Sam Altman se gastó 6.500 millones de dólares en comprar Io, la empresa de diseño de Jony Ive, con el único propósito de gestar el producto que tendremos todos en nuestro bolsillo y que jubilará al smartphone, tal y como lo conocemos actualmente.
Desde que se reunieron por primera vez el CEO de OpenAI y el diseñador que encumbró a Apple, todo han sido especulaciones y rumores acerca de cómo será ese objeto mágico que todos desearemos (¿están llevando el FOMO al extremo, quizá?). Altman lo llamó “la pieza de tecnología más genial que el mundo haya visto jamás”. Ive añadió que estaban “literalmente al borde de una nueva generación de tecnología que puede hacernos mejores personas”. Veremos.
OpenAI, en pérdidas
El hardware como salvación
A pesar de ser la startup más cara del mundo, con una valoración que ha alcanzado los 500.000 millones de dólares, OpenAI no ha hecho más que perder dinero desde que se fundó. ChatGPT se ha hecho tan popular que son necesarios muchos centros de proceso de datos para mantenerlo, y la única manera de conseguirlo es alquilando las infraestructuras a los más grandes.
Si bien el famoso chatbot ha abierto muchas vías de obtención de ingresos, no son suficientes para cubrir todos los gastos. Hay que pensar algo. Y ese algo pasa por lanzarse a la piscina junto a Jony Ive, confiando que estará llena de agua —algo que, por ahora, nadie puede certificar. Lanzar al mercado un dispositivo revolucionario como lo fue el iPhone en su momento les impulsaría hacia unos números verdes que necesitan para sobrevivir como independientes.
Sam Altman y Jony Ive, durante su conversación.
Según un reciente artículo de Financial Times (FT), el secreto va tomando forma: “Su objetivo es crear un dispositivo del tamaño de la palma de la mano, sin pantalla, que pueda captar señales visuales y auditivas del entorno físico y responder a las solicitudes de los usuarios”.
No tendrá pantallas, pero necesariamente tendrá que llevar micro, cámara y, probablemente, altavoz. Estas descripciones encajarían perfectamente con unas gafas inteligentes. También podría ser algún objeto parecido a una caja de cerillas, pero si va a llevar cámaras, no tendría sentido que fuera algo que llevemos en el bolsillo. Veremos.
Por los indicios que han ido soltando, parece que el nuevo invento sería la corporeización de ChatGPT, un agente que esté permanentemente a nuestro servicio de tal forma que no necesitaríamos nada más. Nuevamente... veremos si podemos prescindir del móvil y el reloj.
“Problemas técnicos”
Si prospera o no el dispositivo de OpenAI, está todavía por ver. Personas cercanas al proyecto aseguran que se están encontrando con algunos problemas técnicos críticos que podrían atrasar el lanzamiento del incógnito wearable, que, de momento, se prevé que vea la luz a finales de 2026.
Las dificultades, en este caso, recaerían en el apartado del software, más que del hardware, y en los recursos técnicos y económicos que serían necesarios para que el dispositivo funcione correctamente. Recordemos que el plan es ambicioso: quieren que el aparato sustituya a los móviles.
Alguien muy cercano a Ive, consultado por FT, lo razona: “Amazon tiene la capacidad de procesamiento para Alexa, al igual que Google [para su dispositivo Home]; pero si OpenAI ya tiene dificultades para conseguir la capacidad de procesamiento suficiente que requiere ChatGPT, imagínate para un dispositivo de IA. Primero deben solucionar eso”.
A todo esto se suman las dudas que generan por defecto los agentes de IA, que necesitan conocer toda tu información y circunstancias y datos para poderlos procesar y asistirte en tu día a día. Este sería el objetivo principal del nuevo dispositivo de Altman y Ive, y sonaría a farol si no fuera por el desembolso que ha hecho el CEO de OpenAI.
Fuentes cercanas han revelado más datos: sería un dispositivo que estaría siempre conectado y atento a nuestro entorno e indicaciones, en lugar de activarlo con una palabra clave, estilo “Hey Google”. Los sensores recogerían nuestros datos a lo largo del día, a fin de construir la “memoria” del dispositivo, conocernos mejor y aprender de nuestra cotidianeidad.
Aunque no se puede descartar al 100%, es poco probable que se trate de unas gafas. ¿Una diadema, quizá?
Parece que, aparte de jubilar a los móviles, también pretenden acabar con los altavoces inteligentes. Al llevar el dispositivo siempre con nosotros, no será tan necesario salpicar la casa de Echo Dots ni de Google Homes diversos. El nuevo aparato supondría una evolución que hace tiempo que se espera de este tipo de altavoces, que todavía no han integrado la inteligencia artificial que ya deberían tener desde hace al menos un año.
Uno de los retos es que el dispositivo solo intervenga cuando sea útil, evitando que hable demasiado o no sepa cuándo terminar la conversación, un problema constante que nos encontramos con ChatGPT (últimamente parece que está aprendiendo y entiende cuándo queremos dejar de hablar).
El aparato futurista de Humane AI fracasó.
Después del fracaso de innovaciones futuristas como el colgante Friend o el pin de Humane AI, OpenAI sigue con su visión de futuro e intentará introducirnos un nuevo producto que nos hará más felices. ¿No recuerda un poco a típica escena de los vendedores de crecepelo de principios del siglo XX?


