de subsistencia de los indígenas.
La tierra
Por otra parte, los glaciares del Ártico escandinavo y el archipiélago Svalbard experimentaron la mayor pérdida neta anual de hielo registrada entre 2023 y 2024. La capa de hielo de Groenlandia perdió este año 129.000 millones de toneladas de hielo, menos que el promedio anual de 219.000 millones de toneladas entre 2003 y 2024, pero continuó la tendencia a largo plazo de pérdida neta.
Los glaciares de Alaska han perdido una media de 38 metros de hielo verticales desde mediados del siglo XX. Ello contribuye al aumento del nivel mundial del mar, amenazando los suministros de agua de las comunidades del Ártico, provocando inundaciones destructivas y aumentando los riesgos de deslizamientos de tierra y tsunamis.
En todo el Ártico, la capa de nieve fue superior a lo normal durante la temporada de nieve 2024-2025 y se mantuvo alta hasta mayo. A pesar de ello, su extensión en junio descendió por debajo de lo normal, en línea con los niveles de los últimos 15 años. De hecho, la cantidad de nieve en ese mes hoy es la mitad de lo que era hace seis décadas.

En más de 200 cuencas hidrográficas del Ártico de Alaska, el hierro y otros elementos liberados por el deshielo del permafrost han teñido de color naranja ríos y arroyos prístinos durante la última década. En los 'ríos oxidados', la mayor acidez y los niveles elevados de metales tóxicos degradan la calidad del agua, comprometiendo el hábitat acuático y erosionando la biodiversidad.
Los científicos están estudiando las causas de la oxidación de los ríos y sus impactos en el suministro de agua potable rural y la pesca de subsistencia, ya que ese fenómeno degrada la calidad del agua y el hábitat de los peces.
El reverdecimiento del Ártico, detectado por primera vez a fines de la década de 1990, tiene impactos de largo alcance en los hábitats árticos, las condiciones del permafrost y el sustento de los pueblos del Ártico, con implicaciones para el clima global y el ciclo del carbono. En 2025, el verdor máximo de la tundra ártica fue el tercero más alto en el registro satelital de 26 años, continuando una secuencia de valores récord o casi récord desde 2020.