“Una ardilla muriendo delante de tu casa es más relevante para tus intereses que la gente que se muere en África”: la filosofía de Mark Zuckerberg se resume en esta frase que dijo en 2006
Meta
La frase que reveló cómo Facebook prioriza lo cercano sobre lo importante
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Mark Zuckerberg con las Meta Ray-Ban Display.
En el año 2006, Facebook, tal y como lo conocemos, todavía no existía. Por aquel entonces, el gran proyecto de Mark Zuckerberg era una página web para estudiantes de universidad que había logrado unas cifras de usuarios totalmente inusuales: el 85% de universitarios de Estados Unidos la utilizaban, y el 60% de todos ellos entraban a ver actualizaciones cada día.
Pero el equipo de estudiantes de la Universidad de Harvard que, poco después, cambiaría la historia de Internet para siempre, todavía estaba dando los primeros pasos hacia convertirlo en algo más grande. Y se dieron cuenta de algo importante: las funcionalidades de compartir y comentar fotografías eran, con diferencia, las más populares de la página. Lo que no entendían era el porqué.
Tras mucho debate, Zuckerberg llegó a una conclusión que, en gran medida, marcaría no solo la filosofía del sitio web durante varias décadas, sino la manera en la que consumimos contenido y nos relacionamos en Internet a largo plazo: “Una ardilla muriendo delante de tu casa es más relevante para tus intereses que la gente que se muere en África”.
Según explica David Kirkpatrick en su libro El Efecto Facebook: La verdadera historia de la empresa que está cambiando el mundo (2010), fue entonces cuando el equipo entendió que la fortaleza de Facebook era la de ser capaz de mostrarle a los demás las novedades más recientes sobre las personas de su entorno y los temas que les interesasen.
Mark Zuckerberg.
La escala de intereses de los medios tradicionales —que priorizan temas de relevancia social, política o cultural frente a aquellos de calado regional o local— no se aplican en Internet, donde la información que debe ir al frente es la que más afecte, de manera individual, al usuario en cuestión.
El problema es que la plataforma no estaba pensada, en principio, para integrar ese tipo de actualizaciones. Esta es la diatriba con la que, según Kirkpatrick, se encontraron los fundadores de Facebook en esta época.
Lo que más hace la gente en Facebook es mirar la información de otra gente. Aprender lo nuevo, qué ha cambiado, qué ha pasado que no sepan ya
“Lo que más hace la gente en Facebook es mirar la información de otra gente. Aprender lo nuevo, qué ha cambiado, qué ha pasado que no sepan ya”, cuenta Kirkpatrick en el libro. “Pero estudiar los perfiles de tus amigos era una actividad obsesiva, no eficiente. Había que entrar a cada perfil y ver qué había cambiado. “¿Sigue soltero? ¿Significa esta foto que ha ido al Caribe? ¿Fue a esa fiesta y no me lo dijo?”.
Se encontraron con un escollo rápidamente: “La información era buena, pero era tediosa de encontrar. Así que los jóvenes líderes de la compañía tuvieron una idea: la de crear una página que te mostrase no solo las últimas fotos que habían añadido tus amigos, sino todas las cosas que habían cambiado en sus perfiles”.
Así surge el feed de noticias de Facebook. Una página central a la red social que se abriría en el mismo momento en el que los usuarios iniciasen sesión y que permitiría ver, de manera sencilla, todos y cada uno de los posts de aquellos que tuviesen añadidos como amigos.
Aunque, a día de hoy, tenemos este concepto más que interiorizado, en el momento fue una revolución en la manera en la que la información llegaba a nosotros. En el Internet de los blogs y los foros, tener un solo lugar al que acudir para ver lo que estaba sucediendo en nuestro círculo lo cambiaba todo.
Mark Zuckerberg con las Meta Ray-Ban Display.
Incluso a día de hoy, las redes sociales más populares, como Instagram, X o YouTube utilizan variantes de esta idea para hacer llegar sus contenidos a los usuarios. Ahora, la prioridad no es hacer que el usuario pase tiempo en la red social por voluntad de conectar con sus allegados, sino porque el flujo de información sea constante, siempre mostrando imágenes nuevas, nuevos temas, nuevas personalidades.
Un poco después, cuando se creó Twitter —la red social originalmente creada por Jack Dorsey y posteriormente comprada por el magnate Elon Musk— se planteó como una red social claramente análoga a Facebook; pero, en lugar de compartirse fotos, se compartían mensajes de un máximo de 140 caracteres, convirtiéndolo en una plataforma de microblogging.
La perspectiva original de Twitter era un poco idealista: la acción común de los usuarios conseguiría que la información llegase a donde se necesitaba
Nuestros mensajes, junto con los de las personas a las que seguíamos —que esta vez no tenían por qué ser amigos, sino también celebridades o figuras destacadas en los ámbitos que nos interesaban, como la música o la literatura—, se agrupaban en una “línea del tiempo”. En ella, todas las publicaciones aparecían organizadas en orden cronológico inverso: de la más reciente a la más antigua.
Poco después de su nacimiento, Twitter implementó de manera oficial una funcionalidad originalmente creada por los usuarios: el retweet. Si un usuario veía un post con información con la que estaba de acuerdo, o que consideraba interesante para otros usuarios, podía republicarla para aumentar su alcance y, más importante, para que apareciese en la parte superior de la línea del tiempo de sus seguidores, independientemente de cuánto tiempo hiciese que se hubiera publicado.
Así, la perspectiva original de Twitter era un poco idealista: la acción común de los usuarios conseguiría que la información llegase a donde se necesitaba.
Mark Zuckerberg.
Por el contrario, y a día de hoy, la mayoría de redes sociales utilizan sistemas algorítmicos para mover su contenido. Instagram, YouTube, la propia Twitter y, sobre todo, la popularísima TikTok han migrado hacia modelos en los cuales es la propia administración de la aplicación la que decide cómo y con qué prioridad se agrupan los contenidos.
Estas redes sociales se basan en el contenido con el que interactuamos, el que vemos, el que compartimos o comentamos, para ofrecernos todavía más contenido que sea similar, haciendo que el flujo de información nunca termine.
Aunque este tipo de modelos han sido objeto de críticas constantes —por fomentar la homogeneización de los discursos y priorizar el contenido de impacto rápido por encima de la calidad—, lo cierto es que algo resulta innegable: tal y como anticipó Zuckerberg, toda su maquinaria está diseñada para hacernos llegar, de forma inmediata, aquello que considera relevante para nosotros.
Y, en la mayoría de los casos, eso no serán los grandes acontecimientos políticos ni los problemas del mundo, sino las recetas de moda, la canción de la que todos hablan, el evento o concierto de la semana, o las últimas declaraciones de nuestro artista favorito.