En los últimos años, el discurso sobre el cambio climático ha empezado a mostrar fisuras dentro del propio mundo que impulsó la conciencia medioambiental. Algunas de las voces más influyentes del ámbito tecnológico y filantrópico han pasado de advertir sobre el riesgo global a suavizar su mensaje, apelando a una supuesta capacidad humana para adaptarse.
Este cambio de tono no solo altera la percepción pública del problema, sino que también condiciona las decisiones políticas y empresariales que dependen del respaldo de esos referentes. La idea de que la crisis climática es manejable se abre paso, y su eco llega incluso a figuras que antes encabezaban la alarma.
No lo niego, pero tampoco está tan preocupado
Bill Gates enfría su discurso sobre el cambio climático
Bill Gates, fundador de Microsoft y uno de los promotores más visibles de la acción contra el calentamiento global, ha sorprendido con una postura que reduce la gravedad del fenómeno. En una entrada reciente publicada en su blog, el empresario afirmó que “aunque el cambio climático tendrá consecuencias graves, particularmente para las personas de los países más pobres, no provocará la desaparición de la humanidad”.
La declaración, procedente de un filántropo que durante años advirtió sobre la urgencia climática, marca un giro en su discurso y ha sido interpretada como un intento de restar dramatismo a un problema que sigue afectando a millones de personas. Según escribió en el mismo texto, “las personas podrán vivir y prosperar en la mayoría de lugares del planeta en el futuro previsible”.
En su blog, Gates sostiene que los efectos serán graves sobre todo en países pobres
Este mensaje contrasta con el consenso científico actual. Michael Mann, director del Penn Center for Science, Sustainability & the Media, declaró a CNN que “no existe una amenaza mayor para los países en desarrollo que la crisis climática”. La advertencia resume el sentir de buena parte de la comunidad científica, que ve con preocupación cómo las declaraciones de figuras tan influyentes como Gates pueden desviar la atención sobre los riesgos reales.
El cambio de planteamiento resulta especialmente sensible en un momento en el que los gobiernos discuten nuevas estrategias para reducir emisiones y evitar que el aumento de la temperatura supere los límites acordados internacionalmente.
Desde la Universidad de Columbia, Jeffrey Sachs, director del Center for Sustainable Development, fue más contundente al criticar el texto del empresario. Afirmó a CNN que “el memorando es inútil, vago, poco útil y confuso”. Su preocupación radica en que la posición de Gates plantea una falsa elección entre aliviar la pobreza y luchar contra el cambio climático, cuando ambas metas pueden abordarse de forma paralela.
Para muchos investigadores, relativizar la magnitud del calentamiento global supone abrir la puerta a la pasividad y debilitar un esfuerzo que ya de por sí avanza con lentitud. Si quienes lideraron la concienciación medioambiental comienzan ahora a restarle urgencia, la transición hacia un planeta más seguro se enfrenta a un obstáculo tan poderoso como inesperado: la desconfianza en sus propios impulsores.

