Resurrección literaria de Pallach

Hay que celebrar los libros que enseñan deleitando, como recomendaba Horacio. “Prodesse et delectare”. Hoy quisiera aplaudir una obra que, además de enseñar con encanto, da respuesta a una necesidad. De tal necesidad discurrimos hace unos años en la Llibrería 22 de Girona con Joan Armangué, exalcalde socialista de Figueres, y Salomó Marquès, catedrático emérito de la UdG. Aquel día presentábamos La joventut de la revolució , una recopilación de los primeros artículos de Josep Pallach, publicados en el Empordà Federal en los años 1932 y 1937, cuando Pallach tenía entre doce y diecisiete años (sí, Pallach fue un caso de precocidad mozartiana: aquellos artículos tienen una madurez expresiva y una capacidad analítica sorprendentes para un púber recién salido del huevo).

La presentación de ese libro congregó poco público y los asistentes nos preguntamos si la figura de Josep Pallach estaba cayendo en el pozo del olvido. ¿Qué debería hacerse, nos dijimos, para devolver la visibilidad a una de las figuras más relevantes de la política catalana del siglo XX? Concluimos que una de las carencias que sufría el personaje de Pallach era la falta de una buena biografía. Josep M. Soler, presidente de la Fundació Pallach, compartió nuestro diagnóstico y encargó la biografía a Joan Safont, joven profesor y cronista cultural, doctorado en letras, autor de varios libros sobre la literatura y política catalana del siglo XX.

Cárcel, fuga de película, exilio interminable, moderación, tenacidad: el carisma de Pallach

Josep Pallach, política i pedagogia (Pòrtic), recién salido del horno, se lee como una novela y enseña como el mejor libro de historia. No sé si, en medio del terremoto disruptivo que va del procés independentista a la llegada del segundo Trump, un libro como éste conseguirá volver a centrar la atención en la figura de un político honesto y vocacional, un hombre tan inteligente como apasionado, tan respetuoso con los demás como indiferente a la propia suerte, pues vivió prácticamente siempre entre la cárcel y el exilio, inmune al desánimo. No sé si, en la era de la imagen, un libro ameno, bien escrito y riguroso puede ayudar a subrayar socialmente la figura de ese campeón del diálogo que fue Pallach. No sé si la Catalunya de hoy, herida internamente y desesperanzada, puede ser sensible al magisterio de un hombre como Pallach, fervoroso pero discreto y sacrificado. No sé si un hombre tan valiente como prudente puede ser reconocido como un buen guía en medio de los relámpagos y los tremendismos de este presente tormentoso que parece arrastrar el mundo a repetir los errores más trágicos del pasado.

Josep Pallach, en una imagen del último congreso del PSC-R
Fundación Josep Pallach

No sé si a los catalanes que salen desanimados y divididos del procés les puede interesar la historia de un hombre que abrió los ojos a la política, siendo apenas un adolescente, en plena explosión de las exageraciones de 1934 que hicieron tambalear la República y condenaron el Estatut; que fue arrastrado como joven militante del POUM a la barbarie reactiva catalana de 1936; que recibió los primeros golpes de la intolerancia después de los hechos de mayo de 1937 y que, ya en el exilio francés, mientras estudiaba hasta doctorarse en Pedagogía y mientras se afanaba, primero, por sobrevivir, y, después, por sacar adelante su familia, se transformaba en una de las grandes personalidades del exilio catalán hasta convertirse en el gran ejemplo de moderación.

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Pero el libro de Safont es tan bueno que hace resucitar ante nosotros, en este momento tan extraño de la historia, la figura atractiva, esperanzada, valiente y dialogante de Josep Pallach. Un hombre que nunca lo tuvo fácil, pero que nunca se rindió; que podía haber sido un resentido y practicó siempre la contención; que fue criticado desde muy joven porque nunca comulgó con ruedas de molino.

Pallach, en efecto, no se sometió ni a los poderes ni a las modas. Rehuyó los tópicos y los idealismos que alejan la política de la realidad. Pedagogo fascinante, socialdemócrata convencido, liberal, fue un avanzado a su tiempo. Allí donde él llegó por talento y reflexión, otros llegaron, después de criticarle, por adaptación pragmática. La historia de Josep Pallach, prematuramente segada por un ataque al corazón, merecería también una serie: dos veces encarcelado, una fuga de película, un exilio interminable, un coraje tenaz, indestructible. Una vida ejemplar.

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