Desde hace tiempo, y casi a diario, diversos barrios de las principales ciudades catalanas son noticia al convertirse en escenario de peleas y disturbios que, en algunos casos, se saldan con trágicas consecuencias. La Mina en Sant Adrià de Besòs, la Font de la Pólvora en Girona, Cerdanyola en Mataró, Salt... son nombres que aparecen con demasiada frecuencia en las crónicas de sucesos. Se trata de lugares que suelen ocupar las últimas posiciones en los rankings de renta, seguridad ciudadana, fracaso escolar, barrios en los que se pone de manifiesto una fractura social que las sucesivas crisis económicas no han hecho más que ensanchar. Y barrios, en definitiva, que requieren soluciones urgentes, una actuación transversal que no puede obviar las medidas de carácter policial, pero también ha de aplicar fórmulas de regeneración urbana, de formación, de inserción laboral, de dignificación de las viviendas para evitar que esa brecha siga
ampliándose hasta extremos irremediables.
Barrios con problemas
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