Una de las grandísimas ventajas que tiene el dinero es poder poner un valor monetario a todo. Así sabemos lo que vale la casa en la que vivimos, una paella de chorizo o un Eurofighter. El dinero da información valiosa que permite hacer intercambios eficientes y favorece la especialización y la escala. Pero si bien podemos cuantificar el valor financiero de las cosas, no somos capaces de valorar numéricamente otros factores como la reputación.
La reputación es un elemento clave en todas las sociedades y al que todos, de una forma u otra, le damos importancia. Su origen es evolutivo y es un subproducto del lenguaje, por eso se dice que el lenguaje engendró la reputación y la reputación, la moralidad. Pensémoslo, gracias al lenguaje unos Homo sapiens podían organizarse y conspirar contra otros. Esto es algo que los cangrejos no pueden hacer y forzó a nuestros antepasados a preocuparse por su reputación, no fuese que fuesen víctimas de una conjura. El resultado fue que los más preocupados vivieron más y tuvieron más hijos y nosotros somos sus agradecidos e inquietos herederos.
Podemos constatar cómo las dictaduras nos han engañado para engrandecer su reputación
La reputación puede tener un valor casi enfitéutico y ha acompañado a todas las sociedades. El mundo medieval, por ejemplo, se caracterizaba por su descentralización, ya que operaba en sociedades con bajos niveles de alfabetización. Los reyes delegaban la administración de tierras a cambio de lealtad y apoyo militar. El sistema funcionaba por la reputación y confianza cruzada que existía entre reyes y nobles. De esta forma los reyes con mayor reputación, como los Reyes Católicos, podían ejercer su poder con mayor efectividad.
Hoy, en la línea de salida del 2025, la reputación sigue siendo clave. A nivel micro nos sitúa jerárquicamente ante amigos y familia y permite pedir y hacer. También es importante para avanzar profesionalmente: ayuda a seducir a clientes y progresar organizativamente. La naturaleza inconcreta de la reputación hace que se cometan muchos errores de valoración con ella, el más frecuente es pensar que un buen caballo hace un buen jinete.

Por eso, hay ciudadanos que piensan que un músico tiene algo que aportar en la política vacunal. Es posible que en el futuro las cámaras CCTV y la inteligencia artificial permitan grabar a todas las personas en todo momento y puntuar reputacionalmente a las personas. Si somos altruistas y trabajamos bien, la IA nos dará puntos, como en la liga. Si somos sociopatillas nos los restará. Es difícil saber si esto pasará, pero podemos observar cómo la economía recorrió un camino equivalente. En la Grecia de Ulises nadie sabía cuál era el PIB de Ítaca, ya que las economías premonetarias funcionaban por intercambios y las personas se daban regalos para ganar en reputación y recibirlos a cambio.
Durante el 2025 la reputación seguirá impulsando políticas de Estado en todo el mundo, por ejemplo, el miedo a perderla marcará a Vladímir Putin. También podemos observar cómo las crisis democráticas que hemos vivido en el 2024 son una crisis reputacional alimentada por una campaña incesante.
Algunas de las críticas implícitas que han recibido las democracias tienen substancia y debemos ocuparnos de ellas, así algunas élites tradicionales hablan con un lenguaje (y, por tanto, una estructura mental) ajena a parte de la sociedad, hay amplios colectivos que se sienten ninguneados o el sistema judicial debe centrarse en sus atribuciones. También tenemos ataques manipulativos a la democracia desde el “Hemos de destruir el país para salvarlo”, o los que proponen soluciones falsamente milagrosas desde la ignorancia, la malicia o la corrupción.
Pero no son las únicas manipulaciones que nos acechan como cocodrilos del Serengueti. Podemos constatar cómo las dictaduras nos han engañado para engrandecer su reputación. Para sorpresa de todos Rusia no pudo conquistar Kyiv en siete días, El Asad era aborrecido a pesar de obtener el 95,19% de los votos e Israel ha noqueado a Hamas, ha decapitado a Hizbulah y ha inactivado a Irán.
Por eso, para el año nuevo debemos ser más cuidadosos al valorar reputaciones ya que nos intentarán manipular, y no solo lo harán sospechosos habituales. Para evitarlo nuestra resolución para el 2025 debería ser: ignoremos los truenos sin relámpago y no pensemos que todo lo que nace en un establo es un caballo.