De sumidero a fuente de emisiones: la dramática mutación del Ártico por el deshielo y los incendios

Cambio climático

La tundra ártica, que ha almacenado dióxido de carbono en suelo congelado durante siglos, se está transformando en una nueva fuente global de emisiones para la atmósfera, según el informe 2024 de la NOAA

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La tundra ártica se ha convertido en un emisor de carbono tras almacenarlo durante milenios 

EP

Para los 97 científicos que han actualizado los datos climáticos del Ártico, que se calienta a un ritmo más rápido que el promedio mundial, la transición que está experimentando esta región polar es “dramática”. El deshielo y los cada vez más frecuentes incendios forestales están transformando a su tundra en una fuente de emisiones de carbono, lo que “empeorará los impactos” de la crisis climática.

Este ecosistema, uno de los biomas más fríos y duros de la Tierra, ha almacenado dióxido de carbono en suelo congelado durante milenios. Ahora, producto del cambio climático antropogénico, está expulsando emisiones, rompiendo una ecuación que no sólo está modificando toda su vida natural y silvestre, sino que tiene alcances a escala global.

No estamos ante el resultado de la variabilidad en el sistema climático, sino ante cambios persistentes a largo plazo

Gerald FrostAlaska Biological Research

Así lo advierte el Informe sobre el Ártico 2024 de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), publicado esta semana, que recopila las últimas observaciones científicas en este polo. “Los datos muestran que la tundra ártica, que está experimentando un calentamiento y un aumento de los incendios forestales, está emitiendo más carbono del que almacena, lo que empeorará los impactos del cambio climático. Esta es una señal más, predicha por los científicos, de las consecuencias de no reducir la contaminación por combustibles fósiles”, resume el oceanógrafo estadounidense el Dr. Rick Spinrad, administrador de NOAA.

La investigación revela “registros sin precedentes” que subyacen a los cambios que están surgiendo en el Ártico. La disminución de las manadas de caribúes continentales, que antes eran grandes y el aumento de las precipitaciones invernales, son otras transformaciones preocupantes que aparecen en el informe.

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La evidencia científica confirma cambios ecosistémicos y retroalimentados en aire, tierra y océano. “No estamos ante el resultado de la variabilidad en el sistema climático, sino ante cambios persistentes a largo plazo”, advierte Gerald Frost, científico sénior de Alaska Biological Research, uno de los autores del informe.

Este año, las temperaturas del permafrost de Alaska fueron las segundas más cálidas desde que hay registros. El permafrost es una capa de suelo congelado y de plantas muertas que se extiende por 450 metros por debajo de la superficie. Se calcula que estos suelos terrestres acumulan entre 1,4 y 1,6 billones de toneladas de carbono.

El aumento de las temperaturas del aire en la superficie está provocando que el permafrost se caliente y se descongele. Una vez descongelado, esta enorme cantidad de carbono es descompuesto por microbios y liberado a la atmósfera en forma de gases de efecto invernadero, CO2 y metano.

2020 y 2024

Más emisiones que nunca de incendios forestales al norte del Círculo Polar Ártico

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Mapa del humo de los incendios forestales del Ártico que se extendieron por Alaska y Canadá en 2019

AFP

El calor récord y persistente -los últimos nueve años han sido los más cálidos registrados en el Ártico y la estadística anual de 2024 es la segunda más alta desde 1900-, está generando, además, una mayor actividad de los incendios forestales, lo que está dando lugar a “liberaciones intermitentes” de estos dos gases. Según el informe, las emisiones de estos fuegos -que se producen dentro del suelo- han promediado 207 millones de toneladas de carbono por año desde 2003.

El 2024 está siendo el segundo año más alto en emisiones de incendios forestales al norte del Círculo Polar Ártico, señala el informe. El pico ocurrió en 2020, cuando se quemaron tres millones de hectáreas (una superficie similar a la de Bélgica), multiplicando por siete el promedio registrado desde 1980. La anomalía fue documentada por los ecólogos españoles del CSIC Josep Peñuelas y Adrià Descals a través de un artículo publicado en la prestigiosa revista Science.

