Estos días se multiplican las voces en España que piden que el PSOE y el PP dejen de lado su eterno enfrentamiento y busquen puntos de consenso ante el momento trascendente que vive Europa tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. La buena entente entre los democristianos y los socialdemócratas alemanes para revivir la Grosse Koalition ha animado aún más a los partidarios del consenso que se preguntan por qué no se puede repetir una experiencia similar en España.
Estos buenos deseos, sin embargo, son imposibles de llevar a la práctica. Y es que no se le puede pedir al Partido Popular, que ganó las elecciones, que se convierta ahora en el apoyo de los socialistas cuando estos se quedan en minoría. El PSOE construyó una alternativa a los populares de forma legítima y discrepo de quienes creen que Pedro Sánchez debió haber dejado gobernar a Alberto Núñez Feijóo y haberse abstenido de buscar apoyos para su investidura. Pero, una vez tomada esta decisión, no se puede pretender que el partido que es mayoritario en la Cámara se convierta en la muleta de apoyo del Gobierno cuando los socios de este le plantan, como sucede ahora en relación con las inversiones en defensa.

Alberto Nuñez Feijoo y Pedro Sanchez en La Moncloa
Es una situación similar a la que se produce en el Ayuntamiento de Barcelona, donde muchos sectores propugnan la sociovergencia y que Jaume Collboni opte por buscar el apoyo de Junts, en lugar de pactar con los comunes o Esquerra. Pero no se puede olvidar que Xavier Trias ganó las elecciones y sacó un concejal más que el PSC. Difícilmente Junts aceptará jugar este papel subalterno.
El Gobierno, por tanto, puede apelar a la responsabilidad del
PP en un contexto tan complejo, pero no puede esperar un cheque en blanco sin condiciones. Esto es más o menos lo que Feijóo le transmitió ayer a Sánchez, quien tampoco se esperaba otra cosa. La columna de apoyos que sustenta al Ejecutivo, como hemos escrito tantas veces, no tiene visos de romperse, pero está formada por materiales tan diversos que en muchas ocasiones se tambalea.
En estas circunstancias, el PP ni quiere ni tiene aspiraciones de hacer de cuña para que la columna se mantenga erguida.