La era de la Inteligencia Artificial ha llegado para plantearnos preguntas que antes, o bien no nos hacíamos, o bien sobrevolaban terrenos más similares a la ciencia ficción que a nuestra realidad mundana. Ahora, no es tan extraño preguntarse si un robot puede tener sentimientos o qué haremos cuando las máquinas sepan hacer lo mismo que nosotros... pero mejor.
En este contexto, el pasado año se estrenó en cines una película que cautivó a todo el mundo: The Wild Robot. A pesar de que no ganó el Oscar por culpa de Flow, filme animado que hizo historia gracias a su comparativa presupuesto/logros, la cinta cautivó a millones de personas en todo el mundo. Y ahora está volviéndolo a hacer en Netflix, donde se ha situado como la segunda película más vista de todo el mundo.
La película parte de esta misma premisa: ¿puede una máquina, un robot, experimentar emociones tan profundas como el amor, la pérdida o la alegría? Y la respuesta llega en forma de lagrimones y una narrativa tan interesante como cautivadora.
Dirigida por Chris Sanders, conocido por éxitos como Lilo y Stitch y Cómo entrenar a tu dragón, The Wild Robot es una adaptación del libro homónimo de Peter Brown. Fusionando ciencia ficción y aventura, la película aborda un tema profundamente relevante en la actualidad: la relación entre la tecnología y el mundo natural.

Una escena de la película 'The Wild Robot'.
The Wild Robot no se anda con rodeos y busca atacar el corazón del público de forma directa. Desde su estética visual hasta sus personajes y, por supuesto, su increíble banda sonora, la película invita al espectador, desde el primer minuto, a reflexionar sobre lo que significa ser parte del ecosistema y cómo la inteligencia artificial puede encajar en él.
Curiosamente, aborda temas poco convencionales para un filme de este género. La muerte, por ejemplo, se narra desde una perspectiva directa y sin tapujos, al igual que la selección natural, el ciclo de la vida y la fragilidad del ser. De forma educativa, pero sin caer en convencionalismos, The Wild Robot construye una preciosa aventura que encantará especialmente a los niños, pero que también puede arrancar alguna que otra lágrima a los adultos.
Además, de algún modo, intenta (aunque no está claro si lo consigue plenamente) alertarnos sobre lo que está por venir. Toda la película es una profunda reflexión sobre el futuro de la humanidad y la tecnología, planteando preguntas sobre el papel de la inteligencia artificial en el mundo y cómo podemos convivir con ella en armonía.
En una época en la que el avance tecnológico suscita dilemas éticos sobre nuestro impacto en el medio ambiente, esta película es un conmovedor recordatorio de que, a pesar de nuestras diferencias, todas las formas de vida están interconectadas.