“En el Ártico queda muy clara la idea del cambio climático como un círculo vicioso. Debido al calentamiento, hay una temperatura que aumenta la probabilidad de incendios, estos incendios hacen que se degrade el Permafrost, cuando ésto sucede se emiten grandes cantidades de gases invernaderos que contribuyen al calentamiento de la tierra. En síntesis: el calentamiento global genera más calentamiento global”, se explicaba en aquella investigación.

La actualización de NOAA ha vuelto a detectar un “aumento multidecenal” de los incendios forestales en las regiones de permafrost de América del Norte, que ahora son una “preocupación urgente” por este “nuevo régimen”, como se define a la transición ya descrita de sumidero a emisor de dióxido de carbono. “Estos cambios en conjunto están empujando al Ártico hacia un territorio inexplorado”, señalan los autores del informe.

El cambio continuará

La conclusión de los expertos que firman el informe es que el Ártico ya ha “cambiado drásticamente en comparación con hace una década o dos” y que las proyecciones para los próximos años son claras: “el cambio continuará”.

Si bien -aclaran- las observaciones recientes no siempre establecen nuevos récords anuales, sí “se mantienen consistentemente dentro de un rango más extremo en comparación con los registros de referencia anteriores”. Ponen un ejemplo: aunque la extensión mínima del hielo marino para 2024 fue solo la sexta más baja registrada, las últimas 18 extensiones de septiembre son las 18 más bajas en los últimos 45 años.

De manera similar, las temperaturas de la superficie del mar en el Ártico no alcanzaron niveles récord en 2024. Pero la tendencia de calentamiento a largo plazo no deja dudas: la mayoría de los mares marginales del océano Ártico fueron entre 2 y 4 grados más cálidos en agosto que la línea de base de 1991-2020.

Para algunas plantas y animales, todos estos cambios “pueden resultar devastadores”, describen los científicos. El número de caribúes de la tundra migratoria de América del Norte ha disminuido en un 65% desde un pico en la década de 1990 y principios de la década de 2000.

El “reverdecimiento” del Ártico

El aumento del verdor de la tundra, el incremento de la vegetación debido al rápido calentamiento y la disminución del hielo marino, es otra transformación que documenta la investigación.

Este fenómeno fue registrado por primera vez a finales de la década de 1990. Se trata de un proceso “en curso evidente” que aparece en todos las muestras satelitales de largo plazo disponibles. El bioma de la tundra ártica ocupa las tierras más septentrionales de la Tierra, cubriendo un área de 5,1 millones de km2 que rodea el océano Ártico.

En 2024, el valor máximo medio de verdor de la tundra fue el segundo más alto en el registro satelital de alta resolución de 25 años, “continuando una secuencia de valores récord o casi récord desde 2020”. Alcanzó un nuevo valor inédito en el Ártico norteamericano y fue mucho más alto de lo normal en el norte de Alaska, el centro y el este de Canadá y Groenlandia.

El biólogo Frost explica que una manifestación de este reverdecimiento es la “arbustificación”, el aumento de la cobertura, la altura y la biomasa de los arbustos de la tundra, como los sauces, los abedules y los alisos.

Estos nuevos arbustos han creado “una estructura vertical compleja y oportunidades de alimentación”, generando la expansión de los mamíferos y las aves boreales en las últimas décadas.

El experto subraya que “las tendencias de verdor del Ártico están influenciadas por un conjunto complejo de factores climáticos y ambientales que interactúan entre sí”, aunque aclara que se necesita más investigación para comprender las causas y consecuencias de esta “ecologización”.

El informe de NOAA, al cabo, aporta un amplio listado de evidencias sobre la “complejidad del cambio en el Ártico”, como la humedad récord registrada en el verano de 2024 o el acortamiento de la temporada de nieve -la más breve en 26 años- en partes del centro y del este. Para los científicos, la nueva realidad exige una “fortalecida adaptación” y la urgente reducción global de la contaminación por combustibles fósiles.

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