Barcelona aprobó sus ordenanzas fiscales para el 2025 en el pleno municipal de ayer. El alcalde Jaume Collboni (PSC) contó con el respaldo de BComú y ERC, sumando, pues, a sus diez concejales los nueve de los comunes y los cinco de los republicanos. El miércoles esta parecía una posibilidad incierta, puesto que BComú exigía al alcalde, a cambio de su apoyo a las ordenanzas, garantías de que no abriría una terminal para cruceros de lujo. Pero finalmente hubo acuerdo.
Gracias a dicho pacto, Barcelona mantendrá estables los impuestos que recauda entre sus habitantes y, al tiempo, avanzará en la fiscalidad turística, con incrementos del IBI para centenares de bienes inmuebles relacionados con el ocio y la hostelería, o el área portuaria y las terminales de cruceros. Collboni se congratuló de estos acuerdos, que reportarán a la ciudad ingresos adicionales por alrededor de veinte millones de euros. Asimismo, justificó que la subida se centrará en el turismo porque “esta es una actividad que va muy bien” y que puede pagar algo más, lo que redundará, dijo, en beneficio de las políticas sociales.
Además de reportar más recursos, las nuevas ordenanzas fiscales o, mejor dicho, el acuerdo que las ha hecho posibles, parece señalar el camino hacia otro pacto, el que daría luz verde a los presupuestos municipales del 2025. A la espera de que las negociaciones en curso fructifiquen, el alcalde firmó también ayer el decreto de prórroga de las cuentas del 2024.
La exigua minoría con la que gobierna la ciudad obliga a Collboni a una continua transacción con los otros partidos, tratando, lógicamente, de defender su programa electoral y, al tiempo, de marcar distancias con las políticas de su antecesora en el cargo, Ada Colau, según dijo proponerse al iniciar su mandato, hace ya año y medio. Esa condición minoritaria podría ser paliada si ERC entrara en el gobierno municipal. Pero, de momento, eso no ha sucedido. Y el alcalde se ve sometido a la presión de los comunes.
La aprobación de las ordenanzas fiscales señala el camino hacia la de los presupuestos
Tanto es así, que en ocasiones da la sensación de que las políticas de Collboni conservan bastantes rasgos de las del grupo de Colau, ahora capitaneado por Janet Sanz. Meses atrás trascendió que la alcaldía estudiaba revisar la norma urbanística, aprobada durante el anterior mandato, que obliga a los grandes promotores privados a destinar el 30% de los pisos que construyan a vivienda social, algo que en la práctica ha supuesto un freno para la promoción inmobiliaria. Pero hasta ahora no se ha producido tal revisión.
También se anunció que el actual gobierno municipal era más partidario de recuperar patios de manzana, siguiendo una vieja tradición socialista, que de implementar nuevas supermanzanas. Sin embargo, ahora vuelve a haber varios proyectos de este último tipo sobre la mesa. Por otra parte, en el ámbito de la movilidad, prosiguen las obras tendentes a reducir la presencia del coche en la ciudad, algo en cierta medida comprensible, pero que no debería perseguir su desaparición, puesto que las necesidades de los ciudadanos son diversas y todas ellas merecen atención. La media de edad de los ciudadanos va al alza y, obviamente, no todos pueden ya montar en bicicleta.
El alcalde debe ser consciente en todo momento de que de su mandato se espera una línea de gobierno propia, no el continuismo. Y recordar que su minoría puede atenuarse con alianzas con otras fuerzas, como por ejemplo Junts, que ha manifestado su deseo de volver a la política útil, y está dotado con once concejales, que sumados a los diez socialistas sí configuran ya una mayoría suficiente.
Barcelona atraviesa un buen momento, regada por los ingresos turísticos. Los frutos del Pla Endreça en materia de limpieza y seguridad son notorios. La ciudad amplía, además, horizontes, consolidando junto a su ecosistema de investigación biomédica otro de tecnologías complejas, estratégico para la UE, que en los últimos tiempos ha reportado a la ciudad inversiones de cientos de millones de euros para desarrollar chips o poner en marcha una factoría de inteligencia artificial en el Barcelona Supercomputing Center.
El alcalde debe aplicar sus políticas, evitar el continuismo y abrirse a pactos con otras fuerzas
Pero, como indicó ayer el propio alcalde, la ciudad debe seguir avanzando, sin perder un minuto. Si a esto le añadimos su convicción de que el gobierno municipal está capacitado para alcanzar acuerdos con otras fuerzas, creemos oportuno exhortarle a que obre en consecuencia y abra su abanico de pactos, ya sean para todo el mandato u ocasionales, siempre en pro del dinamismo y la prosperidad de Barcelona.