Bienvenidos a la nueva irrealidad

Luis Rubiales no le dio un beso en la boca a Jenni Hermoso. Hermoso se lo dio a él. Rubiales no es el agresor. Hermoso es la agresora. La que tiene que pagar es ella.

¿Qué? ¿Se ofenden? Pues pónganse al día. Vivimos en una época en la que blanco es negro, negro es blanco y dos y dos son diez. Vivimos en la época del rey Donald y tenemos que adaptarnos a la visión que comparte con su colega Vladímir, la del mundo al revés.

Bienvenidos a la nueva irrealidad.

Todo ha cambiado desde la coronación de Donald I. Canadá ya no es un aliado de Estados Unidos, es un enemigo. Europa no es una democracia, es una tiranía. Ucrania invadió Rusia, Rusia no invadió Ucrania. Zelenski es un dictador; Putin, un defensor de la paz.

La Comedia Humana
Oriol Malet

Donald el Loco y Vladímir el Terrible hablaron por teléfono hace unos días. No sabemos lo que se dijeron, pero un diario ruso afín al Gobierno (valga la redundancia) se lo imaginó. Según Moskovski Komsomolets la conversación habría ido así:

“¡Vladímir! Tú tienes un país cool y yo tengo un país cool . ¿Nos dividimos el mundo?”.

“¡Justo lo que llevo diciendo hace tiempo, Donald! ¡Hagámoslo!”.

¿Se trata de una fantasía? ¿O tenemos que estar asustados? Yo digo que mantengamos la calma.

Aquí, en Europa, muchos sienten que somos como la carne en el medio de un sándwich. Que el rey yanqui va a mirar a otro lado mientras el zar nos come vivos. Que Rusia conquistará Ucrania y de ahí invadirá Polonia, los países bálticos y quién sabe qué tierras europeas más. De hecho, varios líderes europeos han advertido que este es el panorama para el que nos debemos preparar.

Nunca olvidemos que Putin montó su invasión porque considera que Ucrania no tiene derecho a existir

Tranquilos. Ni Rusia es tan fuerte, ni Euro­pa es tan indefensa. Rusia tiene el 10% del PIB de la UE y tres veces menos población. También es verdad que Rusia tiene el mismo número de soldados que la UE, pero la guerra de Ucrania los está devorando a un ritmo de 1.200 al día, entre muertos y heridos. La guerra a gran escala que mañana cumple tres años ha provocado una inflación galopante en Rusia, las tasas de interés superan el 20% y, con casi la mitad de la economía volcada en el gasto militar, el ruso medio vive cada día peor.

No son condiciones favorables para intentar un asalto a Varsovia, mucho menos a Berlín. En España, no lo duden, estaremos a salvo. Al menos, durante los cuatro años que le quedan a Donald I en el trono. Si los estadounidenses están tan satisfechos con su mandato que deciden después elegir como presidente a su número dos, el rarito J.D. Vance, ahí volvemos a hablar. Pero por ahora, que no cunda el pánico.

Es en Ucrania, no en el resto de Europa, donde tienen motivos para la alarma. Como muy bien ha señalado Salvador Enguix en el canal Historia y Vida de LaVanguardia.com , existe un parecido inquietante entre el pacto que parecen dispuestos a hacer hoy Rusia y EE.UU. y el que firmaron Hitler y Stalin en 1939 para repartirse Polonia. El zar Vladímir pretende arrebatar el 20% de Ucrania y colonizar el resto; el rey Donald ya ha dicho que se quiere quedar con el 50% de los recursos minerales ucranianos.

¿Está perdida Ucrania? No necesariamente. Es verdad que el pretendido proceso de paz no ha empezado bien. Excluir no solo a Ucrania, sino también a los vecinos europeos de las negociaciones que han iniciado los rusos y los norteamericanos es un gesto de desdén criminal. Pero no es ninguna sorpresa. Los malos de la película así son. Sin embargo, si quieren acabar la guerra de verdad, y es probable que en el fondo el Kremlin esté igual de desesperado por un cese de hostilidades que el Gobierno de Kyiv, tarde o temprano Ucrania y Europa tendrán que sentarse a la mesa.

Duele reconocerlo, pero la corte del rey Donald seguramente no se equivoca cuando dice que Ucrania tendrá que ceder a Rusia el territorio perdido desde la invasión de Crimea en el 2014 y que la incorporación del país a la OTAN es un sueño imposible. Pero el quid de la cuestión no es ese. El quid de la cuestión es si se puede lograr una solución que garantice la independencia, la libertad y la democracia para Ucrania. Esas son exactamente las tres cosas que Rusia le quiere negar. Nunca olvidemos que el zar ha reconocido que montó su invasión porque considera que Ucrania no tiene derecho a existir; que debe ser un satélite de Moscú, igual que Bielorrusia hoy o que los países del bloque soviético el siglo pasado.

¿Qué hacer en una negociación para que Ucrania se mantenga como un país democrático, seguro y soberano? Primero, dejar claro a los rusos que los ucranianos no se van a rendir, que es la pura verdad; segundo, que, en el dudoso caso de que Rusia acabe tomando el control de Kyiv, ese no será el final de la historia. Pueden estar seguros los rusos de que cien mil ucranianos se unirán a una insurgencia que convertirá las vidas de los soldados rusos estacionados en Ucrania en una pesadilla. O sea, Rusia no puede ganar.

Segundo, Europa tiene que entrar en juego. En el mes que ha pasado desde que el rey Donald inició su blitzkrieg en todos los frentes, los líderes europeos, como los del Partido Demócrata en Estados Unidos, han estado paralizados como conejos ante los faros de una locomotora.

Lo que tienen que hacer los europeos es perder el miedo, porque, salvo la poco probable circunstancia de que Rusia nos tire unas bombas atómicas, no hay motivo para tenerlo. Luego, acelerar el proceso de integración de Ucrania en la Unión Europea. He aquí la clave y he aquí una medida que Europa puede tomar unilateralmente, les guste o no a su majestad naranja y a su compinche en Moscú.

He recorrido Ucrania dos veces desde el comienzo de la invasión del 2022 y sé que a lo que más aspiran los ucranianos, la enorme mayoría de ellos, es a formar parte de la UE para así salir de una vez por todas de la siniestra órbita rusa. Bueno, el “por todas” dependerá de una cosa más. De que Europa ponga tropas en suelo ucraniano para disuadir a los rusos de lanzarse a otra aventura imperial más.

Los europeos deben perder el miedo y acelerar la integración de Kyiv en la Unión Europea

Pedro Sánchez se reúne con Zelenski mañana en Kyiv. Pues que le diga eso,
que no se quede en palabras vacuas. Que inicie la tarea de enderezar este mundo al revés. Que le ofrezca un fast track a la membresía del club europeo y que le envíe soldados españoles, si los quiere. Sin miedo, cojones.

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