Los pobres urbanitas que reciclamos, estamos preocupados por la crisis climática, querríamos parar las guerras del mundo, tratamos de utilizar un lenguaje no sexista y políticamente correcto y los miércoles por la tarde vamos a un curso de cerámica en un taller de Gràcia tenemos un espejo en el Morgan Freeman que Xavi Noriguis cuelga en Instagram.

Morgan nos retrata con frases que hemos pronunciado mil veces: “Sortirem havent dinat per no agafar caravana”, “De primer farem una mica de pica-pica per compartir”... Incluso ahora han hecho camisetas y tote bags con estas sentencias. Para cerrar el círculo las luciremos los mismos que las decimos.
Y cuando le tienes que regalar un detalle a uno de esos urbanitas, ¿qué? “Els hi podem regalar una capsa d’experiències i que triïn ells mateixos”, nos ilustra Morgan. Porque tenemos de todo y una experiencia es lo que nos servirá para desconectar del estrés del día a día. Y si es “una experiencia única en un marco incomparable” ya tenemos el subtítulo de La brama del cérvol, la obra que La Calòrica representa en el Teatre Lliure.
La Calórica hace crítica y autocrítica: una retahíla de clichés con un resultado excelente
No somos ni actores ni actrices, pero todos esos urbanitas hemos subido al escenario de Montjuïc, ahora en modo Vall Fosca para oír la brama, unidos a un grupo de “gente de teatro” que asiste al simposio “Sobre las estrategias del teatro político para transformar la sociedad y construir un mundo mejor”. Los calóricos disparan a diestro y siniestro: menudo retrato nos dibujan.
Al más puro estilo Morgan Freeman, con mucha ironía y mucha gracia, el texto de Joan Yago desgrana una serie de clichés en torno a los urbanitas cuando salen de casa para vivir experiencias transformadoras y sobre si el teatro es capaz de transformar a la sociedad. Los asistentes al simposio, claro, recibirán su tote bag estampada. Todo un delirio para reír por dentro y por fuera. Crítica y autocrítica: una retahíla de clichés con un resultado excelente. A mí me robó el corazón Júlia Truyol, finísima, haciendo un karaoke mudo de Raffaella Carrà. En la serie Sala polivalent, los de La Calórica ya destripaban a toda esa fauna. Nos tienen calados.
Me muero por ver a los calóricos hincando el diente a otros temas que preocupan a los de la tote bag, como el turismo masivo, la vivienda, la IA: no va a quedar títere con cabeza.