La NASA avala el desarrollo de tratamientos contra el cáncer en el espacio para mejorar su efectividad
Oncología espacial
La oncología se está desarrollando más allá de nuestro planeta, con investigaciones desarrolladas íntegramente en la Estación Espacial Internacional
La oncología avanza a pasos agigantados en la Estación Espacial Internacional.
La oncología es una de las ramas de la medicina que más están avanzando en los últimos años. Es lógico; trata un asunto urgente que es clave para acabar con una enfermedad que nos toca a todos. En 2023, el cáncer acabó con 433.163 tan solo en España, y se estima que la cifra siga en crecimiento.
Sin embargo, hay muchas personas poniendo de su parte en todo el mundo para erradicar este gran problema del siglo XXI, y ahora la investigación ha sobrepasado los límites propios de la Tierra. Tal y como confirma la NASA, algunos de los mayores estudios de medicina oncológica se está gestando en la Estación Espacial Internacional (EEI), a más de 400 kilómetros sobre nuestro planeta.
Estación Espacial Internacional (ISS).
Lejos de ser solo un escenario para la exploración espacial o la competencia tecnológica, la EEI se ha convertido en un laboratorio biomédico de referencia. Según Bill Nelson, administrador de la NASA, “vamos al espacio no solo para explorar los cielos, sino también para mejorar la vida aquí en la Tierra, incluyendo nuestra lucha contra el cáncer”.
Durante la misión SpaceX Crew 8, lanzada el 4 de marzo de 2024, se pusieron en marcha más de 200 experimentos científicos. Entre ellos, destacan los dirigidos a estudiar los efectos de la microgravedad en células madre, proteínas y tejidos humanos. El objetivo es comprender cómo la ingravidez altera el comportamiento celular, así como aprovechar ese conocimiento para crear modelos más precisos de enfermedades como el cáncer.
Una de las razones por las que el espacio se ha convertido en un entorno tan valioso para la investigación oncológica es la microgravedad. En ausencia de la atracción gravitacional terrestre, las células cancerígenas se comportan de formas distintas. Se agrupan en esferoides tridimensionales que imitan mejor el comportamiento real de los tumores en el cuerpo humano, algo difícil de reproducir en cultivos bidimensionales en la Tierra.
Pero esta reorganización espacial no es solo una curiosidad científica. La microgravedad también modifica la expresión génica de las células cancerosas, altera sus ciclos de vida, y te permite observar procesos clave como la angiogénesis o la metástasis en tiempo real. Es el caso de experimentos realizados con células de cáncer de tiroides, mama y pulmón, cuyos cambios estructurales y moleculares han sido registrados con gran precisión en la EEI.
Los avances tecnológicos en el campo de la medicina ofrecen muchas ventajas para los pacientes.
Más allá del estudio de células, el espacio también está permitiendo un rediseño de cómo se producen y administran los tratamientos. En condiciones terrestres, cristalizar proteínas para crear medicamentos es un proceso difícil y aleatorio. Pero en microgravedad, estas proteínas cristalizan de forma homogénea, permitiendo fabricar medicamentos más concentrados, estables y fáciles de administrar.
Esto abre la puerta a una nueva generación de quimioterapias e inmunoterapias que podrían ser administradas mediante inyecciones subcutáneas —mucho menos invasivas que las actuales infusiones intravenosas— y con una dosificación más precisa. Empresas como Merck y startups como BioOrbit ya están apostando fuerte por este enfoque. Pero un caso emblemático es el del anticuerpo terapéutico Keytruda. Experimentos realizados en la EEI mostraron que su formulación cristalizada en microgravedad era mucho más uniforme que en la Tierra, con beneficios potenciales tanto en eficacia como en comodidad del paciente.
Aunque aún queda mucho para que los avances sean realmente significativos, la medicina avanza a pasos agigantados en su lucha contra el cáncer. Según la profesora Li Shean Toh, de la Universidad de Nottingham, “la microgravedad puede aportar tantos beneficios a la investigación del cáncer que es difícil exagerar su impacto”.