Cosas que van a misa

CONFUSIÓN VITAL

Me pasó el jueves en el funeral de Tere, la madre de mi amiga Diana. Su familia se saltó la costumbre moderna de convertir el tanatorio en el centro exclusivo de operaciones del ritual de la despedida. Ahora lo habitual es acompañar a la familia en el tanatorio, y cuando llega el momento de la ceremonia, sin moverse del mismo tanatorio, cambiar de sala, pasar a la capilla y celebrar allí el funeral. Pueden ser ceremonias religiosas, en las que el cura suele leer de reojo el nombre del fallecido porque normalmente no tiene ni idea de quién es. O ceremonias laicas, en las que es habitual la interpretación por parte de un violonchelista de El cant dels ocells o que suene Mediterráneo de Serrat, la canción favorita del fallecido.

OPI3 DEL 1 DE FEBRERO

 

Martín Tognola

Es un sistema práctico. Familias repartidas en diferentes salas sin mezclarse unas con otras, que siguen escrupulosamente los horarios que marca la empresa funeraria, que en un día se ventila varios decesos. Podríamos considerarlo una especie de ganadería intensiva llevada al terreno de las pompas fúnebres.

Prefirieron celebrar un funeral antisistema, de kilómetro cero, en la parroquia del barrio

Por suerte, Diana y su familia se saltaron la fórmula y prefirieron celebrar un funeral antisistema, de kilómetro cero, en la parroquia del barrio, a la que su madre asistía semanalmente y en la que su padre sigue tocando el órgano. Una ceremonia sencilla, con un cura de esos que cantan alto sin necesidad de micro y un pequeño coro de parroquianas que le acompañan en temas clásicos, con más o menos suerte en la entonación. Aveeee Aveeeeeee Ave María, Aveeeeeee Aveeeeeeee Ave Maríaaaaaaa. Ah, si no te sabías la letra, podías seguirla en una pantalla gigante que controlaba el párroco desde su portátil.

El sacerdote conocía perfectamente a Tere, a su marido, a sus hijos. A todos los mencionó por el nombre de pila y con un enorme cariño. El trato que te darían en una tienda de barrio, frente al que recibirías en una gran superficie. Y llegó el momento en el que el cura puso a prueba al público. Teníamos que completar sus frases. “El Señor esté con vosotros”. Y con tu espíritu. “Levantemos el corazón”. Lo tenemos levantado hacia el Señor. “Demos gracias al Señor nuestro Dios”. Es justo y necesario.

“Este es el sacramento de nuestra fe”. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven señor Jesús. “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor”. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme. “El Señor esté con vosotros”. Y con tu espíritu. “La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros”. Así sea. “Podéis ir en paz”. Demos gracias a Dios.

Lee también

Hamburguesas informativas

Jordi Évole
OPI3 DEL 25 DE ENERO

Igual se sorprenden, pero no fallé ni una. Uno no sabe la cantidad de automatismos adquiridos que atesora tras una infancia de fuerte influencia cristiana hasta que acude después de mucho tiempo a una misa de las de antes. En algún rincón de mi cerebro había permanecido muy bien conservada aquella información, como quien guarda en el congelador un táper con el caldo recién hecho de su madre.

A la salida, en la puerta de la parroquia, vecinos, amigos, conocidos, compañeros de trabajo dieron el pésame a la familia. Quedaron rezagados unos últimos corrillos donde fueron cayendo otras frases de manual. “A ver si nos vemos en otro sitio”, “últimamente solo nos vemos en entierros” o “dales recuerdos a tus padres, que ya hace que no les veo”. Y el grupo se fue disolviendo, de forma tranquila, sin incidentes, en una mañana ventosa, fría, triste, pero a la vez luminosa y cargada de amor. P.D. Nadie habló del fiscal general del ­Estado.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...