Desde que hay testimonios escritos, gran parte de la historia del pensamiento de la humanidad ha sido una historia casi heroica de lucha contra la mentira y de apasionada busca de la verdad. La lucha contra la mentira produjo héroes y mártires. La busca de la verdad produjo santos y mitos. Esa pelea estuvo presente en la creación de religiones, en el florecimiento y sepelio de culturas y civilizaciones, en la construcción o el naufragio de países e imperios y en la producción filosófica de los grandes sabios, desde Aristóteles (“Platón es un amigo, pero más amiga es la verdad”) hasta los pensadores de hoy.

Esos pensadores, los que usted aún puede encontrar en las librerías, están alarmados ante la triste evolución de los acontecimientos y ante el triunfo de la mentira como recurso político, económico y vía de acceso al poder. Diríase que, más que tratados sobre la vigencia o la necesidad de la verdad como motor de la convivencia, escriben auténticos obituarios. Sus obras parecen epitafios donde solo les falta poner el clásico deseo de “descanse en paz”.
La mentira está siendo usada como un misil, pero todavía más difícil de combatir
Esa misma sensación fúnebre ha entrado en la contienda política, y los poderes públicos, en vez de tomar nota de las críticas que merecen, encontraron una justificación de lo más injustificable en las “fábricas de bulos” que inundan instituciones, medios informativos o las relaciones internacionales. La mentira está siendo usada como un arma equivalente a los misiles, pero todavía más difícil de combatir.
Y ahora, la verdad acaba de sufrir la más cruel derrota de su existencia, si es que alguna vez existió: fue derrotada en Estados Unidos por un veredicto popular. Los estadounidenses entregaron el poder a un hombre que, según The Washington Post, contó 12.019 mentiras en 928 días de su anterior mandato. Ese señor gobernó mintiendo, mintiendo hizo su campaña electoral, lo supo todo el mundo, pero obtuvo más votos que cualquiera de sus antecesores. Por si esto fuera poco, se alió con el hombre más rico de la Tierra, que tiene una red social que utiliza para falsificar los hechos, manipular la realidad y desorientar a la opinión pública. Dentro de cien años, los arqueólogos buscarán restos de la verdad entre los restos mayores de la civilización que llevó a nuestros hijos y nietos a la tercera guerra mundial.