Es posible que Elon Musk conozca la historia del mago Nelson Downs, natural de Iowa, que se empleó en edad temprana como telegrafista en 1867 y que consiguió gracias a Morse que sus dedos se volvieran tan ágiles que parecían tener vida. A los 16 años, la compañía debió buscarse un nuevo telegrafista, porque con su habilidad empezó a llenar teatros, donde hacía aparecer monedas de la nada entre sus dedos. Incluso se cuenta que Francisco José de Austria pensó en nombrarle ministro de Finanzas por su aparente facilidad de crear dinero donde no lo había.
Algo así le ha pasado con Elon Musk a Trump, que se ha entusiasmado con el personaje por su capacidad de generar riqueza, hasta el punto de convertirlo en su más estrecho colaborador en la Casa Blanca. La tecnología es la magia del siglo XXI y Musk tiene al mundo fascinado. A los 12 años hizo su primer negocio al vender su código para un videojuego a una revista de computadoras. Treinta años después, era el hombre más rico del planeta, dueño de Tesla, SpaceX o Twitter.
Su participación en política al lado de Trump puede ser el peor negocio de Musk
Pero a Musk se le acumulan las malas noticias en los últimos días. Primero explotó sobre el Caribe el megacohete Starship, cuyo objetivo es transportar las próximas tripulaciones de la NASA que pisarán de nuevo la Luna para preparar el viaje a Marte. Luego, las acciones de Tesla cayeron un 15,4% en la sesión del lunes, acumulando pérdidas del 40% en lo que va de año. Y casi al mismo tiempo, X fue objeto de un ciberataque masivo que puso en jaque el funcionamiento de la red social. No es de extrañar que un articulista de The New York Times haya titulado que “la burbuja de Elon Musk podría estar a punto de estallar”.
El último emperador americano se ha puesto nervioso. China podría estar detrás del derrumbe de las acciones de Tesla. El multimillonario está jugando a la geopolítica sin conocer bien las reglas. En EE.UU. Ha habido incendios en concesionarios y estaciones de carga de sus coches, pero también han aparecido grafitis con cruces gamadas en sus vehículos. Algunos propietarios de Tesla han impreso pegatinas para protegerse donde se lee: “Me lo compré antes de que Elon enloqueciera”.
