Estamos dando por hecho que Mazón miente. Nadie valora la posibilidad de que haya viajado en el tiempo. Es cierto que su cara es la misma que se nos ponía a los catorce años cuando te pillaban en casa con la novia o cuando volvías de farra a las siete de la mañana y te cruzabas con tu padre, que se iba a trabajar. Quién no ha dicho ahora vuelvo y acaba liándose unas horas. Quién no ha necesitado casi dos horas en hacerse tres calles. Todos hemos dado ocho versiones para mejorar la anterior y que no eran las doce porque eran las doce menos un minuto. Seamos honestos. Todos nos hemos envalentonado apagando el móvil y todos, absolutamente todos, pasadas unas horas, lo hemos encendido con arrogancia y despreocupación diciéndonos “a ver qué ha pasado”. Solo que a Mazón le pasó el Costa Concordia sin ser capitán de barco, de hecho, sin ser capitán de nada.

Todo apunta a que Mazón nos engaña, pero concedámosle el beneficio de la duda. Podría tratarse de una abducción extraterrestre –y él pudo volver, no como la hermana de Mulder–. O un salto cuántico, quizás una puerta abierta en el tiempo como le sucedía a Marty McFly, personaje que interpretaba Michael J. Fox en Regreso al futuro. Durante unos instantes vas a otro sitio, vives instantes que son horas, entras en El Ventorro y apareces en el Cecopi. Y no entiendes nada. Tampoco puedes explicar qué ha pasado, así que fantaseas y te lías y parece que mientes, pero solo sucede que la verdad es increíble. Como sufriste un viaje transtemporal desplazándote hacia delante o hacia atrás en diferentes puntos del tiempo, del mismo modo en que lo podemos hacer en el espacio.
Vives instantes que son horas, entras en El Ventorro y apareces en el Cecopi
Carlos Mazón tenía 11 años cuando estrenaron la película en la que Marty McFly desde 1985 regresa al pasado y enseña Johnny B. Goode a Chuck Berry y casi le quita la novia (su futura madre) a su padre. McFly sabe que si viajas al pasado solo puedes ser observador de los acontecimientos sin poder cambiar aquel presente porque el tiempo no puede doblarse sobre sí mismo, y deshacer así lo ya sucedido. En el caso de Mazón es una tragedia.
Ojalá –él o cualquier McFly– pudiera regresar al ayer y dar la alarma la mañana del 29 de octubre pasado. Mazón vive colocando condensadores de flujo en cada declaración para evitar su futuro. Pero no hay manera, Doc.