Las decisiones que hoy se presentan como avances tecnológicos acaban provocando agujeros difíciles de tapar. En empresas donde la eficiencia se ha convertido en bandera, algunos directivos han optado por reducir plantillas en nombre de la inteligencia artificial, convencidos de que esa fórmula multiplica beneficios.
La idea de que las máquinas pueden reemplazar la creatividad y el criterio humano se ha extendido con una rapidez que no ha dado tiempo a medir consecuencias. Esta práctica, según advierte Alexandra Ebert, puede volverse en contra de quienes la impulsan.
Capital humano
El ahorro inmediato que genera la inteligencia artificial no compensa
Ebert es responsable de inteligencia artificial en Mostly AI, una empresa especializada en generación sintética de datos, y publicó un artículo en la revista Fortune donde deja claro que esta estrategia empresarial tiene fecha de caducidad. Básicamente, señala que las compañías que hoy sustituyen personas por algoritmos están sembrando problemas futuros.
Según detalla, esa estrategia ofrece resultados inmediatos en el balance financiero, pero recorta las posibilidades de innovación real: “Las empresas que hoy despiden personal en nombre de la IA serán las que mañana tendrán que ponerse al día”.
Su diagnóstico va más allá del simple uso de herramientas automatizadas. Ebert defiende que la IA sirve para agilizar tareas, mejorar tiempos y eliminar procesos repetitivos, pero subraya que no puede desarrollar ideas disruptivas. Lo argumenta cuando afirma que “todavía sólo viene de la gente” la capacidad de imaginar conceptos nuevos, porque “la IA no inventa, sino que se recicla porque es software entrenado con las ideas de otras personas, imita patrones”.
La reflexión coincide con las advertencias que otros expertos han manifestado en las últimas semanas. Jensen Huang, consejero delegado de Nvidia, expuso que estas tecnologías pueden impulsar el empleo si se integran de forma inteligente. La posición de Ebert insiste en una idea concreta: cuando la IA se usa como herramienta complementaria, permite escalar modelos sin debilitar la estructura humana.
Lo que ocurre, según ella, es que muchos líderes están desviando esos beneficios a corto plazo para justificar despidos. En palabras de Ebert, “están sacando provecho de las ganancias a corto plazo y lo llaman innovación”. En sus previsiones, no descarta que algunas empresas que hoy prescinden de profesionales acaben contratándolos de nuevo en silencio. Todo apunta a que esa vuelta de timón vendrá cuando descubran que sin creatividad humana, la tecnología solo repite lo que ve.