En la gira de Donald Trump por los países del Golfo, no solo logró que la familia real de Qatar le encargara doscientos aviones a Boeing, sino que consiguió que le regalara un avión para él. Un avión de verdad, un enorme 747, no uno de papel hecho con el contrato ni una maqueta para que lo montara en su tiempo libre, cuyo valor es de 400 millones. La idea es que sustituya el avejentado Air Force One por este lujoso aparato –uno de los que usa el emir para desplazarse– y al final del mandato presidencial se done a su biblioteca, es decir, a Trump (en sus estanterías no cabe).

Trump y el emir de Qatar, ayer
El presidente recibió el obsequio alborozado. “Es un gran gesto”, declaró, olvidando que la ley obliga a él y a los empleados federales a no aceptar regalos de más de 480 dólares, además de pagar impuestos por ellos. A muchos de sus votantes en X les ha parecido todo un detalle, como si la entrega se la hubiera hecho Santa Claus y no un país que dista de ser una democracia, por calificarlo diplomáticamente. Pero entre los dirigentes del Partido Republicano se percibe el rechazo al regalo.
Trump no puede recibir regalos de más de 480 dólares, pero acepta un avión de 400 millones
El senador Rand Paul declaró en Fox News que el presidente no debería aceptar el avión por la mala imagen que proyecta. La influencer MAGA Laura Loomer avisó de que ese regalo sería una mancha muy grande en la Administración. E incluso el conservador New York Post le conminó en su editorial a no aceptarlo por lo que significa. Sin embargo, Trump no puede estar más encantado con su aeroplano, que es un palacio con alas.
Al presidente le encanta que le regalen cosas. En el primer viaje de su anterior mandato, los saudíes le obsequiaron con unas batas de piel de guepardo y tigre blanco, además de una daga de marfil. Un abogado de la Casa Blanca se atrevió a recordarle que debería devolverlos porque contravenía la ley de las especies protegidas en peligro de extinción. Casualmente, fueron registradas en una unidad equivocada, así que quedaron fuera de control. Al final del mandato, fueron recuperadas y resultó que las pieles eran falsas y el marfil, una pasta de dientes y huesos. Lo que resulta toda una metáfora sobre la impostura de los regalos. Como dijo Cortázar: a ti no te regalan un reloj, eres tú el regalado.