Rhiannon Lawson, experta en tecnología: “Los mismos algoritmos que una vez celebraron mi embarazo no podían comprender su repentino final, es hora de que las empresas de tecnología, los motores de búsqueda y los anunciantes asuman la responsabilidad”
Algoritmo y empatía
Las plataformas digitales son incapaces de reconocer el dolor de las mujeres tras la pérdida gestacional
La queja amarga a las redes de una mujer que perdió su bebé y la respuesta fría de Facebook
Rhiannon Lawson es experta en tecnología y estrategia digital
La experiencia de Rhiannon Lawson, premiada en los Women in Tech Excellence Awards, expone en su LinkedIn una problemática que cada vez más mujeres viven en silencio: “Los mismos algoritmos que una vez celebraron mi embarazo no podían comprender su repentino final”. Tras perder a su bebé Hudson en marzo, los anuncios de carritos, pañales y promociones de tiendas infantiles siguieron apareciendo sin pausa en sus dispositivos, como si nada hubiera pasado.
El algoritmo sin empatía
Lawson, una de las voces más reconocidas en el ámbito de la transformación digital en Reino Unido, ha decidido visibilizar este tipo de violencia silenciosa. “Cookies, cohorts y tecnologías inteligentes pueden predecir nuestro comportamiento, pero no saben cuándo parar, cuándo ofrecer espacio o simplemente cuándo callar”, explica. La historia de Rhiannon no es única. Según informó la BBC, mujeres como Sammi Claxon o Hayley Dawe han vivido experiencias similares tras sufrir abortos espontáneos o partos de bebés sin vida. “Te bombardean con anuncios cuando estás embarazada, pero cuando lo pierdes, todo sigue igual. No puedes evitarlo”, confesaba Claxon al medio británico.
Tanya O’Carroll llevó a Meta ante los tribunales en 2023 y logró que se dejaran de utilizar sus datos personales para publicidad directa. Es la única usuaria británica que, según su equipo legal, ha conseguido desactivar por completo los anuncios dirigidos. Pero miles, como Rhiannon, siguen recibiendo contenido sensible sin posibilidad real de exclusión.
La lógica detrás de este dolor digital reside en cómo operan las plataformas. Empresas como Meta (Facebook, Instagram y WhatsApp) aseguran que sus anuncios no se dirigen a individuos sino a grupos de más de 100 personas. Sin embargo, el impacto emocional de esta segmentación (basada en intereses comunes detectados por el comportamiento online) puede ser devastador en situaciones de duelo gestacional, una situación tan antinatural que los padres que lo padecen no tiene nombre (como ocurre con viudo/a o huerfano/a).
La insensibilidad de los algoritmos no es un fallo técnico, sino un síntoma de diseño sin empatía. Como apunta Lawson, “estas plataformas tienen el poder y los datos para hacerlo mejor”. Pide que se creen sistemas capaces de reconocer las transiciones vitales: pérdidas, duelos, cambios de rol. Y sobre todo, que permitan decir “esto ya no me representa” sin tener que borrar todo rastro digital.
Frente a esta realidad, Lawson propone medidas concretas: botones de exclusión claros y compasivos, categorías específicas para contenidos sensibles (como “embarazo”), alertas de contenido y, sobre todo, una cultura digital que entienda que no todo se puede monetizar. La presión comercial parece pesar más que el bienestar del usuario. Meta ha anunciado un modelo de suscripción de 2,99 libras al mes para quienes no deseen ver anuncios, una solución que, para las usuarias, no aborda el problema de fondo. “Si realmente se preocuparan por los usuarios, no les cobrarían por no ver contenido doloroso”, traslada la BBC.