Nada une más que una motosierra. Las parejas (al menos en política) ya no se regalan libros, flores (o joyas). Donde haya una ruidosa sierra eléctrica de afiladas cuchillas, de esas que causan 40.000 accidentes al año, que se quiten otras fruslerías. Son tiempos de machotes duros, de tipos que se disputan quién la tiene más larga, de personajes que desean parecerse antes al increíble Hulk que a Cary Grant. Bajo la carpa del circo neonazi que han montado en Washington este fin de semana para demostrar al mundo de que eso va en serio, y donde Steve Bannon hizo el saludo romano que popularizó Hitler, Milei le regaló una motosierra de diseño especial al millonario que manda en la Casa Blanca (y no me refiero Trump). Musk la puso en marcha con torpeza, pero dispuesto a manejarla pronto como un florete: tiene por delante dos millones de funcionarios a los que aspira a ir liquidando a toda prisa.

El propietario de Tesla, que iba tocado con un gorra negra con un lema con el mismo tipo de letra de la portada del Mein kampf (la autobiografía de Hitler), estaba ilusionado con su nueva motosierra, dispuesto a usarla como fuera, incluso como aquel tipo del chiste, que había cortado cincuenta árboles con una y luego descubrió que antes debió enchufarla. Musk, de momento, solo ha anunciado que echará a los funcionarios con contratos eventuales, porque los fijos están protegidos por la ley y no le va a ser tan fácil. Aunque Trump ya anunció que los primeros a los que va a despedir son los jueces y fiscales que le persiguieron. ¡Viva la democracia! ¡Gloria a las motosierras!
Fue tan vergonzosa la cumbre ultramontana que la mano derecha de la francesa Marine Le Pen, Joan Bardella, renunció a intervenir, se guardó su discurso en el bolsillo y se marchó porque no tenía ganas de sonrojarse más. Fue un acto de valentía cuando el afilado brazo de las motosierras pueden alcanzar no solo a los traidores, sino también a los críticos.
En la fiesta también estaba Santiago Abascal, el líder de Vox, pero pasó desapercibido, a pesar de que iba diciéndoles a todos que en España era el político más trumpista. Sus palabras apenas fueron escuchadas, era mucho el ruido de las motosierras.