Hoy es la de la Guardia Urbana. El domingo pasado fue la de RAC1. Y el anterior, la de El Corte Inglés. Y el primero del mes, una vuelta ciclista por la que los peatones tuvimos que esperar veinte minutos para cruzar la Diagonal. Cuando por fin pudimos pasar, nos metieron prisa para no entorpecer a las corredoras.

No hay fin de semana sin su carrera en Barcelona. ¿Por qué tienen tanto éxito? ¿Por qué tanta gente parece perseguir su juventud a la fuga? A mí me encantaría sentir el placer de correr, pero ya lo odiaba de pequeña. Odiaba que nos hicieran dar vueltas al patio en el instituto, y la cinta me parece el artefacto más aburrido del gimnasio. Sin embargo, cuando leo u oigo hablar a los amantes del running, footing, jogging, siento envidia. Quizá sea por lo que apunta Empar Moliner: igual que cuando lees, para disfrutar de correr tienes que olvidar que lo estás haciendo. Y no hay manera.
Caminar es devolverle el tiempo al tiempo; ir siempre corriendo es acelerarlo todo
Suele decirse que, en un maratón, corres treinta kilómetros con las piernas, diez con la cabeza y los últimos 195 metros con el corazón. Bueno, pues desde el primer paso siento que mi cuerpo entero está puesto en la cabeza, y mi corazón, en la boca. No logro desconectar. Una entrenadora también lo compara con leer: si no te gusta, es que no has dado con el libro adecuado, dice, “no te han enseñado a correr teniendo en cuenta tus bajadas de tensión”.
Quiero sentirme libre como la primera escena de Carros de fuego en la orilla escocesa. O, como explica Murakami, pensar un poco en el frío cuando hace frío, un poco en el calor cuando hace calor, un poco en la tristeza si estoy triste, y un poco en la alegría si estoy alegre. Algo así consigo caminando. Casi cada frase que escribo la he pensado antes de camino a algún sitio (suelo ir a pie), o paseando con el perro, o cuando salgo a dar una vuelta. Caminar no cansa, y ahí sí que me olvido de lo que hago y de mi cuerpo, y de mí.
Caminar es devolverle el tiempo al tiempo; en cambio, ir siempre corriendo es acelerarlo todo y hacer que todo el mundo se apresure. Las carreras convierten la experiencia en una competición, y a ti, en un anunciante de sponsors y gadgets (ropa, reloj, deportivas). Caminar es buscar otro ritmo. Pero incluso aquí han llegado las apps que cuentan los pasos que das. Y entonces, sí, apetece salir corriendo.