El alquimista del rencor

Este largo fin de semana he acabado la serie La fiebre en Movistar+. Recomiendo los seis capítulos de esta serie francesa que, a través de la historia de un futbolista negro, nos regala un espejo en el que se deforman las certezas. Racismo, feminismo, inmigración y la batalla por el relato usando a la sociedad como marionetas. No se trata solo de radicalismos espontáneos, sino de una maquinaria puñetera que, con la química inestable de las redes sociales, y X (o Twitter) en primer plano, opera como un alquimista del rencor. La fiebre muestra cómo las ideas más radicales pueden multiplicarse a la velocidad de un clic y encuentran en el estruendo digital un aliado estupendo para explosionar pasiones y consolidar narrativas excluyentes.

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Bajo esos regímenes, la verdad es un bicho herido. El discurso moderado queda eliminado por el estruendo, sin matices ni rigor. La serie sugiere que X, concebida en teoría como una democrática ágora, se transforma en un coliseo donde las multitudes no escuchan, rugen; no debaten, embisten. La precariedad de la verificación convierte el rumor en dogma, el insulto en una orden y la manipulación de las tendencias en un arma con silenciador. Todo vale para la victoria.

‘La fiebre’ pone a debate el progresivo final del diálogo, la fascinación por el odio

La verdad es el resultado: un mundo oscuro donde la idea dominante, lanzada desde el poder y amplificada por ejércitos de cuentas anónimas o bots, relega la discrepancia a un tema menor, minúsculo.

La fiebre pone a debate el progresivo final del diálogo, la fascinación por el odio de rebajas, sobre todo allí donde la autoridad política se engorda del terror y del desconcierto.
Basta con la complicidad de muchos indiferentes y algunos expertos en incidir sobre la opinión pública. Los textos incendiarios elevan la dopamina de la mente del espectador, que no distingue entre la mentira y la verdad­.

La serie no aporta ninguna solución, pero nos advierte: el extremismo es un producto que premia la crispación. Y ahí es donde nace el mensaje que deberíamos aprender: pensar despacio, desconfiar de la histeria grupal, y plantar cara a la velocidad que deforma la verdad. La fiebre es una serie sobre la vulnerabilidad de la verdad y la eficiencia con que, en espacios autoritarios, X se convierte en un soplete para endurecer el discurso y evitar la pluralidad.

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