Corea del Sur, una chispa muy peligrosa

El presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, anunció anoche por televisión que declaraba la ley marcial. Poco después, la policía y el ejército asediaron el ­Parlamento. Con este intento de golpe de Estado, que el propio ­Yoon desactivó a las pocas horas al adelantar que retirará la medida tras una próxima reunión del Gobierno, el mandatario quería recuperar el empuje político que perdió en abril, cuando su partido salió derrotado de las elec­ciones legislativas. Al mismo tiempo, sin embargo, también ­quería restaurar la línea dura con Corea del Norte, ya que cree que el diálogo establecido entre Seúl y Pyongyang no va a ninguna parte y que ha llegado la hora de mostrarse más agresivo con su vecino comunista, una potencia nuclear aliada de China y de ­Rusia.

Desde que la pasada primavera la oposición se hizo con el control del Parlamento, Yoon no lo ha pasado nada bien. Ha perdido la iniciativa legislativa. Todo lo que puede hacer es vetar las leyes que le remite el Parlamento, y este pulso le ha pasado factura. Su popularidad ha caído en picado, también porque la primera dama se vio envuelta en un pequeño escándalo de corrupción –aceptó un bolso de Dior– y él mismo estuvo implicado en un presunto fraude financiero, con manipulación de varios valores en bolsa incluida.

Esta es la primera vez que un presidente decreta la ley marcial desde que Corea del Sur se convirtió en una democracia parlamentaria, en 1987. La medida otorgaba a las fuerzas armadas todo el poder y la capacidad de restringir las libertades. El presidente Yoon cree que este paso era necesario para combatir a “las fuerzas contrarias al ­Estado”.

El Parlamento, sin embargo, revocó la medida. La mayoría parlamentaria convocó un pleno con este propósito, y a la oposición, es decir, el partido de Yoon, le pareció bien. Su líder en el Parlamento aseguró que decretar la ley marcial había sido un error. ­Yoon ordenó a la policía que bloqueara los accesos a la Cámara, y varios helicópteros militares aterrizaron en la azotea del edificio en un claro intento de impedir la votación. Los diputados, sin embargo, sacaron adelante la sesión y votaron de madrugada en contra de la ley marcial, que prohibía toda actividad política y daba al presidente el control de los medios de comunicación. Cientos de personas animaron a los legisladores desde fuera del Parlamento. Estos movimientos dejaban la pelota en el tejado del presidente y, sobre todo, del ejército, que debía decidir a quién obedecer.

La cohabitación entre el presidente y la mayoría parlamentaria ha sido imposible desde abril

Yoon no ha tomado el camino de la ley marcial solo para salvar su presidencia, que inició hace apenas dos años. Ajeno a la ­voluntad popular, que derrotó sus ideas en abril, cree firme­mente que Corea del Sur no va en la buena dirección. Critica la ambigüedad política respecto a China y Corea del Norte. ­Considera que seguir defendiendo el diálogo con el régimen de Kim Jong Un supone traicionar a Estados Unidos, su principal aliado.

Bajo esta perspectiva, Yoon se anticipaba así a la presidencia de ­Donald Trump. Calcula que las relaciones entre Washington y Pekín irán a peor en los próximos meses. La intención de Trump de subir los aranceles a los productos chinos disparará la tensión.

Corea del Sur conoce muy bien las represalias de China. En el 2016, cuando aceptó desplegar el sistema antimisiles THAAD de Estados Unidos, China frenó las importaciones surcoreanas y boicoteó el turismo. El Gobierno de Seúl cedió a las presiones y renunció a ampliar el sistema ­THAAD, así como a unirse a Japón y Estados Unidos en una alianza estratégica a la que luego se incorporó Australia. Yoon opina que Corea del Sur pertenece a este bando. Cree que debe restablecer la confianza perdida con Japón y convencer a China de que sus desavenencias estratégicas no deben afectar a sus relaciones comerciales.

China es el primer destino de las exportaciones de Corea del Sur. El país que hace cincuenta años surgía de las cenizas de la guerra es hoy una de las principales economías del mundo. Su cultura musical y televisiva tiene un gran impacto internacional. Yoon está convencido de que, con estos atributos, el país debe plantar cara a Corea del Norte. Dice que no hacerlo es ali­near­se con China y, de paso, también con Rusia, a quien Kim apoya en el Donbass con 10.000 hombres y muchos cohetes.

Yoon Suk Yeol cree que Corea del Sur debe ser mucho más agresiva contra Corea del Norte

La oposición no compra esta huida hacia delante. Aunque comparta gran parte del planteamiento estratégico de Yoon, no está de acuerdo en que utilice la ley marcial para mantenerse en el poder. Al contrario, después del revés que sufrió en abril, considera que debería dimitir.

Corea del Sur es una chispa muy peligrosa. Las ondas expansivas del pulso de Yoon pueden desestabilizar el Indopacífico y alcanzar Ucrania.

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