Durante los últimos años de su vida, José Mujica, el recientemente fallecido expresidente de la República Oriental del Uruguay, recibió a muchos periodistas y políticos de todo el mundo en su humilde chacra de Rincón del Cerro, en las afueras de Montevideo. Tras su muerte se han publicado muchos artículos sobre su legado y sus opiniones sobre la vida, respaldadas por su propia experiencia y su legendaria humildad.
Desde la posición de haber sido una persona que había atravesado diferentes escenarios a lo largo de su vida, Mujica dedicó sus últimos encuentros a explicar la importancia que tiene la vida y a dar consejos sobre cómo afrontarla. Explicaba que vivir es un don que no podemos convertir en algo insustancial y monótono, y que debemos disfrutar de ello cada segundo. El líder uruguayo decía que todo cuanto pasa a nuestro alrededor y las personas que están junto a nosotros son importantes.

Y efectivamente, durante la pandemia de la covid desplegamos un sentimiento de agradecimiento hacia aquellas personas que nos ayudaron a sobrevivir al virus y que acompañaron humanamente a los que se fueron, en muchos casos solos y alejados de sus propios seres queridos. Pero hubo más héroes en la pandemia de lo que imaginamos.
Durante la covid, miles de profesionales siguieron trabajando a pesar del peligro que conllevaba
Miles de profesionales siguieron trabajando a pesar del peligro que ello conllevaba. Delante de mi casa hay un supermercado, y durante todo el confinamiento me asombró la serenidad, firmeza y valentía que demostraron todos sus empleados, y en especial la mujer que atendía la caja del establecimiento. Aquella persona estuvo en contacto con centenares, sino miles, de clientes, simplemente protegida por una mampara y una mascarilla. Arantxa, así se llama, serenó un momento difícil para todos.
En sus reflexiones sobre la vida, Mujica, guerrillero tupamaro en su juventud y presidente demócrata de Uruguay en el otoño de su vida, también se refirió al hecho de que existen muchas personas con las que compartimos nuestro día a día sin que sean nuestros familiares, compañeros de trabajo o amigos. Y que nos ayudan. Mucho.
Hace solo unos días y a raíz de las reflexiones del líder uruguayo le pregunté a Arantxa, con quien siempre suelo tener cortas conversaciones mientras pago mi compra, cuál era su nombre completo. “Arantxa Jaime Ortiz”, me dijo, y hablamos, esta vez, sobre los orígenes de nuestros apellidos. Poco después, ya en casa, lamenté no habérselo preguntado hace tiempo; pero a la vez, pensando en Mujica, me alegré de haberlo hecho finalmente.