Uno de los grandes platos de la cocina francesa es el gigot a las siete horas, de cocción tan lenta que también se denomina à la cuillère, porque la carne de cordero queda tan suave después de tanto tiempo en la cocotte, que podría cortarse con una cuchara. Alexandre Dumas, que fue tan buen gourmet como escritor, hizo elogios literarios del plato. En Francia, lo preparaba como nadie Alain Ducasse, y en nuestro país, Josep Maria Boix, que se lo sirvió a la reina de Inglaterra en su estancia en Barcelona poco antes de los Juegos.

Hay platos que necesitan tiempo para alcanzar toda su intensidad, y se diría que en la Moncloa Pedro Sánchez no tiene ninguna prisa en solucionar por otras vías lo que considera el sabotaje de Carles Puigdemont. E insiste en el nombre del inquilino de Waterloo, porque sabe que es el único que decide en su partido: su portavoz Míriam Nogueras es un soldado con cara de malas pulgas, y su secretario general, Jordi Turull, resulta un lugarteniente con poco margen.
Sánchez comprueba que Puigdemont no es fiable y quiere que no le salga gratis su sabotaje
Puigdemont no ha calibrado bien su voto negativo a la ley ómnibus. Es lo que tiene la distancia, que no permite percibir la realidad. Sus conciudadanos están de los nervios con sus tacticismo de vuelo gallináceo, que va a suponer, entre otras cosas, que rebajen la pensión a los jubilados o que suba de precio el transporte público.
Y en el PSOE, la indignación se ha desbordado. No están las encuestas para adelantar elecciones, pero hay ganas de responder a esta tortura permanente a que les somete Junts en el Congreso. Incluso los nacionalistas vascos, que han intentado un acercamiento a los posconvergentes, admiten que son imprevisibles y, por tanto, poco fiables.
Será muy difícil recomponer las relaciones, pero tampoco se entendería que Puigdemont apoyara una moción de censura con el Partido Popular y Vox, porque le pasaría factura electoral. Ya ni José Luis Rodríguez Zapatero consigue apagar los incendios entre ambas formaciones. Sánchez piensa que Junts va a salir escaldado de su último movimiento, así que se tomará su tiempo para arreglar el estropicio para los bolsillos de los ciudadanos. Mal vamos cuando hasta los liberales catalanes se vuelven extravagantes.