Jugar a la oca sobre el tablero del parchís

Jugar a la oca sobre el tablero del parchís
Periodista

Joan de Sagarra. Doy la noticia de su fallecimiento, sin pretenderlo, a un colega, escritor y periodista, que vive en Madrid y quien mantuvo un vínculo bastante estrecho con el gran cronista. La charla telefónica se pone estupenda por elevación melancólica. Cómo ha cambiado el oficio, cómo se ha ido escurriendo la vida. Mi interlocutor cruza los dedos para conjurar el encargo de un obituario, expresándose en parecidos términos a los de Cabrera Infante cuando le confiaron la esquela de Severo Sarduy: “Detesto escribir notas necrológicas de amigos (nunca lo hago con los enemigos: el placer de ignorarlos es bastante), pero es un poco como cerrarles los ojos”.

Déjenos solos. Un anciano y su cuidadora, una mujer en la cincuentena, entran en una oficina de La Caixa y se sientan a una mesa redonda. El abuelo expresa su voluntad de charlar a solas con la directora de la sucursal. La canguro, por así llamarla, se incomoda y les da la espalda rotando el eje de su espinazo sobre el asiento pero sin levantarse, en un gesto parecido al de cubrirse la cara con las palmas de las manos cuando se juega con un niño, “¿dónde estoy, Carlitos?”.

France's President Emmanuel Macron was pushed in the face by his wife Brigitte Macron as the couple arrived in Vietnam to begin a tour of Southeast Asia, at Noi Bai International Airport, in Hanoi, Vietnam, May 25, 2025. REUTERS/Chalinee Thirasupa

  

Chalinee Thirasupa / Reuters

Al final, la responsable del banco la invita a abandonar la mesa. La mujer accede a marcharse, pero algo airada. Tal vez está harta de los empecinamientos del viejo; es probable que le traiga sin cuidado la cantidad de dinero que su empleador custodia en la cuenta corriente. ¿Estará mal pagada? Lo que aventuremos son meras conjeturas de voyeur callejero. Pero la escena evidencia dos de los golpetazos de la vejez: que el otro te infantilice, que te vayan esquilmando la intimidad.

Otra de bancos. Entra en el teléfono un supuesto (y aterrador) mensaje del BBVA: un cargo de 4.615,80 euros, “aprobado por defecto en una hora”. Que llame de inmediato a un número de móvil equis para detener el sablazo. Tras el vértigo inicial, me sosiega recordar que no tengo tratos con dicha entidad financiera y que movimientos de ese calibre no suelen navegar por mi saldo. 

¿Estará tras el mensaje la quinta columna de la opa sobre el Sabadell? El asunto se ha elevado al Consejo de Ministros. La fusión bancaria se perfila inevitable por la lógica global y la presión europea, de la misma forma que se van difuminando en todos los ámbitos la sensación de cercanía, la sensibilidad con las pequeñas empresas, la salvaguarda de los empleos.

La velocidad del mundo y el imperio de la tecnología convierten la intimidad en un acto de resistencia

Emmanuel y Brigitte Macron. No cabe duda de que los pillaron en plena refriega conyugal cuando estaban a punto de descender por la escalerilla del avión que los había trasladado a Hanói (Vietnam). ¿Una broma? Ni de coña. Lo desmienten la presión de los dedos de la esposa sobre el rostro del presidente francés y la expresión de pasmo de este al saberse descubierto. El vídeo de la agencia estadounidense AP se hizo viral. ¿Quién no ha tenido una disputa de pareja subida de tono? Aun así, las redes sociales han convertido las dinámicas familiares de los famosos en materia de autopsia.

Nos atraviesa una transparencia atroz; hay que estar always on, siempre disponible, bajo vigilancia constante. Entendida como un espacio de confianza, desnudez y autenticidad, la intimidad se está convirtiendo en un acto de resistencia. Como escribe Joan-Carles Mèlich, si la tecnología no soporta “la fragilidad del mundo ni la vulnerabilidad de la existencia”, entonces, en pleno proceso de colonización técnica, nos encontramos frente a un trance grave e irreversible. El gran cortocircuito.

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Él es un buen escritor. ¿Éxito? Según se mire. ¿Money? Mejor ni hablamos. Asegura haber conseguido convivir con la tristeza pero sin amargura, lo que no es poco. Respecto a la velocidad del mundo, los cambios, la carcoma de la superficialidad y el futuro que aguarda a sus hijos, utiliza una imagen de lo más expresivo: “Tengo la sensación de estar jugando a la oca sobre el tablero del parchís”.

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