Una de las noticias más sorprendentes de las últimas horas ha sido la reacción furibunda de la FAES, la fundación del expresidente del gobierno José María Aznar, que ha cargado contra Vox por apoyar a Donald Trump y a Vladímir Putin. Su líder, Santiago Abascal, estuvo en el festival de egos de la extrema derecha celebrado en Washington este fin de semana, donde varios de los invitados levantaron el brazo derecho al modo fascista, al tiempo que celebraban las políticas trumpistas, muchas de las cuales son claramente contrarias no solo a los valores de Europa, sino también a su economía. Pero las palabras de la fundación de Aznar eran también una manera de decirle a Feijóo que ha llegado el momento de ser más duro con Vox y más decidido con las críticas a Trump.
El redactor del comunicado no se anduvo con miramientos. Sus inspiradores le dieron barra libre. Decía cosas como que la convención ultra “ha tenido de conservadora lo que El Palmar de Troya tuvo de católico”. Y añadía socarrón: “Hemos visto un conciliábulo donde se levantan muchos brazos: para rendirse a la Santa Rusia o para presumir de provocación gamberra”.
El comunicado de la fundación de Aznar contra Vox amaga una crítica a Feijóo
La FAES denunciaba que Vox hubiera roto con el grupo de la italiana Giorgia Meloni en el Europarlamento “sumándose a la quinta columna del Putin club”. Y resaltaba que Abascal no hubiera tenido la dignidad de hacer como Jordan Bardella, la mano derecha de Marine Le Pen, que renunció a intervenir ante el tufo neofascista que adquirió el festival. “Si estás en un sitio donde llaman al partido de Le Pen ultraderechita cobarde, preocúpate: ya solo podrás competir con Gengis Kan”, concluía en tono de sainete.
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El autor del escrito estuvo desatado. Ciertamente, además de zurrar a Vox, parecía estar marcándole el camino a la dirección del PP, mucho más blanda en sus críticas a Trump que, por ejemplo, sus colegas del PPE, que acaban de ganar las elecciones en Alemania. Sea como fuera, ayer no fue un buen día para Feijóo, después de repasar el discurso desacertado de Carlos Mazón y de ver que sus barones se conjuraban con pocas ganas contra la quita de la deuda, que parecía más una concesión a Ayuso que a sus necesidades.