Las primeras imágenes filtradas de un nuevo proyecto aeronáutico chino han sorprendido por su diseño poco convencional y su cercanía al suelo. No se trata de un avión de combate, ni de una nave experimental futurista al uso, sino de un ecranoplano, una aeronave diseñada específicamente para volar a apenas dos metros de altura aprovechando el llamado efecto suelo.
Este fenómeno aerodinámico se produce cuando un avión vuela muy cerca de la superficie y la interacción con el aire provoca un aumento de la sustentación y una reducción significativa de la resistencia. El resultado es tener una mayor eficiencia de vuelo a la vez de contar con un menor consumo energético, una ventaja clave en contextos logísticos y militares.
China, que no cuenta con un gran mar interior como el Caspio —donde los soviéticos desarrollaron el famoso “monstruo del mar Caspio” durante la Guerra Fría—, parece haber adaptado este concepto a sus necesidades estratégicas actuales. Según algunos analistas, el diseño del nuevo ecranoplano podría estar pensado para transportar material o tropas en escenarios de conflicto en el Pacífico, como un hipotético enfrentamiento en torno a Taiwán.
El principal atractivo de este tipo de aeronaves es su capacidad de operar con rapidez y bajo consumo sobre grandes extensiones de agua o terreno llano, lo que las hace especialmente útiles para transportar carga o realizar misiones a baja altura sin necesidad de pistas de aterrizaje convencionales.
“Con olas de gran tamaño, volar tan cerca de la superficie puede suponer un riesgo operativo grave”
Sin embargo, también hay retos técnicos importantes. Como explican expertos en defensa, el océano Pacífico presenta condiciones menos favorables que el mar Caspio: “Con olas de gran tamaño, volar tan cerca de la superficie puede suponer un riesgo operativo grave”, advierten. Este tipo de aeronaves necesita una superficie relativamente estable para mantener su altitud mínima sin comprometer la seguridad del vuelo.
Aun así, la filtración del nuevo modelo chino deja claro que la carrera por desarrollar tecnologías de transporte alternativas no se limita al cielo ni al espacio, sino que también mira hacia esa estrecha franja entre el aire y la tierra. Y ahí, a dos metros del suelo, se abre una nueva vía para la innovación táctica.