Los gatos del Hermitage
Curiosidades
El museo de San Petersburgo cuenta desde su creación con una patrulla de vigilantes de excepción: 70 felinos que ahuyentan a roedores
Un gato frente al palacio de invierno de San Petersburgo
Atesora una de las colecciones de arte más importantes del mundo, con más de tres millones de obras de grandes artistas como Velázquez, Rubens, Gauguin, Da Vinci, Rembrandt o Picasso y su fama atrae a San Petersburgo desde hace décadas a amantes de la cultura de todo el planeta. Hablamos del Hermitage, el Museo del Patrimonio Nacional y Palacio de Invierno, un centro cuya historia está envuelta en un halo de misterio.
Y es que este palacio construido a orillas del río Neva, en el barrio de Dostoyevski, que fue en su día residencia oficial de los zares de Rusia, esconde entre sus paredes un sinfín de leyendas: fantasmas que vagan por las salas de noche, personajes que escapan de los lienzos, figuras de cera que se mueven a sus anchas, esculturas egipcias que aparecen junto a charcos de sangre... A este sorprendente elenco, hay que añadirle uno más: el museo cuenta con un servicio de seguridad de lo más original -y real-, una auténtica patrulla felina que vela por la integridad de las obras.
La colonia de más de 70 gatos continúa ocupando a sus anchas el laberinto de 24 kilómetros de túneles del subsuelo
Son, sin duda, los moradores más antiguos del lugar. Su presencia se remonta a mediados del siglo XVIII, cuando fueron requeridos por las autoridades como antídoto a una plaga de ratas que invadió completamente la ciudad. La creación posterior del museo por parte de Catalina la Grande en 1764 no llevó a la expulsión de estos singulares huéspedes, sino que pasaron a integrarse oficialmente en su “plantilla”.
Aunque su eficacia frente a roedores queda fuera de cualquier duda, lo cierto es que las nuevas tecnologías han desplazado el escuadrón felino a la categoría de símbolo del lugar. La colonia de más de 70 gatos continúa ocupando a sus anchas -bien cuidados y alimentados por voluntarios- el laberinto de 24 kilómetros de túneles del subsuelo del Palacio de Invierno y de los cinco edificios que forman el complejo, es decir, del Pequeño Hermitage, el Gran Hermitage, el Nuevo Hermitage, el teatro, y el Palacio Menshiko.
Más de dos siglos y medio después de su llegada, contemplarlos en primera persona en su hábitat es un privilegio reservado a unos pocos, ya que son escasas las ocasiones en las que se abren al público los sótanos. Pero sí es frecuente descubrirlos paseando por los patios del museo o tomando el sol en los exteriores de los edificios.
La popularidad de los gatos del Hermitage llegó a su máximo exponente durante la celebración del Mundial de fútbol celebrado el año pasado en Rusia, cuando uno de ellos llegó a convertirse en algo así como un pronosticador de resultados. Emulando al pulpo Paul, célebre por sus labores de vidente cuatro años antes en Sudáfrica, Achille, un gato blanco y sordo, fue capaz de predecir, entre otras, la victoria de Rusia en el partido inaugural.
Adaptados a los nuevos tiempos, incluso cuentan con su propia página web y un día al año dedicado exclusivamente a ellos. Bajo el nombre de Día de los Gatos del Hermitage, cada 27 de mayo se organizan actividades en su honor. Y es que el museo dispone de más ejemplares de los que precisa, por lo que, aprovechando la efeméride, quienes lo deseen -previa autorización- pueden hacerse con uno de sus gatos; un felino, sin duda, con una singular denominación de origen.
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