Acabo de ver una película que me ha dejado perpleja: La mitad de Ana, de Marta Nieto. Se la resumo. Ana pasa por un momento difícil: separada, con una hija (Sonia, de ocho años), sin dinero, trabajando de vigilante de sala en un museo, aunque es licenciada en Bellas Artes... Tras un fin de semana con su padre, Sonia vuelve con la noticia de que la nueva pareja de este espera una niña. Se queja de que los niños de su clase no invitan a las niñas a sus fiestas ni las dejan jugar al baloncesto con ellos. “¿Por qué soy una niña?”, pregunta. Una compañera de clase dice que Sonia es “su novio”.

Fotograma de 'La mitad de Ana' (2024)
Los padres van a ver a un terapeuta, que alude al protocolo aplicable y da por supuesto que Sonia es trans. Ella declara ante la clase: “No quiero que me traten como una niña”. La aplauden. Los padres la tratan en masculino y le compran calzoncillos. Los niños la dejan jugar al baloncesto. Todos son más felices. Y cuando Ana oye a una amiga de Sonia preguntarle si tiene “culo de niña o culo de niño”, interrumpe la conversación y cambia de tema.
Tal vez para ser “buenos” (padres) no bastan las buenas intenciones
Pero, pero… Las preguntas que no se hace nadie en la película se agolpaban en mi mente al salir del cine Bosque. ¿Qué significa exactamente que una niña “es trans”, o que es varón? ¿Los adultos se han limitado a aceptar su “identidad” (aunque ella nunca dice que es niño, solo que no quiere que la excluyan) o más bien le han ofrecido una interpretación que ella ha hecho suya sin entenderla muy bien (el libro Transexuales, transgénero de Manuel Baldiz da algunas pistas al respecto)? El hecho de que su madre sea un modelo tan poco estimulante, o que su padre vaya a tener otra niña, ¿no tiene ningún papel en esta historia? ¿Lo tienen los protocolos educativos (más pistas en La coeducación secuestrada, de Silvia Carrasco y otras)?
¿Y el futuro? Cuando, al crecer, Sonia sea menos alta y fuerte que los chicos, ¿la dejarán seguir jugando? ¿Cómo hará compatible la identidad de varón con un cuerpo de mujer? ¿Se amputará los pechos, se extraerá el útero (provocándose una menopausia precoz), tomará hormonas para tener barba? Si piensa en echarse atrás, ¿no le dará vergüenza, no sentirá que está traicionando a quienes querían ayudarla?
“Los buenos somos más; vivir en ese odio te enferma”. Así ha resumido Nieto la polémica en torno a su película. Pero tal vez para ser “buenos” (padres) no bastan las buenas intenciones. Y quizá las preguntas incómodas no nacen de ningún odio, sino de la ternura que nos provoca esa niña.