Hace siete años, Puigdemont declaró asumir “el mandato de que Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república”. Es de sobras conocido lo que ocurrió después. Hace tres años, Sánchez dijo que “Puigdemont tiene que comparecer ante la justicia” española. Hace medio año, la ley de Amnistía se aprobó en el Congreso y la derecha estatal salió a la calle para protestar ruidosamente. Hace un mes, la número dos del Gobierno, María Jesús Montero, cerraba el paquete fiscal con Puigdemont. Y hace una semana, el PP pactaba con Junts para propinar un puntapié a Hacienda a través de tres acuerdos en materia fiscal, el más importante, para derogar el gravamen a las energéticas.

Discusiones previas a la aprobación de la ley de Amnistía en el pleno del Congreso, en mayo de este año
La ley de Amnistía ha sido la decisión política que, probablemente, más ha marcado el 2024 en las redes sociales. Ningún otro hito ha generado tal cantidad de posts y también de visceralidad. Una ley en la que muy pocos creían, incluido el espectro progresista, pero que se ha demostrado decisiva para el presente y el futuro del país. Es el “todos dentro” que proclamó en noviembre Enric Juliana y que Pedro Sánchez citó el lunes en su comparecencia de fin de año como “éxito”. Es la normalización total de la política y la vida social, pese a que algunos, principalmente en Madrid, sigan sin verlo.
Junts ha vuelto al ruedo político, y que sus siete diputados sean esenciales para todo ha hecho al bipartidismo entrar en contradicciones. Las redes sociales están dando buena cuenta de ello estos días. Hay quien sigue reprochando a Pedro Sánchez su renuncio con Puigdemont. Ahora que el presidente del Gobierno ha abierto la puerta a verse con él, la queja ha vuelto a emerger.
Junts ha vuelto al ruedo político, y que sus siete diputados sean esenciales ha hecho al bipartidismo entrar en contradicciones
El cambio más significativo con Junts se ha producido en el PP. El partido que quiso mandar a Puigdemont a prisión ahora celebra acuerdos fiscales con él. Hay tuiteros que están teniendo que moderar sus posts durante estos días. La derecha más centrada ha comprendido que de nada sirve intentar competir con Vox por un discurso en el que siempre van a ganar los más vehementes.
La amnistía también tiene detractores, y en X están teniendo sus días de gloria. Vox y las cuentas más radicales reclaman al PP que no se deje embaucar por Junts y que la mirada ha de dirigirse hacia la derecha. Es el dilema que tendrá que dilucidar el PP. Feijóo tendrá algún día que decidir si la foto se la toma con Puigdemont o con Abascal. Ambos son dos polos que se repelen.
En la Navidad del 2025, el PP brinda por la amnistía que criticó y se prepara para un año nuevo en el que Junts ya es un socio con el que poder contar para cuestiones económicas. Habrá más zancadillas al Gobierno porque hay interlocutores engrasando la relación entre Génova y Waterloo. Puigdemont no es Pujol ni Nogueras es Duran i Lleida. Pero en Génova se preparan para un año nuevo en el que si siguen hablando catalán, como hizo Aznar, podrán estar más cerca de la Moncloa. Y Ayuso protestará, porque en la M-30 imperan otros códigos.