El nuevo desorden

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El vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, pronunció un discurso escasamente protocolario, formalmente ofensivo y políticamente inaceptable ante los líderes europeos reunidos en Munich. Lo único positivo de la zafia andanada del personaje es que fue un acto de sinceridad con la familia europea. Como decía Don Corleone a su hijo Sonny en El Padrino: “Jamás permitas que nadie fuera de la familia sepa lo que piensas”.

Munich (Germany), 14/02/2025.- US Vice President JD Vance speaks during the 61st Munich Security Conference (MSC), in Munich, Germany, 14 February 2025. High-level international decision-makers meet at the 61st Munich Security Conference in Munich from 14 to 16 February 2025 during their annual meeting to discuss global security issues. (Alemania) EFE/EPA/RONALD WITTEK

 

EFE

Vance acusó a la dirigencia de Europa de socavar los valores democráticos y la libertad de expresión por su voluntad de regular la incitación al odio y las falsedades en las redes sociales y por temer a los votantes, aludiendo con ello a los cortafuegos para frenar el acceso de la ultraderecha al poder. El vicepresidente vino a reñir, a amenazar y a dar lecciones morales a los dirigentes europeos. Algo muy atrevido cuando eran nada menos que sus aliados, reunidos en un foro anual de defensa y seguridad. También decía Don Corleone que “no hay amigos en el trabajo, nuestra amistad está fundada en el negocio”.

El ministro de Defensa alemán abandonó su discurso para replicar a Vance con contundencia

Ciertamente, asistimos a un nuevo desorden mundial por el colapso del anterior, que había dado certeza a nuestras vidas. El miedo y el matonismo intentan imponer cambios en la geopolítica. Ahí está Estados Unidos, que renuncia a ser el defensor de la democracia para convertirse en el adalid de los nuevos negocios. No es verdad, como dijo Vance, que Donald Trump sea el nuevo sheriff de la ciudad. Más bien quiere ser el CEO sin escrúpulos del planeta.

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La jefa de la diplomacia europea, la estonia Kaja Kallas, estuvo acertada cuando recordó al vicepresidente que parecía que buscaba pelea, cuando los europeos eran sus aliados. Pero fue Boris Pistorius, ministro alemán de Defensa, quien cambió su discurso de seguridad, para avisarle que no tenía ninguna autoridad para comparar lo que ocurre en Europa con cosas que suceden en países autoritarios, que la verdad no la decide una minoría ruidosa y que los demócratas deben de ser capaces de defenderse ante los extremistas.

Los líderes europeos no se dejaron pisotear en Munich, ahora solo hace falta que planten cara al sheriff, que, como ocurría en el salvaje Oeste, no siempre está del lado de la ley.

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