Así estábamos en 1975

Hace hoy cincuenta años, el domingo 2 de marzo de 1975, La Vanguardia publicaba en su portada de huecograbado una foto a todo color de la cúpula de la basílica de San Pedro. Este ejercicio de periodismo conmemorativo se debía a que cuatro días después iban a celebrarse los 500 años del nacimiento de su autor, Michelangelo Buonarroti.

En la portada interior, las noticias eran más frescas, aunque ahora huelen a rancio. Por ejemplo, la referida a cambios en la censura cinematográfica, subtitulada: “Se admite el desnudo en determinados casos”. En el texto se precisaba: “Siempre que la unidad total del filme lo exija”. Y se añadía que el cine español podría ya abordar “cualquier tema o problema, siempre que sean respetadas la verdad, las Leyes Fundamentales del Estado y el buen gusto”. (Al año siguiente, la mitad de las películas españolas eran “de destape”, es de suponer que sin desdoro mayor para las citadas leyes).

MUERTE FRANCO: CORTEJO FUNEBRE Madrid, 23-11-1975.- Traslado de los restos mortales del Jefe de Estado, Francisco Franco, desde el Palacio Real al Valle de los Caidos donde será enterrado. El cortejo fúnebre fue escoltado por un escuadrón de lanceros del Regimiento de la Guardia por las calles de la capital. EFE/aa

  

EFE

También en portada, una nota editorial celebraba que la Diputación de Barcelona destinara 186 millones de pesetas a rehacer los accesos a Montserrat, por las mejoras que reportaba a las “infraestructuras físicas” y porque contribuía “a la reconstrucción de la infraestructura espiritual del país”.

A pie de página, Juan Tapia, que años después sería director de este diario, informaba sobre una rueda de prensa del entonces alcalde, a quien en el titular se trataba con un deferente “señor Masó”.

Se puede discutir la fecha o la forma del programa España en Libertad, pero no su fondo

En otras páginas se recogían noticias sobre las sanciones a revistas como Cambio 16 y Hermano Lobo. O la felicitación del Ayuntamiento de Cáceres al guardia municipal que mandó retirar una reproducción de La maja desnuda de Goya de un escaparate. (Por cierto, el alcalde, señor Díaz de Bustamante, era también delegado provincial de Bellas Artes). O la viñeta del humorista Perich, en la que aludía al asunto de la censura como sigue: “¿Tercera vía cinematográfica? Yo solo conozco una vía cinematográfica: la que lleva al extranjero”. (Nota para el 57% de los compatriotas que ahora tienen menos de 50 años: en aquel lejano entonces, los españoles que aborrecían la censura solían ir a ver películas sin cortes a los cines de Perpiñán)…

Con la de cosas que están pasando, ¿a qué viene esta exhumación de un diario de 1975? Ya lo habrán intuido: al revuelo ocasionado por la celebración que impulsa el Gobierno –España en Libertad–  para “poner en valor la gran transformación lograda en medio siglo de democracia”, durante el que hemos pasado de “una dictadura pobre y aislada a una de las democracias más plenas”.

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El Gobierno se viene un poco arriba al explicarse, y hubiera acertado buscando más consenso previo. Pero que las cosas han cambiado está claro, como indica el diario revisado. También está claro que elegir como marco para el festejo el año que Franco se quedó pajarito asocia la alegría por el progreso colectivo a su agonía. Elegir 1977, año de las primeras elecciones democráticas, hubiera causado menos protestas. O 1978, año de la Constitución. O la transición (1975-1982), que empieza, ejem, con el fallecimiento de Franco y acaba con las elecciones que ganó el PSOE y parecieron barrer la nostalgia franquista.

El caso es que ni el PP ni Vox quieren sumarse a la celebración. Un portavoz del PP ha calificado 1975 de “efeméride rara”. Y otro de Vox ha tachado el plan de “necrofilia absurda” (quizás quiso decir “necrofobia particular”, porque no imagino a Pedro Sánchez tirándo los tejos a los restos del general).

Sea como sea, negarse a festejar 50 años de avances tiene su peligro. Al PP la astucia de Sánchez puede costarle otro tropezón tipo decreto ómnibus. Como primer partido opositor puede discutir la fecha y la forma del plan, pero no su fondo. Otra cosa es Vox, que no condena el franquismo y se debe a ese 20% de jóvenes que le apoyan y al 26% que según sondeos recientes no descarta el autoritarismo. Es precisamente su ignorancia o desmemoria lo que avala el plan de Sánchez. O la lectura de un viejo diario para recordar lo que ocurría en aquel pasado agobiante y, ojalá, irrepetible.

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