La capa de ozono, que protege la Tierra de los dañinos rayos ultravioleta (UV), se está recuperando, resalta la Organización Meteorológica Mundial (OMM). El agujero en este escudo protector en las capas altas de la atmósfera (provocado por gases dañinos procedentes de actividades humanas) se recupera gracias a la prohibición de los clorofluorocarbonos (CFCs), empleados en diversos usos y prohibidos por el Protocolo de Montreal (1987).
Todo ello ha llevado a una declaración solemne y optimista de la ONU. “Hoy, la capa de ozono se está recuperando. Este logro nos recuerda que cuando las naciones prestan atención a las advertencias de la ciencia, el progreso es posible”, enfatiza el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.
El agujero de ozono se forma cíclica y estacionalmente sobre la Antártida (entre agosto y diciembre) y cubre buena parte del hemisferio austral.

Más ozono en las capas altas
de la Antártida
Los mapas muestran como en el año 2024
la capa de ozono, que nos protege de
la radiación ultravioleta en la Antártida
y en la región austral, es más gruesa que
en los tres años anteriores
Menor grosor de
la capa de ozono
Mayor grosor de
la capa de ozono
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Unidades Dobson (UD)
2021
2022
2023
2024
Fuente: WMO
LA VANGUARDIA

Más ozono en las capas altas
de la Antártida
Los mapas muestran como en el año 2024 la capa
de ozono, que nos protege de la radiación ultravioleta
en la Antártida y en la región austral, es más gruesa
que en los tres años anteriores
Menor grosor de
la capa de ozono
Mayor grosor de
la capa de ozono
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Unidades Dobson (UD)
2021
2022
2023
2024
Fuente: WMO
LA VANGUARDIA

Más ozono en las capas altas de la Antártida
Los mapas muestran como en el año 2024 la capa de ozono, que nos protege de la radiación ultravioleta en la Antártida y en la región austral, es más gruesa que en los tres años anteriores
Menor grosor de
la capa de ozono
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la capa de ozono
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Fuente: World Metereological Organization
LA VANGUARDIA

La ONU hizo esta valoración, al tiempo que la OMM daba a conocer el bajo nivel de agotamiento de la capa de ozono sobre la Antártida observado en 2024.
El ozono en las capas altas de la atmósfera ofrece una amplia variabilidad en las fluctuaciones interanuales, ya que, además de los CFCs inciden factores meteorológicos y fenómenos naturales.
Sin embargo, la OMM confirma la tendencia positiva global de recuperación a largo plazo, lo cual “refleja el éxito de la acción internacional concertada” llevada a cabo al dejarse de emitir los gases que destruyen el ozono.
Este escudo atmosférico filtra los rayos ultravioleta y evita los daños que se pueden provocar sobre el cuerpo humano (como cáncer de piel o cataratas) y los organismos vivos.
Por eso, al descubrirse su capacidad destructiva, se activaron varios acuerdos internacionales (el Convenio de Viena y el Protocolo de Montreal) para eliminarlos. Los CFCs se utilizaban en sistemas de aire acondicionado, refrigerantes de neveras, espumas antiincendios o lacas para el cabello.
El escudo protector “está en vías de recuperarse a los niveles de la década de 1980 para mediados de este siglo”, dice la Organización Meteorológica Mundial
La valoración de la OMM se produce cuando se cumple el 40º aniversario del Convenio de Viena (1985), que reconoció este problema mundial. Hasta la fecha, el Protocolo de Montreal (1987) ha permitido la eliminación gradual de más del 99 % de la producción y el consumo de los CFCs. Y como resultado de todo ello, “la capa de ozono está en vías de recuperarse a los niveles de la década de 1980 para mediados de este siglo”, dice la OMM. “Todo ello redundará en una reducción significativa de los riesgos de cáncer de piel, cataratas y daños a los ecosistemas por la exposición excesiva a los rayos UV”, añade.
Falta eliminar los gases que sustituyeron a los CFCs, que tienen un grave impacto climático
Pese al éxito del Protocolo de Montreal, la labor aún no ha concluido, puesto que sigue siendo necesaria una supervisión tanto de las sustancias que agotan la capa de ozono como de los productos sustitutos, alerta la OMM.
Un nuevo problema surgió al descubrirse que una parte de las sustancias empleadas como sustitutivas de los CFCs, concretamente los HFCs, son inocuos para la capa de ozono pero tienen un potente impacto climático. Para afrontar este nuevo problema se aprobó en 2016 la enmienda de Kigali (Ruanda), mediante la cual se aprobó eliminar progresivamente estas sustancias sustitutivas para mitad de siglo. La enmienda ha sido ratificada por 164 partes, por lo cual la progresiva recuperación de la capa de ozono “avanza según los plazos acordados y se espera que evite hasta 0,5 °C de calentamiento global para finales de siglo”, dice la OMM.
El control sigue siendo necesario, pues en estos años han sido detectadas emisiones ilegales de los prohibidos CFCs en China (en 2013 y 2018) y se han denunciado casos de contrabando que perpetúan el uso de sus sustitutos perniciosos para el clima, los HFC.
“Hemos hecho los deberes sobre las sustancias que destruyen la capa de ozono; pero otro elemento decisivo es el factor climático, que puede hacer que la recuperación no sea tan rápida como desearíamos”, dice Alberto Redondas, científico del observatorio atmosférico de la Agencia Estatal de Meteorologia (Aemet) en Izaña (Tenerife). Se refiere así a que ahora también es necesario acabar con los HFCs.
Gran variabilidad
El espesor o profundad del agujero de ozono antártico muestra una gran variabilidad interanual, aunque con una tendencia a la recuperación a largo plazo. En 2024, fue inferior a la media del promedio de 1990-2020.
Una activación tardía y una profundidad máxima inferior al promedio se desviaron de los patrones observados entre 2020 y 2023, todo lo cual identificado como una prueba sólida de la recuperación inicial del agujero de ozono antártico, resalta la OMM.
Repunte de agosto de este año
Por su parte, el servicio de vigilancia atmosférica de Copernicus (CAMS) indicó que el agujero en la capa de ozono se formó este año de manera temprana y alcanzó los 15 millones de km² una semana antes de 2024. Este desarrollo temprano encaja más con los patrones observados en 2023 que con la temporada más moderada de 2024.
El agujero de ozono sobre la Antártida alcanzó los 21,08 millones de kilómetros cuadrados en la primera mitad de septiembre, informó el Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de Copernicus. Es una dimensión superior a la media para la primera quincena de septiembre, pero “inferior al máximo histórico de ese periodo”.
El fenómeno, que aparece en el océano Antártico entre agosto y diciembre, “se desvió del patrón de 2023, para ser más comparable con el de 2024 y la media de 1979-2022”, indicó el comunicado de Copernicus en alusión a la reciente evolución más reciente del agujero de ozono en esta región del planeta.
Para Laurence Rouil, directora del CAMS, “el agujero de ozono de 2025 muestra un patrón altamente variable, lo que subraya la importancia de contar con previsiones y análisis fiables”.
La duración y extensión de la capa de ozono, conforme al programa europeo de observación de la Tierra, depende de las dinámicas atmosféricas y factores químicos, lo que explica las fluctuaciones de la amplitud del agujero.